Análisis de Pixel Piracy (PS4, PC, Xbox One)
Juegos de piratas hay unos cuantos, probablemente nunca los suficientes, que pasan por las aventuras gráficas, la estrategia y la acción más espectacular de las escenas vistas en Assassin’s Creed. Pixel Piracy viene a cambiar esa imagen más detallada y cruda de los bucaneros con un mundo pixelado sin perder por ello la profundidad en su gestión. Se trata de un lanzamiento indie que llega ahora a consolas tras su paso por PC, donde debutó hace aproximadamente un año tras un periodo de acceso anticipado.
Sus creadores lo definen como un simulador 2D de piratas. Evidentemente por su aspecto parece lo más opuesto a recrear la vida de un corsario, pero su compleja mecánica sí es bastante más elaborada de lo que parece a simple vista.
Comenzamos con un pirata totalmente editable que navega por el mar en poco menos que una balsa, y su objetivo es el de aumentar su tripulación, disponer de una nave mucho mayor y continuar explorando el mapa con sus barcos rivales e islas, civilizadas -centro de operaciones donde recuperar moral, hambre, comprar…- o salvajes.
Desde el mapa se indica la dificultad de cada reto, así que antes de arriesgar demasiado con un desafío por encima de nuestras posibilidades es recomendable hacer uso del guardado manual. Su mundo está generado proceduralmente, por tanto cada partida que se comienza es completamente distinta en cuanto a cantidad de enemigos y recursos a encontrar. Más y más juegos independientes utilizan esta herramienta para aumentar la rejugabilidad e imprevisibilidad.
El ciclo de progreso es sencillo de comprender: empiezas de la nada asaltando barcos asequibles, con uno o dos piratas enemigos como mucho. Para luchar, basta con pulsar un botón frente al personaje, pero cuidado, ellos también reaccionan y no debes exponer mucho tu salud. En caso de disponer de tripulación se puede ordenar atacar o hacer que se dirijan a un punto concreto, y si hay una gran cantidad de personajes también existe la opción de formar grupos para dividir las tareas en varios frentes.
Gracias al saqueo de dinero y materiales de los barcos, nuestro imperio se va forjando con paso lento y seguro. La madera por ejemplo se utiliza para mejorar nuestro barco, completamente editable al estilo Terraria o un Minecraft en 2D, colocando bloques en su silueta. Recuerda, eres un pirata y también podrías robar un barco enemigo si así lo prefieres.
El alimento evita que nuestra tripulación sufra hambre, y el dinero se utiliza para contratar a nuevos piratas, mejorar armas o todas aquellas transacciones económicas, incluyendo pagar el sueldo para mantener la moral alta. Pixel Piracy es un juego de gestión donde controlas todos los aspectos de un barco, hasta enseñar a los marineros a cocinar a limpiar, pescar o disparar los cañones. La parte del combate es importante para evitar bajas y asaltar más fácilmente los navíos, pero todo es vital en el largo plazo.
No es un juego sencillo por la cantidad de variables a tener en cuenta, aunque su dureza se ha suavizado con el tiempo y las respectivas actualizaciones, nuevas opciones de dificultad o el tutorial. La curva de aprendizaje es progresiva porque de manera natural apenas comenzamos con uno o dos compañeros, cifra que irá creciendo y con ella los problemas, y el ritmo lo marcamos nosotros. Bien pronto podrías intentar el abordaje a una nave poderosa, pero el sentido común te dice que antes de una derrota segura es preferible investigar zonas más asequibles.
El objetivo general consiste en acabar con una serie de peligrosos piratas, tarea que nos puede llevar alrededor de 20 horas. No hay una historia detrás que enganche a la manera tradicional; sí hay abundantes toques de humor –por las voces sobre todo-, pero si lo que buscas es un argumento que anime a avanzar, no lo encontrarás. En cierto modo se comprenden algunas críticas que recibió en su lanzamiento original: la repetitividad, y la sensación de conocerlo todo en apenas unas horas, sin incentivo que refresque nuestra curiosidad por avanzar más y más en él. Se echa en falta un modo online donde competir contra otros usuarios, incluso asimétrico, algo que haría los piques de navegación mucho más intensos. Si bien el planteamiento es bueno, hay que admitir que cuanto más se juega, más limitaciones muestra para enganchar durante un largo tiempo.
Un problema añadido de las versiones para consola es que se nota en todo momento que es un juego pensado para PC, al estilo de apuntar y click. La navegación por menús y especialmente las órdenes al grupo con la palanca derecha son tareas más cómodas de hacer con el ratón. Hay que tener en cuenta que la parte de acción, por llamarlo de algún modo, sólo supone machacar uno de los botones reiteradas veces, así que el mayor consumo del tiempo se dedica a inspeccionar la interfaz. Abstraction Games ha hecho todo lo posible por adaptar el control a pad y es cierto que nunca resulta un gran inconveniente, pero no termina de encajar como debiese.
Una de cal y otra de arena en la ambientación. En la balanza negativa están los gráficos, y no directamente por el estilo pixelado, que se puede asumir por una simple cuestión de estilo. La reflexión del agua, el colorido y las escenas en las islas son bonitas dentro de sus posibilidades. Sin embargo se hace tremendamente monótono en cuanto a variedad de escenarios, y se pueden encontrar inconsistencias en el arte. También es una pena que la cámara esté tan alejada de los personajes y la acción porque se desaprovecha mucho espacio en la pantalla. Finalmente, se han eliminado algunos de los efectos visuales de ordenador, como desenfoques, distorsión cromática o degradados de color.
El apartado del sonido en cambio sí es muy más satisfactorio. La música –con la pega de ser escasa-, tiene ese gusto a banda sonora de piratas, con excelentes temas orquestales para el combate que no optan por un chiptune de baratillo. Las exageradas voces nos ha recordado a los gritos de la saga clásica Worms.
Conclusiones
Pixel Piracy gustará a los aficionados al género de la gestión de recursos que, dicho sea de paso, en consolas no pueden optar por muchas alternativas, y a cualquiera más interesado en los aspectos de estrategia y rol que en protagonizar épicas batallas navales con gráficos de última generación. Es una lástima que nunca destape todo su potencial y que su mecánica sea tan repetitiva, más cuando no está planteado como un juego corto o arcade, sino algo para dedicarle muchas horas.
En su paso a consolas recibe una serie de inconvenientes extra debido al control. Con el tiempo te acostumbras a él, pero a todas luces es un poco más engorroso que en PC, motivo por el que puede desalentar a los novatos.
Hemos realizado el análisis en su versión de PS4 con un código de descarga que nos ha proporcionado 505 Games.