Análisis Need for Speed Unbound: Criterion sale con el nitro, pero se le gasta rápido (PS5, PC, Xbox Series X/S)

La longeva saga de arcades de conducción vuelve con una entrega next-gen que satisface a los mandos, pero con una estructura original que cae en la repetitividad.
Need for Speed Unbound
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Actualizado: 19:01 2/12/2022
Análisis de versiones PS5, PC y Xbox Series X/S.

¿Es divertida la conducción? ¿Son buenos los trazados? ¿Cómo es gráficamente? ¿Se crean situaciones emocionantes? ¿Los vehículos son muy diferentes entre sí? ¿Hasta dónde llega la personalización? Esas son algunas de las preguntas que se plantean en un análisis de un arcade de velocidad, y por supuesto, le daremos respuestas en las siguientes líneas. Sin embargo, con Need for Speed Unbound, que supone la esperada vuelta de Criterion Games a la saga (y por si fueran pocas las expectativas, también es el primer juego de conducción solo para la última generación de consolas), la cuestión principal radica en su estructura, una idea buenísima que logra mantenernos tensos en todo momento, pero que a la vez supone el Talón de Aquiles del título que llega este 2 de diciembre a PC, PS5 y Xbox Series X/S.

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Una apuesta con mucho potencial que termina cayendo en la repetición

Need for Speed Unbound sigue las normas actuales del género. Hay un mundo abierto por el que se distribuyen pruebas de velocidad, de derrapes, carteles que romper, grafitis que encontrar y otras actividades. Funciona como un hub desde el que acceder a los eventos principales: carreras que tienen lugar por el día o por la noche, en la mayoría de los casos compartiendo carril con el tráfico de la ciudad. Hay trazados pensados para la alta velocidad y otros para el derrape, y los hay centrados en el asfalto y con un foco en el offroad (aunque estos son menos numerosos). No faltan tampoco las pruebas de estilo, que se basan en aprovechar las curvas, el derrape y el sistema de nitro para sumar puntos al marcador, a lo que a veces también aporta el romper vallas, barriles y otros objetos del escenario.

No hay nada innovador en esas pruebas, pero lo novedoso, como decíamos, está en la estructura. Esa estructura se basa en las apuestas de dinero, en el riesgo y la recompensa. La campaña se divide en cuatro semanas, cinco jornadas con sus días y sus noches, que concluyen los sábados con un gran evento formado por tres pruebas eliminatorias. Para acceder a esa prueba del fin de semana es necesario pagar una alta tasa monetaria y haber conseguido un coche de la categoría especificada.

La historia trata sobre la familia, la exclusión, la corrupción política y otros temas en los que no se profundiza lo más mínimo en un guion bastante regulero. No hay muchas cinemáticas, pero hay llamadas de teléfono constantes mientras exploramos.
La historia trata sobre la familia, la exclusión, la corrupción política y otros temas en los que no se profundiza lo más mínimo en un guion bastante regulero. No hay muchas cinemáticas, pero hay llamadas de teléfono constantes mientras exploramos.

Por lo tanto, el objetivo en los días anteriores es amasar la pasta suficiente para poder permitirnos la entrada y mejorar alguno de nuestros coches lo suficiente para que pase de clase, o si las cosas nos han ido muy bien, incluso comprar un vehículo nuevo —el sistema de progresión, por cierto, está enfocado en tener unos pocos coches para distintos tipos de pruebas e ir mejorándolos y hasta cogiéndoles cariño en lugar de tener un auténtico concesionario en nuestro garaje—. Así, durante el día y la noche de cada jornada elegimos a qué eventos asistir. Hay algunas pruebas que no requieren entrada, pero dan pocos beneficios, y otras en las que el pago para participar es muy alto, pero se multiplica varias veces si conseguimos quedar en los primeros puestos.

En los últimos días de la semana es habitual vernos haciendo cuentas ajustadas para conseguir el dinero que necesitamos. La dificultad, de la que hay tres modos, tiene mucho que ver con esto. Es habitual que nuestros rivales tengan mejor coche que nosotros, y los pequeños fallos en la carrera se castigan con dureza: aquí no hay rebobinado ni otras mecánicas para enmendar nuestros errores, y las repeticiones de los eventos son limitadas. No se compite para quedar primero, sino para lograr una posición lo suficientemente alta para tener beneficios —también podemos apostar que vamos a quedar por encima de alguno de los otros siete participantes en la carrera—.

