Análisis de Yomawari: Midnight Shadows (PS4, PC)
Al margen de Disgaea, The Witch and the Hundred Knight y otros juegos con más solera, Nippon Ichi Software continúa confiando en las producciones pequeñas para explorar nuevas mecánicas y estilos. htoL#NiQ: The Firefly Diary resultó curioso aunque un tanto limitado en lo jugable y A Rose in the Twilight es un divertido juego de puzles 2D, pero el más y redondo de estos proyectos fue Yomawari: Night Alone, una aventura con puzles y terror protagonizada por una niña perdida en un pueblo típico japonés. No es por casualidad que el estudio haya optado por hacer una secuela de dicho juego.
Yomawari: Midnight Shadows sigue los pasos de su predecesor, y para bien o para mal no presenta grandes revoluciones, ha perdido el factor sorpresa. Tampoco las esperábamos, más allá de algunos aspectos que vamos a comentar, así que tiene muchas papeletas para encantar a los fans de Night Alone porque ofrece más intrigas en la oscuridad de callejones y bosques con una historia que, pese a esos gráficos tan inocentes con niñas con diseño chibi esconde acontecimientos un poco crueles.
Como una de las novedades del juego esta vez tenemos a dos protagonistas, Yui y Haru. Después de pasar un rato observando los fuegos artificiales desde una colina llega el momento de volver al pueblo. En su camino empezarán a ver sombras extrañas y ruidos que inquietan a una de las jóvenes, quien decide esconderse en los matorrales mientras la más valiente investiga el lugar. Lamentablemente algo sucede y pierden contacto entre sí, y cuando una regresa a su casa descubre que su amiga está perdida. ¿Podrás lograr que se reúnan?
Midnight Shadows es un survival horror de exploración –especialmente- y puzles –en pequeñas dosis-, y como en Night Alone, estas chicas se cruzarán con múltiples espíritus deambulando por el escenario, algunos bien visibles y otros sólo con la luz de la linterna. Las pulsaciones y sonidos nos dan pistas de cuándo se aproxima uno de estos fantasmas, todos ellos inspirados en el folclore nipón.
En la mayoría de ocasiones nuestras dos opciones serán empezar a correr –con los más lentos y pequeños- o buscar un escondite hasta que pase el peligro. Vuelve el sistema de arbustos y objetos para ocultar a las protagonistas, que consiste en interactuar con el escenario esperando a que pase el fantasma. Durante estos instantes unas manchas que simulan sonido nos indican de la posición y proximidad de los monstruos, una solución bastante inteligente que nos gustó mucho en el original.
Ciertos espíritus son tan grandes que bloquean los caminos, otros patrullan una calle o se puede pasar cerca de ellos sin armar mucho ruido –de puntillas-. Correr no siempre es una opción, pues existe una barra de cansancio que se agota rápidamente bajo la presión del miedo. Esto es lo que convierte a Yomawari en una saga de terror clásica: poner al jugador en inferioridad de condiciones y con sensación de estar al límite de sus posibilidades. No olvidemos que aquí el guardado también se limita con el uso de monedas y en puntos concretos –unos pequeños templos o teléfonos-.
Básicamente esta es la parte conocida y esperada de Midnight Shadows, explorar escenarios con estos espíritus, recopilando todas las pistas y objetos que podamos para avanzar o conocer detalles de la historia. A veces sabes que tu destino se encuentra en un edificio de la ciudad, pongamos una casa abandonada, pero llegar hasta allí con las calles bloqueadas no siempre es fácil. Además el volumen del juego se ha ampliado, con un mapa que dobla al anterior –el juego es un poco más largo que Night Alone- y añade una novedad: los interiores.
Tenemos a dos protagonistas que van alternando su turno según la historia, y una puede explorar el callejón, pero otra quizás se encuentre dentro de un edificio. Esto da pie a ver escenarios con una ambientación diferente a las localizaciones del exterior, nuevos tipos de trampas o retos. Por ejemplo, cuando entramos en la biblioteca, los carteles nos recuerdan que no se debe correr por los pasillos; obviamente las estanterías están infestadas de fantasmas absortos en la lectura, y habrá focos de alerta móviles dispuestos a estropear la partida si te lo tomas con demasiada calma.
