Análisis de World of Warcraft: Mists of Pandaria (PC)
De todos es sabido que World of Warcraft, el gigantesco y veterano MMORPG de Blizzard, no está pasando por sus mejores momentos. Hace poco más de un año el título disfrutaba de una sólida base de 13 millones de jugadores, mientras que ahora "solo" hay 9 millones, una cifra que sigue siendo sorprendente para un juego del género. Con el fin de volver a darle un nuevo empujón nos llega Mists of Pandaria, su cuarta expansión.
Sin embargo, esta vez su lanzamiento llega en un momento realmente complicado. Guild Wars 2 se lanzó hace apenas un mes, y su propuesta de MMORPG sin cuotas parece estar calando lo suficiente entre los jugadores, lo que supone que por primera vez World of Warcraft empiece a tener un rival. Además, Cataclysm ha resultado ser una expansión muy decepcionante. Aunque empezó con bastante fuerza, Blizzard no supo darle el apoyo suficiente y eso se notó especialmente con la dejadez demostrada tras el lanzamiento del parche 4.3.
La raid final, Dragonsoul, no terminó de estar a la altura de las circunstancias y para colmo los jugadores han tenido que estar repitiendo constantemente ese mismo contenido durante meses y meses sin poder disfrutar de nada realmente nuevo con lo que aliviar la espera hasta la llegada de Mists of Pandaria. Si a todo esto le sumamos lo arriesgado de lanzar una expansión basada en los Pandaren, algo que ha pillado totalmente por sorpresa a muchos y que ha generado toda clase de polémicas, podremos comprender el clima de duda y desconfianza que se respira en el ambiente. Pero dejémonos de preámbulos y comprobemos qué es lo que tienen que ofrecernos las misteriosas tierras de Pandaria.
Aventuras en Pandaria
En todos los años que lleva el juego en activo, hemos realizado grandes y épicas hazañas, derrotado a dioses como el temible C'thun, liberado Outland (Terrallende) de la oscura influencia de Illidan, derrotado al Rey Lich y a su ejército de nomuertos, e incluso hemos evitado el fin del mundo. Cada nueva expansión ha buscado aumentar el tono épico de nuestras aventuras y siempre hemos tenido a un enemigo bien definido como objetivo a derrotar.
Pero Mists of Pandaria se aleja radicalmente de este planteamiento. Aunque Blizzard ya ha desvelado quién será el enemigo principal de esta expansión (Garrosh Hellscream, el actual líder de la Horda) la verdadera premisa de esta expansión consiste en descubrir y explorar Pandaria. La niebla que mantenía oculta esta tierra se ha disipado tras el cataclismo y ahora ha sido descubierta accidentalmente por la Horda y la Alianza en una de sus batallas. Además, ambas facciones se encuentran en un momento donde las hostilidades están alcanzando su punto álgido.
El descubrimiento de Pandaria será el desencadenante de una serie de eventos que llevarán a la Horda y a la Alianza a una carrera para ser los primeros en explorar y conquistar sus tierras, y de paso conseguir que los Pandaren se unan a sus causas. Pero tal y como descubriremos al poco de llegar, Pandaria es una tierra viva y las emociones negativas como el odio, la duda o la ira toman forma física en ella y poseen a quienes no tengan la voluntad suficiente para sobreponerse a su influencia. A estas manifestaciones se las conoce como el sha, y tal y como podréis imaginar, la llegada del conflicto entre las dos grandes facciones de Azeroth no hará más que traer problemas en un continente con estas características.
Con esto dicho, entramos en materia jugable. En Mists of Pandaria podremos subir cinco niveles más que en Cataclysm, por lo que podremos alcanzar el nivel 90. Para ello tendremos varios métodos, aunque como siempre, el principal será realizar misiones. Estas siguen basándose en el esquema de interactuar con todo lo que tenga un símbolo de exclamación, ya sea una persona o un objeto, leer un cuadro de texto, aceptar, cumplir los objetivos y entregar. Sin embargo, aquí hemos notado que se ha dado un paso atrás frente a lo visto en Cataclysm, donde pudimos disfrutar de una variedad enorme de misiones a cada cual más original, gracias a las cuales no teníamos tiempo para aburrirnos y que conseguían camuflar y esconder completamente el hecho de que en la mayoría de ellas simplemente matáramos y recolectáramos objetos.
