Análisis de Ghost in the Shell: Stand Alone Complex (PS2, PSP)
El tebeo japonés, más conocido como manga, está ya plenamente extendido por todo occidente, después del boom de los años 90. Este gran interés del público juvenil por el manga se debe en gran parte a una serie de películas o series "heráldicas", que generaron los primeros "otakus", que más adelante se interesarían por otros mangas para crear así el notable mercado existente hoy en día. De ellos el más célebre es sin ninguna duda Dragon Ball, que protagonizó todo un fenómeno social, pero aparte de las series también hubo películas de animación que marcaron época, principalmente Akira y Ghost in the Shell, sobre la cual se basa el juego que hoy nos ocupa. No se trata del primer juego basado en esta producción, pues ya en la consola PS One hubo un juego basado en la película en el que controlábamos a un robot, y que de hecho fue en su día (principios de 1998) analizado por Vandal Online.
Ghost in the Shell tiene lugar en un mundo futurista, naturalmente en Japón, donde la cibernética ha hecho más complicado si cabe el dilema de dónde se encuentra el alma humana. Nosotros manejamos a un dúo protagonista, ambos cyborgs, contando con tan solo unas pocas partes humanas –apenas el cerebro y la médula-, lo cual permite que sus implantes cibernéticos les den unas habilidades de combate muy por encima de lo normal pero también da lugar a las reflexiones éticas y filosóficas.
Estos cyborgs forman parte de una unidad especial de lucha anticriminal –y especialmente antiterrorista- de la policía, y nosotros nos meteremos en la mayoría de las situaciones en la piel (sintética) de la agente Motoko Kusanagi, aunque en numerosas ocasiones también podremos controlar a Batou, el cyborg grandullón. Como es de esperar, la historia juega un gran papel en el desarrollo del juego, contando éste con multitud de secuencias cinemáticas y diálogo durante las misiones, que serán en solitario pero con un gran apoyo por parte de la unidad central de la sección número 9 de seguridad pública.
Stand Alone Complex es un juego de acción, aventura ya plataformas, principalmente de lo primero, aunque con ciertos elementos de lo otro desperdigados a lo largo de los niveles y realizados con desigual acierto dependiendo de la situación. Controlando a Kusanagi tendremos a nuestra disposición una buena cantidad de armas, pudiendo llevar, eso sí, solamente dos al mismo tiempo, aparte de ataques auxiliares de artes marciales, con cuchillos y otros. Kusanagi es realmente ágil, pudiendo no solo saltar muy alto y agarrarse a superficies, sino también realizar movimientos de evasión o de sorpresa que nos serán muy útiles a la hora de enfrentarnos a los enemigos.
Estos movimientos se realizan pulsando el botón R1 durante unos instantes, realizándose en la dirección indicada; si es hacia delante daremos una voltereta en el aire, encarando luego en el sentido contrario y por lo tanto siendo fácil atacar al enemigo por la espalda; los otros sirven o bien para alejarse, o bien para esquivar hacia los lados o en diagonal. Son realmente vistosos y acrobáticos, pero da la sensación de que están incompletos; las primeras veces que los utilicemos intentaremos inconscientemente hacer algo al mismo tiempo, como disparar o atacar, llevándonos la decepción de no poder hacerlo.
El combate es realmente sencillo, haciendo frente a una legión de enemigos bastante numerosa pero no por ello ni muy variada ni inteligente, aunque siempre bien armados y capaces de ponernos en apuros si nos atacan varios a la vez. Para acabar con ellos podremos atacarles con nuestra arma de fuego, con un sistema de apuntado similar al de un juego de acción en primera persona, o bien intentar utilizar combate cuerpo a cuerpo, de no demasiada complejidad (solo hay un golpe, aunque encadenable), pero que produce un efecto visual vistoso en el caso de que matemos al enemigo a golpes – se activará una cámara lenta al estilo Matrix y veremos como el enemigo sale despedido. Aunque el combate cuerpo a cuerpo es realmente simple, sus animaciones son bastante variadas y no llegan a cansar aunque pide a gritos una mayor profundidad.
