Análisis de Assassin's Creed III (PS3)
Han pasado cinco años desde la irrupción de Assassin’s Creed en el mundo de los videojuegos para convertirse en una de las sagas más importantes de la generación, y en este tiempo Ubisoft ha conseguido crear un universo con grandes posibilidades. Tras una primera entrega que fue alabada y criticada a partes iguales, la segunda parte nos llevó al Renacimiento y logró hacer más variada la jugabilidad. Sin embargo, en vez de llevar la saga a cualquiera de las épocas con las que los fans han elucubrado desde 2007, Ubisoft decidió mantener al personaje de Ezio y "envejecerlo" con nuevas aventuras. Tras llegar a su final el año pasado con Revelations y de paso sellar el destino de Altair, Ubisoft renueva por completo la saga este año con una verdadera tercera parte. Nueva época, nuevo motor gráfico y, sobre todo, nuevas ideas para meternos en la piel del indio mestizo Connor y aportar nuestro granito de arena a la Revolución Americana que independizó los Estados Unidos en 1787.
Assassin’s Creed III no es una continuación del juego del año pasado, Revelations, sino de toda la trama de Ezio. Si la saga del florentino se lanzó durante tres años con cierta planificación pero también con algo de prisas, manteniendo el ritmo de un juego anual, en esta tercera parte se nota que las cosas llevan en proyecto desde 2009. El motor gráfico es completamente nuevo, así como la forma de enfocar la historia y de trasladarnos a una época pasada que aun así está a siglos de distancia de las anteriores, lo que permite que el juego cambie completamente. Seguimos siendo un asesino con el cometido de realizar misiones con sigilo para acabar con las interminables conspiraciones templarias, pero la nueva época trae una nueva forma de jugar.
Los anteriores títulos nos llevaban a una o varias ciudades, pero Assassin’s Creed III pretende llevarnos a un continente, con sus urbes pero también con sus bosques vírgenes, libres todavía de la influencia del hombre de Occidente. En este sentido la ambición del juego es enorme, y recuerda a lo visto en Red Dead Redemption, un título en el que se inspira en muchos de sus elementos, como también lo hace, más lejanamente, en Metal Gear Solid 3. Connor es un asesino que tendrá que realizar peligrosas misiones para ayudar a la Revolución, pero también un indio americano que ha aprendido a vivir con su entorno, a cazar para sobrevivir y a conocer y respetar la naturaleza. AC3 tiene en este aspecto un aire un tanto reivindicativo. Los asesinos y sus templarios tienen sus luces y sombras, los leales a la corona y los independentistas también, pero los verdaderamente puros y bondadosos, los que derraman su sangre por una tierra que genuinamente aman y veneran, son los hoy en día casi extintos indios americanos.
Habría mucho más que decir de la historia pero una letra de más puede estropearla. Simplemente es la mejor de la saga, la mejor narrada, la que tiene más significado y la que con mayor mérito trasciende más allá de los rifirrafes entre asesinos y templarios. Tampoco es un producto patriótico americano, ni le da a la Revolución un cariz justiciero, redentorio o heróico de más para mayor gloria del Tío Sam. Es una buena historia de personajes, tomándose ciertas licencias a la hora de retratar a algunos héroes que sin duda provocará polémicas entre el público norteamericano, ambientada en un contexto muy rico que nos sorprenderá pronto con secuencias que quizás cambien nuestra visión de la saga Assassin’s y de los estereotipos en los videojuegos.
El lado salvaje de América
Los anteriores Assassin’s Creed habían sido juegos centrados en ciudades, especialmente los dos últimos. Las aventuras de Ezio tenían sus áreas abiertas, pero la jugabilidad estaba concentrada en pequeños espacios, con eventuales escapadas en misiones secundarias, pero a fin de cuentas el mundo del juego estaba limitado a las urbes y sus tejados, como también lo estaba en el título fundacional. Assassin’s Creed III, en cambio, apuesta por las tierras de frontera de las incipientes colonias americanas, lo que equivalía al Salvaje Oeste en el siglo XVIII, las tierras boscosas que había entre la costa colonizada y civilizada y los lindes de los territorios otorgados por esos tratados de escuadra y cartabón entre ministros. Algunas zonas civilizadas, otras vírgenes, indios en retirada hacia las futuras reservas y animales salvajes corriendo libremente, algunos huidizos y otros agresivos. Es un nuevo mundo abierto que expande las posibilidades de juego, que los diseñadores han sabido aprovechar muy bien y que hace que las misiones puedan ser más variadas en combinación con el nuevo contexto histórico.
