Análisis de Singularity (PS3, Xbox 360, PC)
¡Qué difícil es sorprender en los tiempos que corren! No es la primera vez que hacemos ahínco desde estas páginas, a lo complicado que resulta encontrarnos con títulos y juegos nuevos en nuestras consolas y ordenadores. No hay día en el que veamos como ideas que se presentan originales en un principio, acaban desechadas o adaptadas a las corrientes más comunes y normales. Muchos creen que es necesario, que es un mal menor para que todos los usuarios tengan aquello que se pide. Pero nosotros no lo creemos así. Sacar un juego basado en una original idea, es muy difícil, complicado, y en términos comerciales, casi un suicidio. Pero de vez en cuando, se dan pequeños atisbos de lo que pueden ser grandes joyas. Singularity, de Raven Software, es uno de esos casos.
Raven Software es una gran conocida del sector. Ellos se han encargado de varios títulos de la saga de X-Men (entre ellos el más que notable X-Men Orígenes: Lobezno), del conocidísimo Hexen, y tienen en su haber la adaptación del último Wolfenstein. Son unos desarrolladores a la antigua usanza. Y muy trabajadores. Cuando se anunció que su próxima creación sería una obra original, muchos asquearon y mostraron caras y muecas. ¿Una empresa que se había encargado de tantas licencias anunciando una nueva IP? ¿Sería buen movimiento? La verdad, es que Singularity, ha sido uno de los juegos más celosamente guardados de lo que llevamos de generación. Dejando a un lado los macro-proyectos de determinadas compañías, Raven Software ha mantenido en el más absoluto de los secretos a su obra. Sin demos, sin demostraciones a puerta cerrada y sin apenas trailers o imágenes cada pocos días o semanas (tal y como nos tienen acostumbrados las compañías en esta generación de la sobre-información), Singularity acabó relegado al cajón de los olvidos meses después de su presentación. No se volvió a hablar del título.
Ahora, Activision publica el juego en nuestras tierras (y en medio mundo), dispuestos a ver si de verdad Raven Software ha estado desarrollando algo realmente bueno, y no un delicioso pastel a la vista, pero hueco y vacío por dentro. ¿Qué se esconde tras Singularity? ¿Hay algo verdaderamente interesante tras un secreto desarrollo y una promoción escueta? Os adelantaremos algo: es muy bueno. Singularity nos ha sorprendido gratamente, demostrando que se pueden hacer videojuegos originales y muy divertidos con un poco de imaginación. ¿Queréis saber más? Seguid leyendo.
Una historia original
Realmente, la historia de Singularity no de un alarde argumental digno de ser elogiado, pero sí tenemos que decir que sirve perfectamente como una original premisa desde la que partir y demostrar de qué pasta está hecho el juego. Singularity nos emplaza en pleno 2010. Encarnando a Nate Renko (un soldado de las fuerzas especiales), viajaremos a una desconocida isla rusa, denominada Katorga-12, donde, tras una investigación rutinaria vía satélite del ejército de los Estados Unidos, se han encontrado indicios de unas extrañas instalaciones abandonadas.
Dicha isla, durante los años cincuenta, fue el motor y el principal emplazamiento de una investigación centrada en la obtención de un extraño elemento, el E-99. Dicho elemento, según las mentes pensantes del comunismo dirigido por Stalin (y más tarde por Nikita Kruschev), debía ser la pieza de presión y defensa frente al poder atómico y nuclear de la civilización capitalista occidental. Pero algo salió mal, y la URSS decidió dar carpetazo al asunto, olvidando a Katorga-12 a su suerte. Singularity irá desvelándose poco a poco como una interesante aventura, marcada por el terror y la ciencia ficción más clásica, con continuas referencias a los viajes en el tiempo, las paradojas temporales o los típicos y consabidos experimentos que acaban saliendo mal.