El mundo se llena de actividades y coleccionables tras las primeras dos horas de juego.
El mundo se llena de actividades y coleccionables tras las primeras dos horas de juego.

Violencia policial

El elemento que consigue añadir una tensión extrema a este sistema de riesgo y recompensa no es otro que la policía, una seña de identidad de la saga que aquí se ha llevado al extremo. Quizá demasiado. Cada prueba que hagamos aumenta el indicador de intensidad policial. Al nivel más bajo, las patrullas que recorren la ciudad no nos prestarán atención a menos que choquemos con sus vehículos. En cuanto sube al segundo nivel, ya habrá que estar pendientes del minimapa para no cruzarnos en su cono de visión, pues comenzará una persecución y no podremos acceder a ninguna prueba hasta que nos libremos de ellos. A máxima intensidad la partida se convierte en un caos, en una huida intensísima que se puede alargar muchos minutos: la densidad policial aumenta muchísimo, utilizan vehículos contundentes y muy rápidos, y hasta helicópteros a los que es difícil pillarle la delantera.

La clave está en que si consiguen destrozar nuestro vehículo o si nos arrestan (lo que avanza el tiempo hasta el siguiente día), perdemos todo el dinero que llevamos encima, por lo que todas las actividades que hayamos hecho no habrán servido para nada. La única manera de asegurarlo es llevarlo a alguno de los refugios que vamos desbloqueando por el mapa, pero al hacerlo, pasaremos del día a la noche (o de la noche a la siguiente jornada), por lo que las pruebas cambiarán y quizá nos veamos demasiado cerca del evento de fin de semana sin el suficiente dinero encima, lo que nos obligará a repetir la jornada anterior. Otra mecánica que aporta a este sistema de riesgo y recompensa: durante el día la presencia policial es menor, pero las pruebas dan menos beneficios, y la intensidad policial no se reduce hasta pasar de un día al siguiente.

La personalización estética de los coches llega a niveles muy profundos.
La personalización estética de los coches llega a niveles muy profundos.

Todos estos sistemas interesantísimos (las apuestas, la dificultad, la policía, el dinero limitado) consiguen que estemos siempre en tensión, a que cada curva se tome con mucho cuidado porque puede tener consecuencias a largo plazo. Lamentablemente, la virtud del juego es también su mayor error, ya que promueve la repetición para llenarse los bolsillos y tener más oportunidades para salir victorioso. La repetición no tarda en convertirse en repetitividad. La cantidad de trazados y de pruebas disponibles es insuficiente para la estructura que se plantea, por lo que no tardamos en repetir los mismos desafíos una y otra vez. Cuando terminamos la campaña tras más de 15 horas, Need for Speed Unbound no se percibe como un juego largo, sino como un juego alargado.

Eso sí, las pruebas que hay, por lo general, están a muy buen nivel, aunque nos hubiera gustado ver una mayor variedad. Los trazados son capaces de que se creen momentos adrenalínicos de manera emergente. Sin embargo, otros arcade de conducción como Forza Horizon nos ha acostumbrado a esperar situaciones grandilocuentes, set pieces propias de una superproducción cinematográfica, que aquí se echan en falta. A los juegos de Criterion nunca les ha faltado espectacularidad, y aunque aquí se produce de manera orgánica de vez en cuando, está lejos de las mejores obras del estudio en ese sentido.

Hay dos tipos de encargos que nos permiten conducir bólidos y vehículos icónicos.
Hay dos tipos de encargos que nos permiten conducir bólidos y vehículos icónicos.

Placer a los mandos

Donde se deja patente el increíble legado de Criterion es en la conducción en sí, en el momento a momento del juego. Por un lado, brillan las mecánicas en torno a la gestión y obtención del nitro, y el aprovechar los derrapes, los rebufos, los roces con otros vehículos y otras situaciones para conseguir turbos acumulativos que tenemos que utilizar poco después si no queremos perderlos. También es digno de mención el momento de comenzar la carrera: el habitual sistema de pisar el acelerador en el momento justo durante la cuenta atrás para partir de meta con un turbo se ha sustituido por una mecánica que nos ha recordado a la recarga activa de Gears of War, que varía dependiendo del vehículo y que funciona genial.

