Análisis de Psychonauts in the Rhombus of Ruin (PS4)
Como muchos juegos de los que se quedan sin secuela –aunque eso está a punto de cambar–, Psychonauts se ha convertido en un título de culto. Double Fine no es un estudio de secuelas, lo que quizás ha hecho que Psychonauts 2 sea todavía un título más deseado, y mientras esperamos a que llegue, qué mejor que sumergirnos en este universo a través de la realidad virtual.
Durante el proceso de financiación de Psychonauts 2, Double Fine estudió qué tipo de juego podría llevar a la realidad virtual, y decidieron que la mejor opción era crear un episodio que uniese la historia de los dos. Así nació Psychonauts in the Rhombus of Ruin, un título que llega ahora a PlayStation VR.
Una aventura diferente
Psychonauts in the Rhombus of Ruin es una especie de aventura gráfica en tres dimensiones, lejos de las plataformas del juego original. Controlando a Raz, interactuamos con el entorno a través de nuestros poderes psíquicos, resolviendo puzles y situaciones para progresar.
Aunque los fans de Psychonauts puedan pensar que convertir la saga en una aventura gráfica no es la mejor de las ideas, después de jugarlo no se nos ocurre una opción mejor para salir airosos del paso a la realidad virtual.
Raz tiene una serie de poderes con los que podremos interactuar con el entorno, que van de la clarividencia y la telequinesis, a la piroquinesis o el "toque psíquico". Con estas herramientas tendremos que solucionar los problemas que se presentarán ante nosotros, que como os podréis imaginar, van a recurrir al humor absurdo y psicodélico que podemos esperar de Psychonauts.
La historia nos cuenta cómo Raz, Lili, Sasha, Milla y Oleander se embarcan en un peligroso viaje para rescatar a Truman Zanotto, el jefe de los Psychonauts, que los lleva hasta el "Rombo de la Ruina", su particular versión del Triángulo de las Bermudas. La historia es independiente y no necesitamos haber jugado al original para entenderla, aunque no creemos que se disfrute igual sin haberlo hecho. A decir verdad, nos ha parecido un poco irrelevante para ser un nexo de unión entre ambos juegos, y el final es bastante abrupto.
En cualquier caso, es un juego muy divertido, con la dificultad justa para que no nos atasquemos, pero lo suficientemente complejo para hacernos pensar y explorar. Como en una buena aventura gráfica, tendremos que probar a realizar diferentes combinaciones, ya sea con nuestros poderes o con objetos, sin olvidarnos de escuchar las pistas que nos da Raz.
Y hablando de escuchar: el juego está íntegramente en inglés, tanto voces como subtítulos. No es un juego complejo de seguir en absoluto, y con un nivel correcto de inglés no deberíais tener problemas al menos leyendo los subtítulos, pero sí es cierto que, al ser un juego en realidad virtual, tener texto en pantalla queda un tanto raro. Si podéis entender inglés hablado sin demasiados problemas, disfrutaréis más de esta aventura.
Hay también otros puntos que no nos han terminado de convencer, como la mala gestión de los poderes. De todas los que nos dan al principio, al final la mayoría del protagonismo se reparten entre la clarividencia y el "toque psíquico", lo que deja al resto un poco desaprovechado. Tampoco nos convence mucho su duración, de unas dos horas de media y prácticamente ninguna rejugabilidad, que no ayuda a justificar su precio de casi 20 euros.
La importancia de lo audiovisual
Double Fine ha salido más que airoso del desafío que era adaptar un mundo como el de Psychonauts a la realidad virtual. No sólo a la hora de recrear los personajes y entornos, algo que hace perfectamente, sino también de solventar el problema del movimiento. El desplazamiento en el juego es siempre "psicológico", por lo que sólo cambiamos de punto de vista entre personajes, teletransportándonos a su ubicación. Esto evita cualquier tipo de mareos y, además, encaja con la narrativa.
Visualmente, a pesar de su aparente simplicidad, consigue sorprender por su acabado. Su estilo cartoon está muy cuidado, y apenas vemos polígonos, texturas de baja resolución o elementos descuidados. Además, tiene escenarios muy variados, animaciones muy trabajadas y la integración con el casco (como el mover los objetos con nuestra "mente", es decir, moviendo nuestra cabeza) es notable.
Mencionar que hace un uso muy inteligente de las perspectivas, y veremos el mundo del tamaño que lo ve la criatura que "poseamos". Es decir, si miramos desde la perspectiva de una rata, veremos el mundo de una manera diferente a si lo hacemos desde la perspectiva de Raz, lo que da lugar a situaciones muy interesantes.
Sobre el sonido, tampoco podemos ponerle muchas pegas… en inglés. Las voces son geniales y está bien escrito, pero no nos llegan en nuestro idioma. En otros géneros somos más permisivos con ese aspecto, pero como hemos dicho antes, en la realidad virtual y en una aventura gráfica, no tener ni subtítulos en castellano es algo que puede romper por completo la experiencia para muchos. La música y los efectos también están a un gran nivel, cerrando un más que correcto apartado audiovisual.
Una gran experiencia, con sus peros
Nos lo hemos pasado genial con Psychonauts in the Rhombus of Ruin. Es ingenioso, divertido y la idea de una aventura gráfica en realidad virtual funciona genial. Si además os gusta la saga en la que se basa, es el aperitivo ideal mientras esperamos la secuela. Eso sí, no es un título perfecto, y tiene una serie de contras que afectarán más a unos jugadores que a otros.
Es un juego que dura unas dos horas y cuesta unos 20 euros, siendo prácticamente nada rejugable. Además, sólo está en inglés, y pensamos que la historia podría haber dado más de sí. No lo vamos a negar: es uno de los problemas habituales de los juegos de realidad virtual. En cualquier caso, si el precio te parece justo, el idioma no es un problema y te importa más la jugabilidad que la historia, entonces sí que merece la pena.
Hemos realizado un análisis con un código que nos ha proporcionado Double Fine.