La estrella, claro está, es el parkour por árboles. El primer Assassin’s Creed encandiló a muchos jugadores por permitir saltar de tejado a tejado sin dejar de correr, y Assassin’s Creed III consigue la misma sensación de fluidez con el mundo de la frontera en el que se ha criado el indio Connor. Saltar de árbol en árbol no solo nos permite avanzar más rápido, también sorprender a enemigos y presas en el suelo, además de llegar a lugares inaccesibles. Sin duda un gran acierto en el diseño del enorme mundo de frontera, repleto de "caminos aéreos" que logran camuflarse bien con el escenario.
La frontera trae consigo nuevos retos y misiones. Cada zona de este enorme escenario cuenta con sus propias especies para cazar, algunas de forma ingeniosa, con trampas o sorprendiéndolas desde lo alto, y otras, las de mayor tamaño, con enfrentamientos interactivos algo simples, y numerosas misiones y encuentros inesperados. Pero, sobre todo, asombra la gran variedad de entornos. Contamos con zonas montañosas, otras boscosas y pequeños pueblos de los alrededores de Boston como Concord o Lexington. Es un área enorme en la que no solo cumpliremos retos de los hombres de la frontera y misiones secundarias, sino que también está integrada en las misiones del juego.
Las misiones de la revolución
Como en anteriores Assassin’s Creed, la historia de Connor está organizada a través de secuencias que Desmond Miles, el verdadero protagonista del juego, recuerda gracias a la tecnología Animus robada a Abstergo, la multinacional que ejerce de tapadera de los templarios en el mundo real. Las aventuras de Desmond juegan de nuevo un papel secundario, con pequeñas partes en las que los controlaremos entre bloque y bloque de la vida de Connor. El protagonismo total es para el siglo XVIII, aunque la verdadera historia la esté escribiendo Miles y sus amigos underground en su misión de salvar al mundo de un destino fatal.
Comenzando con Connor de niño, nos involucraremos en los sucesos que culminan en la Revolución Americana y posterior Guerra de la Independencia. Connor se verá envuelto en ellos no por patriotismo, sino porque se entrecruzan con su guerra personal. A lo largo de los años que dura la contienda participaremos en algunos de sus famosos momentos iniciales y en algunas batallas conocidas, además de conocer a personajes históricos que, como os contábamos al principio, han sido adaptados de manera bastante libre por Ubisoft, o al menos lejos de la mitificación patriótica.
Las misiones de la campaña son más variadas que en anteriores juegos y, como comentábamos, aprovechan las ciudades y las partes abiertas, mientras que otras tienen escenarios realizados por y para ellas, como algunas batallas. Hay algunas misiones mejores que otras, y las más memorables suceden en la segunda mitad de la aventura, y en este sentido resulta el mejor Assassin hasta el momento. Es el más largo, y el que menos misiones de relleno tiene.
Novedades en el combate, el sigilo y el control
Tras los cambios en el combate integrados en AC2 y evolucionados en sus continuaciones, Assassin’s Creed 3 vuelve a cambiar las cosas, integrando un botón para el ataque con arma de mano y otro para el ataque con arma a distancia, y cambiando el botón de bloquear al círculo. El sistema de combate parece aparentemente el mismo que el de títulos anteriores a primera vista, pero al rato descubriremos que tiene más opciones y que está más medido. Con Ezio era fácil comenzar a enlazar muertes seguidas, haciendo auténticas matanzas. Esta faceta sigue presente en Connor, pero los enemigos tienen más facilidades para cortarlas, y hay adversarios mucho más hábiles y no tan sensibles a los contraataques; para que un contraataque salga bien tendremos que medir mejor la pulsación de los botones.
Para salir victoriosos de los enfrentamientos tendremos que combinar ataques, contraataques y movimientos de desarme o de ruptura de guardia, teniendo siempre en cuenta que las armas de fuego juegan un papel importante. Cuando estemos dando cuenta de tres o cuatro casacas rojas, puede que haya otros tres cargando ordenadamente sus fusiles para dispararnos en plan pelotón de fusilamiento. El juego nos advierte de este tipo de ataques, y de otros imparables, situando una señal amarilla sobre los enemigos, del mismo modo que muestra una roja para señalarnos cuándo hace un contraataque.
Más allá del combate, a la hora de enfrentarnos a los enemigos destaca la gran amplitud de opciones. Además de tener armas de fuego como pistolas o bayonetas que podremos robar a los soldados enemigos, también contamos con un arco con el que Connor es letal -y silencioso-, y con otras armas como, nuestra preferida, una cuerda con la agarrar por el cuello a los enemigos a distancia y arrastrarlos hasta nosotros (o usarlos como contrapeso para bajar de un árbol, dejándolos ahorcados).
