Análisis de Trials of the Blood Dragon (PS4, PC, Xbox One)

Es una de esas situaciones en las que resultaría más aconsejable eliminar una de las características porque no está al nivel del resto del juego; dejarlo causar una mala impresión. Añade variedad de juego, sí, ¿pero era necesario? El seguidor de Trials no lo necesitaba, y tampoco llamará la atención de jugadores con ganas de plataformas. Primero porque no es un plataformas –o juego de acción- puro, y segundo, su calidad deja mucho que desear.

La introducción de disparos parece la gran justificación de este cruce entre sagas –degrado de la imagen imitando el aspecto a VHS aparte-, y lo cierto es que complica un poco más la jugabilidad sobre la moto. Trials es una saga fácil de aprender y difícil de dominar, lo que significa que conseguir un buen récord no es tarea sencilla. Añadir más elementos, como un garfio, jetpacks o el objetivo de disparar a tumores no ayuda necesariamente a mejorar la experiencia, sino a complicarla innecesariamente.
Eso no significa que no se puedan reconocer los destellos positivos de Trials of the Blood Dragon cuando los desarrolladores muestran que dominan las fases con vehículo, ahora repletas de más elementos surrealistas como un Dragón de Sangre escupiendo fuego en el fondo, o la variedad de escenarios, urbanos y de guerra. Hay que admitir un mérito a esta entrega y es su originalidad dentro de Trials, los cambios en jugabilidad durante una misma fase o a lo largo de casi una treintena de niveles. No todo funciona bien, pero no se puede acusar a RedLynx de continuistas.

Entre fases aparecen secuencias ligeramente animadas a las que de vez en cuando se superponen vídeos de anuncios o cualquier escena aleatoria, imitando la grabación por error en las viejas cintas –un documental, un anuncio de televisión…-.
Hay que decir que la coherencia en el estilo en esta ocasión es bastante dispar, a pesar de repetir algunos de los responsables de Far Cry 3 Blood Dragon. Power Glove vuelve a componer la banda sonora, mucho menos fresca que la anterior. Todavía encontramos un puñado de buenos temas y un excelente remix de un tema de Carpenter Brut, sin embargo también abundan canciones más corrientes. En cuanto a lo visual, James White ha colaborado en algunos elementos gráficos, que no en todos, lo que produce un choque de influencias entre la década de los 80, los 90 e incluso la animación moderna. El anterior Blood Dragon tenía mucho más clara la dirección artística.

Conclusiones
Trials of the Blood Dragon es un curioso experimento con buenas ideas, parte ejecutadas al nivel esperado y otras de manera más deficiente. Se trata de un título para un jugador –con tablones de puntuación-, un poco corto –unas cuatro horas- y basado en batir las puntuaciones u obtener desbloqueables, aunque el propio juego se encarga de reducir el interés por repetir fases cuando se aleja de las dos ruedas. Este Blood Dragon casi parece más un trabajo rápido y por encargo que un producto realizado con pasión.
Como experiencia Trials es claramente inferior a sus predecesores, mucho más completos y centrado en su terreno: las piruetas. Los elementos de Blood Dragon, que resultan demasiado forzados en esta saga, pueden gustar por su extravagancia y humor delirante; no obstante, es difícil que atraiga al aficionado que se enganchó a la acción frenética de Far Cry 3. ¿Por qué no hacer un nuevo Blood Dragon 2 con presupuesto a la altura y en el género en el que nació?
Hemos realizado este artículo con una copia digital de la versión de PS4 que nos ha proporcionado Ubisoft.

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