Nos encontraremos con conspiraciones, personajes inquietantes y extrañas criaturas que vendrán a por nosotros a la primera de cambio. Si hubiese que buscar algún tipo de paralelismo cinematográfico (Singularity tiene un marcado sentimiento cinéfilo en su embalaje), podríamos decir que Singularity bebe de la estructura visual del cine dejado por Terry Gilliam en su excelente obra maestra (protagonizada por el queridísimo Bruce Willis), 12 Monos. Y si hablamos de literatura, las referencias a Metro 2033 son más que evidentes y notorias. Pero eso sí, salvando las distancias, por supuesto. Al César lo que es del César.
Singularity, a simple vista, es una interesante mezcolanza de varios títulos y juegos que todos hemos visto, Bioshock y Half Life entre ellos. Y de hecho, lo es. Es cierto que su guión no es más que una consecución de hechos esperables uno tras otro, pero sus pequeños giros, sus sorpresas y su soberbia ambientación, lo hacen un apartado merecedor dentro del juego, lo convierten en un aspecto a tener en cuenta. Es un soplo de aire fresco y una suerte encontrarse con videojuegos, que pese a no tener muchas aspiraciones filosóficas o argumentales (que muchas veces, juegan a la contra en dichos ambiciosos títulos, haciéndolos ridículos), se toman en serio a sí mismos, funcionando extremadamente bien a la hora de ponernos a jugar.
Jugablemente singular
Como hemos comentado al empezar este análisis, es muy difícil ser fresco y distinto dentro del manido mercado de los juegos de acción de primera persona. La moda impera, y es bastante común encontrarse en las tiendas decenas de títulos y videojuegos que se copian unos a otros en muchos apartados. La falta de originalidad es preocupante. Es cierto, y lógico, que se tomen como base aquellas ideas que funcionan o son buenas a simple vista. Ya sea considerado homenaje o una forma de reconocimiento a aquello que simplemente es bueno. Singularity, bebe de muchas fuentes.
Es algo que se nota desde el primer momento, y por ello, es tan especial. El avezado jugador se dará cuenta de que, Singularity, coge lo mejor de ciertos juegos de renombre, y los adapta a su particular universo jugable. Los primeros minutos, por ejemplo, son un particular rip-off de los comienzos de Bioshock o Half Life. Entraremos desarmados, tras un fatídico accidente aéreo, a una abandonada y terrorífica isla. Instalaciones vacías, carteles comunistas por doquier, fábricas destruidas y reducidas a escombros por el paso del tiempo, estancias oxidadas y muertas…Un panorama ciertamente desolador. Durante estos primeros momentos de nuestra aventura, nos limitaremos a deambular desarmados por un entorno algo hostil y abrumador. Una vez el juego empiece a darnos pistas de qué es lo que realmente ha ocurrido, durante unos instantes, tendremos la sensación de estar jugando a una suerte de juego de acción en primera persona con marcados elementos de terror. Singularity coquetea mucho con el terror y los consabidos sustos, y la jugada le sale bien.
Jugablemente, Singularity empezará siendo una obra de terror donde la acción apenas se limita a la defensa de determinados enemigos y criaturas que nos asediaran al principio. Luego, el ritmo del juego cambia, y tira hacia otros derroteros más mundanos, pero aún así, interesantes. Incluso habrá situaciones donde nos encontraremos viajando momentáneamente (como si de una suerte de flash-back se tratase) por el tiempo, viendo como los supervivientes se escondían o sucumbían al caos que se apoderaba de Katorga-12. La mayor parte de Singularity, serán combates, con ciertos tintes de exploración y resolución de pequeños puzles (que están basados en su mayoría en un concepto y elemento jugable que explicaremos más adelante).
Sus controles no se diferencian de casi ningún shooter, y de hecho, son heredaros de la gran mayoría de los juegos más actuales. Un botón de salto, otro para agacharse, otro para recargar y otro de acción. Cruceta para la utilización de objetos y habilidades. Gatillos para disparar y apuntar (así como para defendernos cuerpo a cuerpo), y sticks para mover al personaje y la cámara o correr con él. Lo más común del mundo. La variedad de armas es aceptable, con pistolas, fusiles, escopetas, rifles de francotirador…En un par de horas, tendremos un arsenal muy digno y eficiente, pero con limitaciones. Se acabaron los arsenales andantes. Singularity, no nos deja llevar más de un par de armas encima, con lo cual, debemos plantear bastante bien las situaciones antes de portar unas u otras.