Los otros dos elementos jugables están implicados en menor medida pero también jugarán un papel importante, especialmente porque quizás nos lleven algún tiempo. Los puzzles tienen un bajo componente de interacción con el escenario (básicamente llegar hasta el lugar donde está el interruptor y accionarlo sin mayores ceremonias), pero los que implican plataformeo contienen una mayor complejidad que en ocasiones puede llegar a ser frustrante. Ya en el primer nivel del juego, en el puerto, tendremos que accionar una grúa que se mueve cíclicamente, saltar y agarrarnos a ella, y luego saltar de nuevo hacia unos contenedores para seguir avanzando; el puzzle es interesante, pero demasiado exigente para tratarse de la primera fase, y muchos se tomarán varios intentos hasta lograr sincronizar bien el último salto; esto solo es la punta del iceberg de lo que nos espera más adelante; son poco numerosos, pero tienen cierta reminiscencia a Tomb Raider en lo que se refiere a la precisión necesaria para saltar.
Lo que nunca ha tenido el juego de Lara Croft y sí tiene en grandes cantidades este Ghost in the Shell, al igual que la película en la que está basado, es el hacking. A la hora de interactuar con los diferentes puzzles es sencillo y prácticamente automático con la salvedad de los diálogos con el control de la misión, pero más adelante en el juego adquiriremos una habilidad para "hackear" enemigos, es decir, para tomar posesión de ellos y hacerles sembrar el caos entre sus camaradas al estilo de los robots de Deus Ex y otros juegos de estética ciberpunk. Para lograr tomar el control del enemigo tendremos que superar un pequeño minijuego que a medida que avanzamos en la historia se va haciendo cada vez más difícil, pues los discos que tendremos que encajar se moverán con creciente velocidad.
La sensación que deja el apartado jugable de Ghost in the Shell es un tanto decepcionante. No es de ningún modo un mal juego, pero da la sensación de que en cada una de sus facetas le falta algo. El sistema de combate cuerpo a cuerpo es vistoso pero excesivamente simple, el combate con armas de fuego funciona bien pero no es tan emocionante como en otros juegos de acción, la faceta del hacking se limita únicamente a poseer enemigos, y las partes de saltar plataformas son demasiado exigentes. Habría sido muy interesante incluir más combate cuerpo a cuerpo, o un factor sigilo más acusado, o algo que lo hiciese más especial que una amalgama sin pretensiones de diferentes géneros o subgéneros.
A nivel gráfico el juego es un tanto ambiguo en calidad, mostrando muy buenas animaciones y diseños de enemigos y objetos, pero escenarios vacíos, un tanto repetitivos y demasiado estáticos, sin derrochar el movimiento que de una versión futurista de Tokio se puede esperar. Los diversos efectos visuales que usa la cámara para algunas situaciones son muy buenos y, lo que es más importante, no resultan cansinos, lo cual es de agradecer. Es un apartado en el que cumple, pero sin brillar en ninguna faceta y siendo demasiado monótono en según qué niveles.
El apartado sonoro cuenta con una banda sonora de música electrónica que pese a ambientar bien la temática del juego acaba resultando demasiado sosa, poco variada y repetitiva, y donde el juego brilla en este apartado es en los efectos de sonido, sólidos, muy al estilo manga y bastante variados. El doblaje es en inglés, como era de esperar, realizado por los dobladores profesionales de la serie americana, y solo los grandes maestros de la lengua de Shakespeare lograrán enterarse de algo de los diálogos del juego sin mirar a los subtítulos, pues están plagados de términos informáticos y tecnológicos.
Por último hay que mencionar que Ghost in the Shell: Stand Alone Complex incluye un modo multijugador para hasta cuatro jugadores a pantalla partida cuyo mayor problema es la excesiva dimensión de los niveles. El objetivo del multijugador es el deathmatch, tanto a distancia como cuerpo a cuerpo, y los niveles son demasiado grandes incluso para cuatro jugadores, lo cual puede hacer difícil encontrarse, aunque al menos puedes espiar al ser a pantalla partida; difícil imaginarse cómo sería online. Aunque no memorable, el multijugador logra alargar algo la escasa vida del juego.
Ghost in the Shell: Stand Alone Complex no es un mal juego en absoluto, pero contiene carencias que hacen que sea recordado no como un gran juego de acción sino como una de pocas adaptaciones decentes del manga al videojuego. Las bases para crear un gran juego estaban disponibles, pero carece de la profundidad necesaria en cualquiera de sus facetas jugables, tienen un diseño muy lineal y, sobre todo, no incluye nada innovador nada más que el testimonial elemento de hackeo, que los fans de la serie considerarán muy insuficiente. Se trata, además, de un juego particularmente corto que puede terminarse en unas siete horas, y aunque el multijugador puede alargar algo la vida, éste tampoco tiene elementos destacables o que amenicen toda una tarde de amigos. Los fans de la serie o la película deberían hacerse con él, pero a los que no lo sean tanto quizás les llegue –y les sobre, dependiendo de las políticas del videoclub- con un alquiler.