Por otro lado, las sensaciones a los mandos son magníficas. Cada vehículo tiene su personalidad en el control, y la personalización mecánica influye mucho. Hay distintos sistemas de derrape (para hacerlo con el acelerador y el freno, solo con el freno o solo con el acelerador), y es muy satisfactorio independientemente de la elección. Además, si jugáis en PS5 (o en PC con un DualSense) os encontraréis con un uso constante de la respuesta háptica, y más destacable todavía, de los gatillos adaptativos, que dejan sentir con contundencia los tipos de terreno, el pisar el acelerador y el cambio de marchas.

Estética trap sobre un lienzo sin personalidad

El cel shading en los efectos de humo y en los personajes, los grafismos estilo anime que se utilizan para marcar los turbos o para colocar alas a los coches cuando saltamos, y otras trazas de color aquí y allá no consiguen dar personalidad a un juego gris, oscuro, feo. La ciudad que pasaremos horas y horas recorriendo parece generada por una inteligencia artificial que ha tomado como muestra las grandes urbes estadounidenses, y toda la estética trap superpuesta a ello parece una tirita de última hora para paliar las evidentes carencias expresivas.

La expectativa de cómo serán los juegos de conducción exclusivos de la next-gen no queda colmada aquí. Sí, se mueve a 4K y 60 FPS sólidos como una roca, los casi inexistentes tiempos de carga logran que estemos siempre pisando el acelerador, y la sensación de velocidad es altísima, pero más allá de la nitidez de la imagen y de ciertos efectos de iluminación, no vemos nada que nos diga que este es un juego que aproveche el hardware más reciente. Eso sí, hay pocos fallos, como un popping muy ligero, prácticamente inapreciable, y otro error más grave, sobre todo en un juego así. Solo nos ha pasado un par de veces, pero hemos visto colisiones erráticas frustrantes, como un bordillo que manda nuestro coche volando o un golpe contra un muro que provoca un siniestro a pesar de ir a poca velocidad.

Nos hubiera gustado una apuesta más fuerte por la estética animada.
Nos hubiera gustado una apuesta más fuerte por la estética animada.

Tan divisivo, o incluso más que los grafismos y los efectos anime, es la banda sonora. Está compuesta en su totalidad por trap y rap estadounidense y latino, con temazos de Rosalía, Villano Antillano, Charli XCX, slowthai y una preeminencia de A$AP Rocky. Si os gusta el género vais a disfrutar, pero no habría estado de más, por un lado, más temas (al final se acaban repitiendo), y por otro lado, un sistema de emisoras o alternativas a un estilo musical que tiene sus detractores. Por otro lado, el doblaje al español es de calidad irregular, y hay voces de distintos personajes que suenan muy similar entre ellas; mucho mejor en inglés si tenéis la oportunidad de jugarlo en ese idioma.

Conclusión

Need for Speed Unbound es un arcade de conducción más que notable que destaca por una estructura original que consigue dar importancia a cada carrera, que logra ofrecer partidas siempre tensas por unos conductores agresivos y unas persecuciones policiales desquiciadas, que promueve una progresión basada en cuidar y mejorar un pequeño garaje en lugar de tener un amplio concesionario inutilizado, y que a los mandos es satisfactorio y divertidísimo. Sin embargo, esa misma estructura provoca que caiga en la repetitividad debido a que no hay demasiadas pruebas diferentes, y aunque a veces suceden de manera orgánica, también echamos en falta grandes situaciones que nos dejen boquiabiertos. Su mayor pega la tenemos en un apartado artístico sin originalidad, al que parece que la estética anime y trapera se le ha superpuesto para mitigar la situación, pero sin lograrlo. La vuelta de Criterion Games a Need for Speed es un paso en la buena dirección, pero también da algunos tropiezos que lo dejan lejos de titanes como Most Wanted y Hot Pursuit.

Hemos realizado este análisis gracias a un código para PS5 ofrecido por Apple Tree.

Fran G. Matas

NOTA

7

Puntos positivos

La conducción es genial.
Se suceden momentos tensos gracias a una IA dura y una policía incansable.
La estructura es una idea buenísima que logra dar importancia a cada carrera.

Puntos negativos

Pero esa misma estructura se convierte en un fallo: obliga a repetir eventos una y otra vez.
Hay momentos en los que las persecuciones policiales se hacen tediosas: demasiado largas y muy frecuentes.
Falta de personalidad estética y de ambición técnica.

En resumen

Criterion da un paso en la buena dirección para la saga con un arcade que destaca por su estructura y por sus mecánicas de conducción, pero que no tarda en hacerse repetitivo y al que le falta personalidad visual.
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