El juego también nos dará la posibilidad de mejorar armas mediante la utilización de algunos objetos y piezas. La recolección de dichos elementos, que no vienen a ser otra que una especie de dosis de E-99 (el elemento que buscaban los rusos en el juego), nos ayudarán a mejorar aspectos de las armas, como los cargadores (que podrán albergar más balas) o la fuerza del disparo, haciendo así a nuestros proyectiles más poderosos y efectivos. Los puntos para modificar nuestras armas y equipos, están repartidos por el escenario, y también nos sirven como baúl para guardarlas. Como si de un Resident Evil clásico se tratase, dichos puntos de armas, suelen estar en estancias seguras y tranquilas donde podremos planificar nuestras estrategias de combate sin necesidad de engorrosos o complicados menús. Pero es cuando conseguimos cierto elemento jugable, cuando el concepto jugable de Singularity cambia por completo, dejando de un lado todas las referencias a juegos anteriores.
El TMD es el núcleo sobre el que pivota todo Singularity. Es el leitmotiv jugable. Al conseguir el TMD (Dispositivo de Manipulación Temporal en español), podremos manipular el tiempo. Sin querer hacer muchos comentarios al respecto (el juego nos ofrecerá ciertas sorpresas al respecto), Singularity vence donde otros títulos, como Timeshift, fracasaron. En Singularity, por ejemplo, podremos utilizar dicho aparato (una especie de guantelete) para atacar enemigos, destrozar instalaciones, o repararlas y utilizarlas como si estuviesen a estrenar.
La idea de utilizar el tiempo a nuestro antojo, es una maravilla. Podremos reparar escaleras que estén rotas y derruidas para llegar a sitios inaccesibles, devolver a un estado utilizable (y explosivo) aquellos oxidados barriles para así atacar a nuestros enemigos, o activar interruptores que ahora se encuentran inactivos. O incluso, descuartizar y volver esqueletos a nuestros enemigos. De todo. Así pues, lo que podría haber sido un shooter con un par de aciertos jugables y estéticos, acaba siendo un juego completamente original y novedoso. El concepto de la manipulación del tiempo está muy bien desarrollado en Singularity, dándonos situaciones bastante interesantes. Singularity utiliza dicha idea, para presentar algún que otro puzle de simples características, que aunque no dicen nada del otro mundo y refieren en cierta manera el marcado carácter lineal del título, demuestran sin lugar a dudas la trabajada y mimada labor entorno al control del tiempo y sus consecuencias.
Singularity también incluye un modo multijugador. En dicha opción, nos encontraremos con dos tipos de juego: Exterminio y Criaturas contra Soldados. El primero, adolece los pros y los contras de cualquier tipo de juego basado en el enfrentamiento de jugadores (deathmatch) a muerte. El segundo, y el más original, radica en el combate de criaturas mutadas por el E-99 contra soldados. Funcionan bien, sin cuelgues o fallos de conexión. No sabemos si Raven Software y Activision decidirán sacar adelante más contenido para este tipo de juego, pero lo creemos conveniente. Ambos modos no son nada del otro mundo, pero son un añadido interesante que puede ampliar la vida jugable y útil del videojuego, que dicho sea de paso, goza de una duración bastante normal teniendo en cuenta su género jugable (de ocho a diez horas en dificultad media).
Ya lo hemos dicho, pero volvemos a insistir: Singularity parte de una base muy conocida y vista por todos a niveles jugables, pero la mezcla con un concepto muy original y novedoso (el control del tiempo y sus consecuencias), que aunque peca de simplista en muchas partes, dota de nuevos y curiosos niveles a la jugabilidad.