La variedad de armamento se combina con más opciones para realizar asesinatos sigilosos, ya que se añade la vegetación como elemento de camuflaje. Connor puede ocultarse en ella (aunque sea muy visible en realidad, son las reglas del juego), y realizar asesinatos desde las hierbas, ocultando luego el cadáver entre ellas. En la parte del sigilo, la novedad más llamativa es la posibilidad de situarse tras esquinas y mantenernos ocultos, esperando a que el guardia en cuestión pase, al estilo de juegos de sigilo como Metal Gear o Splinter Cell. Este añadido es muy interesante pero quizás se use demasiado poco. Nos da una opción más para ocultarnos de enemigos y sorprenderlos, pero da la impresión de que podría haberse aprovechado más. También queda una "vertiente" del sigilo por explotar, y es la iluminación. Está claro que la luz y otros elementos (por ejemplo, la ventisca) hacen menos visible a nuestro personaje, pero el juego nunca nos indica cuánto, por lo que este elemento se aprovecha mucho menos, recurriendo a los tradicionales lugares seguros y a evitar entrar en la línea de visión de los enemigos.
La contrapartida de estas mejoras es la inteligencia artificial del juego, que se comporta a veces de manera un tanto extraña o, mejor dicho, excesivamente ingenua. Los guardias reaccionan y se comportan siempre de manera rutinaria, independientemente de la situación (vengan de estar tranquilos o hayan muerto la mitad de sus compañeros) y de lo que vean. No es lo mismo ver a alguien sospechoso desde lejos en una zona restringida, que ver que en el barco que estás custodiando hay alguien escalando el palo mayor. En ambos casos, los guardias reaccionan de igual manera, sospechando que no deberíamos estar ahí, pero sin grandes aspavientos. Otro error común ocurre cuando liquidamos a un guardia de forma muy sigilosa, por ejemplo con una flecha desde un lugar elevado. Si los otros no consiguen vernos, al cabo de unos segundos volverán a sus quehaceres, sin pensar que la siguiente flecha misteriosa puede atraversarles a ellos.
Numerosas misiones secundarias
Aparte de las misiones del modo historia, de una duración considerable, Assassin’s Creed III cuenta con un notable repertorio de misiones secundarias, desde los clásicos encargos rápidos que salen indicados en el mapa o pequeños asesinatos hasta carreras o misiones en las que hacer de correo, coleccionables como las plumas o las páginas de los almanaques de Benjamin Franklin. Sin embargo, las que destacan son las que forman una historia en sí misma, por así decirlo.
En ese sentido, la palma se la lleva las misiones en barco, toda una serie de aventuras marítimas de Connor que no es obligatorio jugar (salvo la primera, un tutorial para dejarnos claro que tenemos un barco a nuestra disposición). Es como un juego dentro de Assassin’s Creed, y la verdad es que no nos imaginábamos que el control de una fragata gigante pudiese adaptarse tan bien al de un juego de acción, logrando unos enfrentamientos marítimos arcade que están en las antípodas de Master & Commander pero que son memorables. Del mismo modo, las misiones de la hacienda, las búsquedas de tesoros y otros retos también tienen un gran trabajo detrás. Al igual que las escapadas de Leonardo en Revelations o las misiones de la hermandad de los lobos en La Hermandad, Ubisoft ha puesto un gran trabajo en este contenido secundario haciéndolo de tanta calidad como las misiones propias de la historia.
El ritmo y las posibilidades
Este Assassin’s Creed 3 también es el más largo de todos. Sus doce secuencias principales, jugadas "al grano", nos llevarán cerca de quince horas, pero como es de esperar hay muchas misiones secundarias opcionales que llevar a cabo, y la duración puede extenderse a más del triple, sin contar el tiempo que nos pasemos simplemente explorando la frontera por diversión, probando cosas, intentando cazar todos los animales.
El ritmo y la progresión del juego es algo a comentar. Tras un comienzo trepidante en el que avanzamos rápidamente, en cuanto se abre ante nosotros el mundo de AC3 la progresión del juego se hace más lenta porque, de repente, tenemos muchas cosas que aprender a usar, y hay media docena de misiones destinadas a ello, en las que no haremos atrevidas incursiones, ni combates que cambien el curso de la historia, sino una serie de tareas de tutorial que a más de uno pueden parecer un poco pesadas. Lo bueno es que, al mismo tiempo, probablemente evitemos hacer las misiones seguidas para pasar el rato aprovechando las nuevas posibilidades que se nos van abriendo, explorar el terreno, cazar, comerciar con nuestra hacienda, estrenar nuestro nuevo barco... Tras este grupo de misiones que puede hacerse tedioso, la aventura continúa con su alto ritmo y la historia del juego nos enganchará de nuevo.
