Análisis de One Piece: Burning Blood (PS4, PC, PSVITA, Xbox One)

Han pasado muchos años desde la última vez que tuvimos la ocasión de controlar a Luffy y compañía en un juego de lucha dedicado exclusivamente al universo de One Piece (no, no valen sus crossovers con otras series). Tras la más que notable trilogía de Pirate Warriors, ahora nos llega Burning Blood, un título que se desprende de todo el componente aventurero, rolero y de acción multitudinaria que hemos visto en las últimas producciones basadas en la obra de Eiichiro Oda para ofrecernos combates clásicos de uno contra uno (aunque pudiendo crear equipos de hasta tres piratas), volviendo a un género que se adapta a la perfección al espíritu de este exitoso manga. Por desgracia, el resultado final no ha terminado de estar a la altura de lo que los Sombreros de Paja se merecen, tal y como os contaremos en este análisis.

¡Gomu Gomu no...!

Lo primero que hay que dejar claro es que estamos ante un título de lucha que se aleja de las convenciones tradicionales del género para ofrecernos un enfoque muy similar a lo visto en los últimos juegos de Naruto y Saint Seiya.

Es decir, aquí las arenas de combate son más o menos amplias y podremos movernos con total libertad por ellas mientras ponemos en práctica todo tipo de golpes y técnicas especiales.

Los controles son muy simples y básicos, y el concepto de "combo" es prácticamente inexistente, ya que solo tendremos un botón de ataque básico para realizar diferentes combinaciones automáticas de golpes según la dirección en la que pulsemos el stick (variando así la velocidad a la que los iniciamos y la forma de ejecutarlo). Para darle algo más de juego al sistema de combate, podremos añadir un ataque único o una técnica especial entre medias para finalizarlos con mayor eficiencia.

Encontrar los momentos en los que podemos añadir estos movimientos a los combos sin que nuestro rival pueda defenderse supone la parte más experimental del título, aunque una vez demos con ellos casi todo se resumirá a realizar el que más vida quite una y otra vez, pues su ejecución nunca suponen ningún tipo de reto.

Destacar que los movimientos especiales no consumen ningún tipo de barra, de modo que podremos abusar de ellos todo lo que queramos, algo que al final acaba por tener mucha importancia durante el desarrollo de las luchas, aunque hay dos medidores que sí tendremos que vigilar para poner en práctica ciertas técnicas y posibilidades de nuestros personajes.

Por un lado tenemos la barra de especial. Esta está dividida en cuatro porciones y nos permitirá desatar nuestras transformaciones, ejecutar nuestras habilidades definitivas, realizar combos cambiando de personaje, interrumpir combos que estemos recibiendo e incluso contraatacar cuando alguien hace esto último. Dicho medidor se recarga de forma más o menos lenta y cada una de estas acciones consume una determinada cantidad del mismo, por lo que tendremos que medir muy bien qué es lo que queremos hacer en cada momento con él, aunque por la experiencia que hemos tenido, entrar en nuestro modo final nos parece una prioridad por el daño que podemos llegar a realizar, aunque la posibilidad de interrumpir combos también nos ha salvado la vida en más de una ocasión.

El otro medidor a tener cuenta es el de las propiedades únicas de nuestro luchador, permitiéndonos desatar las habilidades de nuestra Fruta del Diablo (por ejemplo, para volvernos intangibles o movernos a toda velocidad) o hacer uso del Haki. Esto es algo que nos ha gustado bastante, ya que ayuda a diferenciar mucho a cada luchador y potencia la estrategia a la hora de formar un equipo al haber poderes que tienen ventaja sobre otros (por ejemplo, Akainu es muy efectivo contra Ace).

En general nos ha gustado mucho cómo se ha recreado a cada pirata y miembro de la Marina, ya que sus estilos de combate están muy bien definidos y son tremendamente fieles a lo visto tanto en las viñetas del manga como en los capítulos del anime, obligándonos a cambiar la estrategia con cada uno de ellos. Sí, todos se controlan igual, pero tendremos que jugarlos de forma diferente para sacarles partido, además de aprendernos sus características y los golpes que podemos encadenar. Sin embargo, pecan de tener unas posibilidades muy limitadas, por lo que al final manejarlos resulta un tanto aburrido y no tan satisfactorio como debería.

Por suerte, cuando jugamos partidas en las que controlamos a equipos de tres (que suele ser lo normal), el juego gana en diversión al obligarnos a realizar constantes cambios entre ellos para ejecutar una buena estrategia y movimientos cooperativos. El ritmo de los combates también nos ha parecido que tiene cierto margen de mejora, ya que los personajes no se desplazan a una velocidad demasiado alta (salvo algunas excepciones) y la continua aparición de pequeñas escenas a casi cada cosa que hacemos le restan dinamismo.

