Análisis de Painkiller: Hell & Damnation (PS3, Xbox 360)

El pasado mes de octubre, los aficionados del mítico Painkiller, una de las obras más reconocidas de People Can Fly, creadores de Bulletstorm y Gears of War: Judgment, pudieron disfrutar en PC de una correcta actualización gráfica realizada por The Farm 51 a la que se bautizó como Painkiller: Hell & Damnation. Esta revisión también fue anunciada originalmente para Xbox 360 y PlayStation 3, aunque comenzó a recibir inexplicables retrasos que han provocado que hasta el día de hoy no hayamos podido disfrutar del juego en su versión para consolas domésticas, algo que se ha intentado compensar con un precio de lanzamiento reducido. ¿Habrá merecido la pena la espera?

De fiesta en el purgatorio

En esencia nos encontramos con el mismo juego que ya pudimos disfrutar en PC, ya que no encontraremos diferencias más allá de las que atañen a su apartado gráfico. Por lo tanto, volveremos a revivir la "historia" (con muchas comillas) de Daniel Garner en su lucha contra las hordas infernales del purgatorio. Si buscáis algo parecido a un guion en este juego, os recomendamos que miréis para otro lado, porque los pocos vídeos en los que la trama intenta avanzar os interesarán lo mismo que la jugabilidad de Superman 64.

Pero esto es un juego de acción en primera persona de la vieja escuela, así que, ¿quién necesita una buena historia? Clásicos del género como Doom o Quake no se hicieron un nombre por sus guiones, sino por contar con una jugabilidad a prueba de bombas en la que solo importaba una cosa: divertirte rellenando de plomo a todo lo que se mueva. Y esta es precisamente la premisa que sigue Painkiller.

A diferencia de los dos títulos mencionados en el párrafo anterior, Painkiller no basa su desarrollo en un complejo y laberíntico diseño de niveles donde perdernos buscando la salida. Aquí para avanzar por las pantallas tendremos que ir superando diversas "arenas" donde las puertas no se abrirán hasta que acabemos con todos los enemigos de la sala, por lo que se centra al 100% en la acción, dejando de lado el factor de exploración, a pesar de contar con algún que otro secreto. Lo bueno es que estas "arenas" suelen ser muy variadas y nos llevarán a combatir desde estrechos pasillos hasta amplios exteriores, aunque la linealidad siga presente en todo momento.

Cabe destacar la extrema simplicidad de sus controles, ya que solo podremos disparar, movernos, saltar, activar cartas del tarot y cambiar de arma, lo que lo hace muy intuitivo y provoca que sobren bastantes botones del mando. Cada arma cuenta con dos tipos de disparos diferentes y aquí podremos llevar todo nuestro arsenal a cuestas a la vez, por lo que siempre tendremos una amplia variedad de herramientas para enfrentarnos a todo lo que nos salga por delante, obligándonos a reservar la munición más potente para los enemigos más duros. Eso sí, el cambio de una a otra nos parece algo lento y muchas veces nos veremos huyendo mientras buscamos la que queremos, algo que no se adapta bien con el frenetismo que propone el juego.

Por otro lado, mencionar que aquí no existe regeneración de vida automática, por lo que tendremos que curarnos recogiendo las almas que encontremos por el escenario y que los enemigos suelten al morir. En cuanto a esto último hay que decir que una vez que consigamos 66 almas entraremos automáticamente en "modo demonio", lo cual nos permitirá acabar de un solo golpe con cualquier enemigo durante un breve periodo de tiempo.

En lo que respecta a las cartas del tarot, estas las conseguiremos por cumplir diferentes desafíos en cada nivel, como terminar una pantalla en una cantidad de tiempo determinada, recoger todas las cajas de munición o recolectar un mínimo de almas. Una vez las tengamos, podremos equiparlas siempre que paguemos su coste en oro. Sus efectos son muy diferentes y nos permitirán hacer cosas como ralentizar el tiempo o recibir menos daño de los enemigos cuando las activemos, algo que solo podremos hacer una vez por nivel a menos que cumplamos ciertos requisitos. Eso sí, también es perfectamente posible pasarse el juego sin hacer uso de ellas, por lo que son más una ayuda que algo realmente necesario.

