Análisis de Don't Starve PSN (PS4)

Generalmente, cuando nos compramos un juego, nos documentamos viendo análisis, vídeos, etcétera, para asegurarnos de que es un producto que se ajusta a nuestros gustos, y que no invertiremos nuestro dinero en un título que no está destinado a nosotros. Eso sí, a veces nos arriesgamos y descubrimos auténticas joyas en juegos en los que no teníamos ningún tipo de expectativas –por la falta de conocimiento, más que por otra cosa–, y la satisfacción se multiplica.

Estamos seguros de que Don’t Starve ha sido una de esas agradables sorpresas para muchos usuarios en PC, y ahora, con su llegada a PlayStation 4, seguirá ganando adeptos. Juegos de supervivencia hay ahora mismo a patadas, pero, ¿qué tiene Don’t Starve que lo hace merecedor de nuestra atención? Os contamos todo.
Perdidos en un mundo irreal
Las ansias de poder de nuestro protagonista lo arrojan a un extraño mundo, en el cual descubrirá más pronto que tarde que su apariencia normal y corriente es poco menos que la fachada. Perdidos en lo desconocido, como todo ser vivo, decidimos comenzar nuestra lucha por la supervivencia. Tendremos que comenzar recogiendo piedras, ramas, semillas y bayas para ir consiguiendo fabricarnos nuestras primeras herramientas y comidas, a la vez que descubriremos que nada es tan sencillo como parece.
Desde el primer momento, Don’t Starve da al jugador libertad para hacer lo que le dé la gana. No hay tutoriales que nos lleven de la mano, y nuestra perspicacia será clave para aprovechar cada pista que el juego nos da. O no. La falta de tutoriales se suple con el menú de fabricación de objetos, en la que vemos los elementos que podemos construir y lo necesario para ello. No todos están disponibles desde el principio, pero tranquilos: todo llegará.

Un juego para los pacientes
Nuestro personaje –con casi una decena desbloqueable, cada uno con una habilidad diferente– tiene que preocuparse de tres factores: el hambre, la salud y la salud mental. Así, será necesario encontrar comida –ya sea en los árboles, cocinándola, capturando animales...–, elementos que mejoren nuestra salud –no toda la comida lo hace– y creándonos, por ejemplo, una corona de flores que nos mantiene mentalmente estables. Morir de hambre o perder toda la salud tiene consecuencias claras, pero volvernos locos cambiará la apariencia de mundo, e incluso invocará a criaturas etéreas que nos harán daño sin que podamos evitarlo.

Por si esto fuera poco, también es necesario pasar la noche cerca de una hoguera, ya que, de otra manera, seremos atacados por criaturas de las que no podemos defendernos al estar totalmente cegados por la oscuridad. Cuando consigamos dar el salto cualitativo de la hoguera al hogar, tendremos que elegir entre plantarnos jardincitos que nos alimente, o salir a la aventura, fuera de nuestro cobijo, para encontrar nuevos recursos. Las posibilidades son muy amplias, y os aseguramos que invitan a probar una y otra vez.

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