Afianzando el interesante multijugador
El modo multijugador se incorporó por primera vez a la saga en Assassin's Creed: La Hermandad, un añadido o extra del que muchos dudaron, que pensaron que no era necesario o interesante, pero que el paso del tiempo ha demostrado lo contrario. Se afianzó en Revelations, y vuelve en la tercera entrega más completo que nunca, y con tanta personalidad como siempre. Divertido, bien elaborado y sobre todo diferente, un multijugador que a unos les encanta y a otros muchos todavía no ha sido capaz de enamorar, pero que creemos que al menos merece una oportunidad.
Por si hay algún despistado que todavía no lo haya probado pese a ser seguidor de la saga, explicar que el multijugador de Assassin's Creed no es el clásico de un juego de acción, aquí prima la observación, el sigilo, la cautela, y en definitiva, la inteligencia por encima de la habilidad, mimetizándonos con el papel de los asesinos. Y eso precisamente es lo que tendremos que hacer, acabar con los otros jugadores sin que nos descubran, mientras a la vez intentamos salvar nuestro pellejo, ya que para otros rivales seremos su presa.
Los modos se dividen básicamente en todos contra todos y enfrentamientos por equipos, ambos hasta para ocho jugadores, y el nuevo Manada de lobos, un modo cooperativo para cuatro jugadores muy entretenido. Dentro de todos contra todos tenemos Duelo a muerte, en el que tienes que asesinar a tus blancos mientras evitas que te maten tus perseguidores, sin persecuciones ni brújula, solo con la capacidad de observación, valorándose en puntos la calidad de los asesinatos. Se busca es muy parecido, pero cuanto mayor sea tu rango más perseguidores tienes, y Asesinar es un modo libre, en el que puedes matar al blanco que tú elijas.
En los modos por equipos, tenemos Dominio, en el que tenemos que capturar y defender territorios ante el equipo rival, siendo asesinos en nuestras zonas conquistadas, y perseguidos en territorio enemigo. En Cacería los equipos se turnan para perseguirse mutuamente, siendo en una ronda asesinos y en la otra perseguidores, y Asalto al artefacto es una especie de captura la bandera, en el que tienes que robar el artefacto del otro equipo y llevarlo hasta tu base.
Pero la gran novedad de esta edición es Manada de lobos, un modo en el que tienes que colaborar con tus compañeros para asesinar a los blancos designados, manejados por la IA. Se valora muy positivamente que los cuatros jugadores acaben con sus víctimas de manera sincronizada, con sigilo, sin ser descubiertos, y hay que darse bastante prisa, ya que el tiempo corre en contra. Vamos superando rondas y consiguiendo segundos extra, y el objetivo es superar las 25 rondas y hacerlo con la mejor puntuación posible. Un nuevo modo muy entretenido y satisfactorio en caso de jugar con unos amigos y micrófono, al poder decidir el momento exacto en el que los cuatro ejecutan su asesinato.
Además del número y variedad de modos de juego, bastante destacable, hay una enorme cantidad de desbloqueables: habilidades especiales, rachas de bajas y bonificaciones, objetivos y retos, personajes, animaciones para estos, imágenes de jugador, emblemas, títulos, y un larguísimo etcétera. Consigues puntos de experiencia por múltiples acciones, subiendo de nivel, y casi no hay ronda en las que no desbloquees algo, lo que parece satisface mucho a los jugadores ya que sigue la línea de multijugadores de tanto éxito como el de Call of Duty.
Para incentivar al que se encuentra muy a gusto en el modo para un jugador y no le apetece probar el multi, como el año pasado se incluyen multitud de documentos que aportan datos muy interesantes del universo de Assassin's Creed, todos ellos relacionados con Abstergo, la empresa creadora de la supuesta simulación que disfrutamos en el multijugador. Textos, imágenes y unos curiosos vídeos que nos cuentan más de esta multinacional que tantos secretos esconde, y que iremos desbloqueando según subamos de nivel. No son imprescindibles para comprender la historia del juego, pero sí muy interesantes para el fan de la saga.