Algo que resulta destacable es la enorme variedad de enemigos que pueblan la aventura, un detalle que resulta mucho más importante de lo que parece y que hace que el juego no caiga fácilmente en el tedio más absoluto, ya que iremos descubriendo nuevas criaturas hasta prácticamente el último nivel, y cada una de ellas cuenta con sus propias características a tener en cuenta.

Eso sí, esto queda muy empañado por la patética inteligencia artificial de la que hacen gala. No nos entendáis mal, Painkiller es un juego que nos lanza hordas de enemigos de frente sin más táctica de ataque que lanzarse a lo loco a por nosotros para así superarnos en número y matarnos, y eso es algo que funciona bastante bien. El problema viene cuando los monstruos no paran de quedarse atascados con casi cualquier elemento del escenario y entre ellos mismos, se pierden o se olvidan de que tienen que atacar. Y creednos, una esquina puede ser un enemigo mucho más mortal para estas criaturas que nosotros mismos.

Continuando con lo negativo, decir que la diversión que propone el título se acaba pronto, ya que podemos completarlo perfectamente en cinco o seis horas, y el multijugador competitivo que se ha incluido no es lo suficientemente atractivo como para tenernos enganchados mucho más tiempo, limitándose a modos tan clásicos como combate a muertes por equipo o capturar la bandera. Destacar que también existe un modo de juego cooperativo para dos jugadores, tanto online como local a pantalla partida, lo que hace mucho más ameno y divertido el masacrar a todas las hordas de enemigos que nos saldrán al paso.

Gráficamente se trata de un juego más propio de hace unos años que de este final de generación, ya que la actualización gráfica que ha recibido respecto al título original es meramente funcional y no aprovecha para nada las capacidades de las consolas actuales. El bajón respecto a la versión de PC es evidente, las texturas cuentan con una resolución bastante discutible, los modelados son tremendamente simples, los efectos de iluminación son inexistentes, en los escenarios más abiertos aparece una sospechosa niebla que emborrona los elementos lejanos y hay algunos momentos en los que la tasa de imágenes por segundo se resiente bastante (mucho ojo con el primer jefe final, que cada vez que golpea el suelo el juego se infarta). Como punto positivo, mencionar la gran variedad de entornos y escenarios que visitaremos, así como su más que correcto apartado artístico.

Finalmente, en lo referente al sonido, mencionar que la banda sonora es bastante buena y muy movida, lo que encaja a la perfección con todas las carnicerías que veremos en pantalla, aunque hay algunos momentos en los que se hace un poco cargante (hay niveles que duran bastante y estaremos escuchando la misma canción durante más de 20 minutos). Los efectos de sonido tampoco están nada mal, aunque se limitan a cumplir sin muchos alardes. A pesar de que las voces se encuentran dobladas al español, las interpretaciones de los actores se sienten muy forzadas y dejan muchísimo que desear.

Conclusiones

Painkiller: Hell & Damnation es un juego de los de antes, donde solo importa la diversión rápida y directa, y donde nuestros reflejos y habilidad con el mando serán las únicas herramientas que tengamos para superar cada nivel. La adaptación que se ha realizado de este clásico es correcta, aunque nos deja con la sensación de que se podría haber hecho mucho más para actualizarlo a los tiempos actuales, como con la inclusión de más contenidos, mejores gráficos, un motor más estable o una IA enemiga que no tienda bugearse a cada esquina. Sin embargo, si solo quieres rememorar viejos tiempos y pasar un buen rato disparando como si no hubiera un mañana a criaturas infernales, Hell & Damnation sabrá cómo contentarte.