Un apartado técnico especial
A día de hoy, raro es el juego que no use Unreal Engine 3. El motor de Epic ha conquistado con asombrosa facilidad los desarrollos de cientos de títulos en cuestiones técnicas. Estamos de acuerdo con eso de que es más fácil (y barato) licenciar un motor gráfico que crearlo desde cero, pero también que tanta utilización del mismo, acabará por saturando el mercado. Gracias a Dios, estos problemas, no aparecen en Singularity, pues Raven Software, es un equipo que conoce a la perfección las bondades de dicho motor (como ya demostraron en el ya mencionado X-Men Orígenes: Lobezno). Singularity, como hemos dicho, goza de una ambientación soberbia. La localización física de la isla de Katorga-12, es realmente acongojante. Edificios abandonados y derrumbados, colegios fantasmas, calles vacías llenas de escombros, oscuros pasillos, fríos y tétricos laboratorios.
El trabajo de Raven a la hora de ambientar su juego es digno de elogio, tanto, que durante los primeros compases, la ambientación logra ser un personaje más dentro del planteamiento del juego. La excelente iluminación, y la maravillosa utilización de las texturas de alta resolución en ciertas partes del juego, dotan al título de un sentimiento de mimo en todas y cada uno de sus detalles. Nuestros enemigos, por su parte, parecen lo que tienen que ser: amenazantes y peligrosos. Desde las extrañas criaturas producidas por los extraños efectos de la investigación con el E-99, a los soldados rusos que buscan el consabido guantelete mágico, todos tienen un diseño bastante acertado.
Aún así, es cierto que Singularity no está libre de problemas. El Unreal Engine 3 es un motor gráfico tristemente conocido por su tardanza a la hora de cargar texturas, y aquí, dicho problema (para desgracia nuestra), no será una excepción. Aunque pasará en momentos muy puntuales y concretos, es un problema que está ahí, y que siendo honestos, estropea un poco la experiencia de juego.
En cuanto al sonido, tenemos que dar un sonoro aplauso a Activision por la excelente localización del juego. Singularity tiene uno de los mejores doblajes al castellano que hemos visto en mucho tiempo. Voces claras, entendibles y con una dicción acorde al juego. Singularity hace gala de un diseño de sonido soberbio. Ya hemos repetido a lo largo del análisis lo trabajado que está en cuanto a ambientación. Pero es que el diseño de efectos sonoros, está a otro nivel. Con una sonoridad multicanal fuera de toda duda, el sonido en Singularity está muy por encima de sus competidores.
Podremos escuchar gemidos, gritos o maderas crujiendo a nuestro paso. Y encima, con una localización espacial muy buena. ¿Qué queremos decir con esto? Pues que si por ejemplo activamos una radio o un micrófono con algún tipo de sonido, este sonido no nos acompañará, sino que se quedará emplazado en el mismo sitio donde lo activamos. Es decir, si nos movemos, se seguirá escuchando desde donde se encuentra. Activar una película, salir de la habitación, y ver como sigue funcionando al rato de estar nosotros allí (escuchándola por toda la estancia), es una absoluta maravilla. En cuanto a la banda sonora, los temas, pese a sonar demasiado típicos, cumplen la función narrativa y de acompañamiento a la acción cuando se requiere, con lo cual, no se le pueden objetar nada en cuanto a su trabajo dentro del videojuego en sí mismo.
Conclusiones finales
Aún no hemos salido de nuestro asombro. Estamos realmente sorprendidos. Singularity era algo que no esperábamos. Lo que podría haber sido un título del montón, destinado a ser un juego más en las estanterías de los comercios, se ha convertido en una obra con unos credenciales jugables y técnicos propios y dignos del más merecedor de los reconocimientos. Singularity, es uno de esos juegos tapados, que llegan sin hacer mucho ruido, y que luego acaban encontrando su sitio en la historia del ocio electrónico. Uno de esos juegos que son recordados con el paso del tiempo. Raven Software y Activision han parido un videojuego que no debería de ser ignorado por la comunidad de videojugadores. Singularity es un excelente juego, que quizás podría haber sido algo aún más redondo si su concepto se hubiese aprovechado o refinado, pero que a todas luces merece un lugar de lujo dentro del poco original género de los juegos de acción de primera persona. Por méritos propios. Singularity está ya disponible para Xbox 360, PS3 y PC.