Gráficamente muy ambicioso
Assassin’s Creed III es el título más ambicioso a nivel gráfico de esta generación, y eso tiene sus pros y sus contras. Por una parte, nos encontramos con los mayores escenarios de la saga, con unas animaciones faciales mejoradas y muy expresivas, y quizás con la mejor representación de la naturaleza que se haya visto en un videojuego. La faceta negativa es que la optimización del juego en ocasiones deja que desear, especialmente en la versión Xbox 360. En la de PS3 hay alguna ralentización o error gráfico de vez en cuando, pero en la consola de Microsoft ocurren con mayor frecuencia, algo que esperamos que se vaya solucionando con parches. Son errores gráficos y algunos bugs que no son tan abundantes como en otros juegos, pero que empañan el espectacular trabajo técnico y artístico realizado por Ubisoft, tanto por el nuevo motor gráfico como sobre todo por la recreación de Boston, Nueva York y la muy diversa área salvaje del juego.
Estos errores gráficos como las ralentizaciones y el pop-in a veces resultan molestos pero el descomunal trabajo artístico se impone. La recreación de las ciudades y sus gentes es fantástica, así como la del área salvaje, y los efectos atmosféricos están muy conseguidos, como la niebla, la lluvia o la nieve, destacando cómo se quedan nuestras pisadas en ella.
Gran doblaje y banda sonora
Luis Tosar se ha convertido en algo así como la imagen del juego en España al poner voz al futuro presidente George Washington y establecer comparaciones entre su lema ("Yo me rebelo") y la complicada situación en la que se encuentra el país, pero destacar solamente el buen trabajo realizado por el actor lucense sería no hacer justicia al extraordinario doblaje del resto de personajes y a la enorme cantidad de diálogos del juego, desde las abundantes secuencias cinemáticas de la historia hasta la gran cantidad de diálogos en las calles e incluso en conversaciones opcionales con personajes no jugables. El plantel de voces conocidas elegidas para doblar el juego es enorme y muy acertado, encajando muy bien la voz y la entonación con el carácter de los personajes, tanto en el caso de Connor como el de otros que no podemos desvelar. La banda sonora es también excelente, y no se echa de menos a Jesper Kyd, con todo tipo de temas interactivos que ambientan la acción del juego y algunas piezas en los momentos cumbre de la historia que encajan a la perfección.
El mejor Assassin’s y uno de los mejores juegos del año
Assassin’s Creed III es el mejor Assassin’s Creed hasta la fecha y uno de los mejores juegos del año. Tanto aquellos fans de la saga que no continuaron la historia de Ezio en La Hermandad y Revelations como los que sí lo hicieron volverán a reengancharse con un juego que lleva un paso más allá la idea de Assassin’s Creed, sumergiéndonos en la mejor historia de la saga, y en un mundo vivo, mayor y con más posibilidades que nunca. Sin embargo, los que nunca han terminado de encontrarle el punto a la serie no verán en esta tercera parte nada que les haga cambiar de idea u opinión. Es más grande y mejor que nunca, pero sigue siendo Assassin’s Creed a fin de cuentas.
Juzgándolo dentro de la serie, toma cada una de las facetas de juegos anteriores y la evoluciona o revoluciona. El área salvaje, de frontera, está sorprendentemente cuidada y resulta muy variada, con el alucinante parkour por árboles. El sistema de combate ha sido mejorado y la variedad de armas y recursos de Connor hace muy divertido enfrentarse a enemigos. Las misiones son variadas, tanto las principales como las secundarias y opcionales, y aprovechan muy bien el mayor tamaño del escenario de juego. A nivel técnico pone las consolas al límite y eso se nota demasiado en ocasiones, pero logra un sistema de animación facial mucho más expresivo y unos escenarios espectaculares.
Con decenas de horas de juego y secretos que encontrar en cada rincón de su extenso mundo, el único punto negativo que se le puede achacar es la falta de optimización gráfica y algunos bugs, especialmente patentes en la versión Xbox 360, algo que suponemos que se solucionará poco a poco, con parches (en el momento de escribir estas líneas ya se ha lanzado el primero); el monumental trabajo realizado por el equipo de Ubisoft lo merece. Es cierto que esto emborrona el resultado y habrá quien llegue al extremo de pensar que lo estropea, pero Assassin’s Creed III sigue siendo inmenso. Por lo demás, es el mejor juego de aventuras del año y una de las culminaciones técnicas de esta generación, evidenciando al mismo tiempo que poco puede dar más de sí. Y una de las historias que más vale la pena disfrutar con un mando en tus manos.