Lo que sí que tenemos que admitir es que el intercambio de golpes recrea con mucha fidelidad los combates de la serie, con técnicas a cada cual más espectacular, personajes que salen volando y animaciones que son calcadas a las que estamos acostumbrados a ver, por lo que es una pena que las batallas no tengan algo más de profundidad y jugo que exprimir.

La oferta de modos de juego también nos ha sabido a poco, empezando por un decepcionante Modo Historia que únicamente cubre el arco argumental de la batalla de Marineford, una de las mejores y más importantes sagas que nos ha ofrecido el manga hasta la fecha, aunque no le habría hecho ningún daño si lo hubieran estirado desde ahí hasta Dressrosa para ponerse al día con los acontecimientos más recientes y actuales, especialmente cuando venimos de Pirate Warriors 3, un juego que abarca todo el anime.

Su desarrollo no tiene ningún misterio: jugar pantallas (cada una equivale a una pelea) una detrás de otra mientras vemos vídeos muy bien realizados que recrean los mejores momentos de esta monumental batalla. Su duración es muy escasa y difícilmente os llevará más de cinco horas terminarlo al 100% con las misiones opcionales incluidas (se desbloquean cumpliendo objetivos concretos en determinadas fases principales), quedándose en una experiencia breve, algo sosa y que no aporta demasiado.

El otro modo para un jugador lo tenemos en Se Busca, donde podremos participar en una serie de combates con sus características propias para conseguir dinero que luego tendremos la oportunidad de invertir en desbloquear personajes y otros extras. No dejan de ser batallas predefinidas sin mucho más aliciente que combatir por combatir para obtener belis y la máxima puntuación posible.

Evidentemente, también tendremos un modo Versus tanto online como local, pudiendo en este último caso luchar contra la IA para practicar y definir estrategias de combate. En el caso del online, dado que el juego todavía no se ha puesto a la venta de forma oficial, nos hemos encontrado con ciertos problemas para encontrar rivales, aunque las partidas por lo general han funcionado bien y sin demasiados problemas, a excepción de alguna que otra en la que sí que hemos sufrido cierto lag. Podemos luchar tanto por diversión como en batallas puntuadas para ascender puestos en los marcadores y aumentar nuestro rango.

El último modo lo tenemos en Batalla Bandera Pirata, donde tendremos que unirnos a alguno de los distintos bandos de este universo (como la Marina o los Sombreros de Paja) para recorrer el mundo librando batallas y ayudando a nuestro bando en una especie de competición global de tiempo limitado. Combatiendo ayudaremos a incrementar el control de nuestra facción sobre cada una de las islas del Grand Line, y en cada una de ellas nos esperan diferentes retos, como luchar contra otro jugador, contra la IA o contra un enemigo extremadamente poderoso capaz de destrozarnos en medio combo.

La idea nos parece buena, aunque cuenta con un elemento que nos ha terminado de matar la experiencia: la presencia de un medidor de movimiento que se recarga con el tiempo. Como si fuera un juego gratuito de móvil, cada vez que libremos un combate o nos desplacemos de una isla a otra, consumiremos parte de nuestra energía. Si la agotamos, tendremos que dejar que pase el tiempo antes de poder volver a mover ficha, un handicap totalmente innecesario y mal planteado, especialmente teniendo en cuenta lo mucho que cuesta sentirse parte de esta guerra debido a lo poco que se llegan a notar nuestras contribuciones a la misma.

Gráficamente se trata de un juego muy bien resuelto gracias a unos modelados de personajes detalladísimos y fieles, a unas animaciones logradísimas (ojo a las expresiones faciales durante los combates) y a unos efectos muy vistosos (menos los de destrucción de entornos) que hacen de cada batalla un auténtico espectáculo visual puesto al servicio del fan. Los escenarios suponen la parte más floja del conjunto por culpa de unas texturas no demasiado brillantes, aunque al menos los fondos cuentan con muchos elementos y detalles distintivos.

Finalmente, el sonido nos deja una de cal y otra de arena. Por un lado, tenemos una banda sonora que pasa con más pena que gloria por culpa de una selección de temas no demasiado inspirados, mientras que por el otro tenemos unos efectos de calidad y totalmente reconocibles, así como el sobresaliente doblaje japonés original de la serie con sus respectivos subtítulos en español.

Conclusiones

One Piece: Burning Blood es un juego simple, sin demasiadas posibilidades, con una selección de modos algo escasa y que no ofrece una propuesta que consiga mantenernos atrapados a medio o largo plazo por culpa de sus limitaciones. Sin embargo, sabe recrear con acierto las batallas de la obra maestra de Eiichiro Oda y ofrecer una experiencia jugable lo suficientemente entretenida y fiel como para que los fans puedan satisfacer sus ganas de darse de mamporros con sus personajes favoritos, por lo que si este es vuestro caso y no le pedís que sea un gran título de lucha, aquí tenéis una interesante propuesta a tener en cuenta.

Hemos realizado este artículo con una copia de la versión final de PS4 que nos ha proporcionado Bandai Namco.