Además, en algunos momentos la cámara cambiará por otra lateral –la habitual es isométrica-, que nos permite ver el mundo del juego con otra perspectiva. Se agradece porque hay abundantes elementos gráficos reciclados de Night Alone –aunque en general se nota más detallado-, y estos lugares diferencian un poco más a la secuela respecto al primero.
A lo largo de los escenarios aparecerán sencillos puzles desplazando obstáculos o recogiendo objetos. Un sistema nos avisa de puntos importantes en las proximidades, muy útil porque vamos a encontrar muchos utensilios o notas. Siempre que veas un brillo en el suelo, o una señal de interrogación, vigila el terreno. Hablando de objetos, podremos equipar talismanes con diversos efectos que dan algún tipo de ventaja extra. Quizás nos interese llevar más guijarros, más monedas o mejorar nuestra resistencia al cansancio.
Midnight Shadows vuelve a ofrecer un buen elenco de espíritus, nunca desagradables o gore –olvida los aburridos zombis-, cada uno con un comportamiento diferente. Conviene aprender con cuáles puedes arriesgar o cuáles tienen malas pulgas –Mr. Kotowari, una enorme mano con tijera, es muy persistente y aparecerá en varias ocasiones-. Son de formas extrañas y nos causarán terror por el peligro que supone tenerlos cerca o simplemente por su aparición inesperada con algún sonido estridente. Los jefes y subjefes también tienen sus secretos para conseguir la victoria, pues no estamos hablando de un simple juego de acción.
Hay que mencionar que, aunque Yomawari basa el miedo sobre todo en la ambientación, hemos notado que en este juego se ha querido poner un poco más de énfasis en los sustos gratuitos. No estarás seguro ni en el menú. Hay más tipos de criaturas que surgen en el momento más inoportuno, y como muchos de estos eventos son aleatorios –hay criaturas fijas en el mapa, pero otras no-, nunca sabrás qué te espera. Esto también causará alguna muerte imprevisible y casi injusta, os recomendamos guardar habitualmente en cada zona descubierta.
El resumen es que tenemos una aventura más pulida que la original, con un estilo de juego muy similar pero añadiendo tétricas mansiones y nuevos paisajes. Visualmente no difiere mucho salvo los momentos de vista lateral, e incluso hay algunos detalles que deberían haber sido mejorados ahora que se lanza también en plataformas domésticas –el original, aunque llegó a PC, era de PS Vita-, como los arbustos pixelados en las escenas del escondite. Pero el arte sigue siendo fabuloso y el contraste entre la oscuridad de los paisajes y los personajes de aspecto infantil es tan precioso como siempre.
El sonido es otro de los puntos fuertes del juego, aunque no tanto por las melodías, pues la mayoría del tiempo sólo escucharemos los efectos. Pero están muy bien escogidos y utilizados, sea el viento, las pisadas o el quejido lejano de algún espíritu. En definitiva, no hay silencio absoluto ni cuando la música desaparece. Inspiración clara en los survival horror clásicos.
Conclusiones
Yomawari: Midnight Shadows peca de continuista y ha perdido esa frescura de Night Alone. Una crítica que en el fondo se puede achacar a toda secuela que no pretende cambiar el tipo de juego drásticamente. Pero nos ha gustado, y encantará a cualquiera que disfrutase con el original. Es una aventura por callejones nocturnos, con más sobresaltos –claramente se ha potenciado el terror- y peligros en cada rincón de su mapa. Si Night Alone te supo a poco, la secuela te ofrece un poco más de eso que buscas.
¿Crees que se necesitan gráficos hiperrealistas para saltar frente a la pantalla? Nada más lejos de la realidad, y NIS lo vuelve a demostrar.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 con un código de descarga que nos ha proporcionado NIS America.