Por contra, en esta expansión volvemos a encontrarnos con que casi todas las misiones (como el 80% de ellas) vuelven a los clásicos objetivos de matar y recolectar sin parar, algo que hará que nuestro camino al 90 se haga más pesado de la cuenta en ciertos tramos. Además, el índice de probabilidades de que nos suelten algunos objetos no está del todo bien calibrado en algunas de ellas, por lo que no os extrañéis si tenéis que matar 40 o 50 langostas para conseguir solo ocho colas (no exageramos). También hay que decir que el planteamiento de alguna que otra es un poco extraño, ya que no sabemos muy bien qué pintamos en una montaña plantando banderines en excrementos de cabras después de todas las hazañas que hemos realizado y las veces que hemos salvado al mundo, por lo que lo tomaremos como una muestra del particular sentido del humor de Blizzard.
A pesar de ello, también hay hueco para ese otro tipo de misiones más originales, distintas e incluso épicas, y que a pesar de no abundar son muy bien recibidas por el soplo de aire fresco que suponen entre tanto grind. Estas pueden ir desde realizar un entrenamiento siguiendo las indicaciones de nuestro maestro hasta una especie de flashbacks en los que encarnaremos a otros personajes y seguiremos sus pasos. Estas últimas resultan muy divertidas por su narrativa, ya que conseguirán sacarnos más de una sonrisa con lo que nos cuentan, aunque a nivel jugable están limitadísimas y no tendremos que usar más de uno o dos botones.
Hablando de narrativa, esta sí que se ha visto potenciada y resulta muy dinámica, ya que todo se nos irá contando de muy diversas formas. Asistiremos a eventos que ocurren en directo mientras nos movemos, a vídeos generados con el motor gráfico del juego, etcétera. Esto está especialmente bien llevado al principio, en las misiones que realizaremos en el Bosque de Jade (donde casualmente también encontraremos la mayor variedad de misiones). Además, el genial uso que se hace del phasing (una técnica que lleva usando Blizzard desde Wrath of the Lich King gracias a la cual veremos una u otra cosa dependiendo de nuestro avance) refuerza enormemente la sensación de que nuestras acciones tienen realmente su consecuencia en el mundo, algo muy de agradecer y que nos hace sentirnos muy protagonistas de la historia. El uso de esta técnica no es tan abusivo como en Cataclysm, pero siempre está justificado y bien integrado.
También tenemos que mencionar que no podremos usar la montura voladora hasta que seamos nivel 90, por lo que Pandaria la recorreremos a pata hasta entonces, algo que preferimos así, ya que ayuda a realzar ese sentimiento de estar explorando y viviendo aventuras que tanto se busca. El tiempo que tardemos en subir del 85 al 90 es muy variable y dependerá totalmente del jugador. Hay quienes han conseguido llegar al nivel máximo en tan solo 14 horas (sin usar bugs ni exploits), pero si somos de los que preferimos leer hasta la última misión mientras disfrutamos y paladeamos cada paso que damos, la media asciende a las 40 - 50 horas (no hay una forma mejor o peor de hacerlo, ya que cada uno tiene su propia forma de entender la diversión en World of Warcraft).
Pasando a otro tipo de novedades, comentar que el clásico sistema de talentos se ha simplificado hasta el extremo. Al igual que antes, tendremos que escoger entre una de las tres ramas de nuestra clase, pero una vez hayamos hecho esta elección iremos aprendiendo todas las habilidades activas y pasivas de esa rama de forma automática, algo que lo vuelve un sistema mucho más rígido que antes y donde no tendremos ni siquiera que comernos la cabeza buscando la mejor combinación de talentos.
Con el fin de intentar paliar esto, cada 15 niveles podremos desbloquear una habilidad entre tres para elegir (ya sea pasiva o activa). El problema es que estas no son para nada determinantes, por lo que podemos tener un personaje perfectamente viable escogiéndolas al azar (aunque hay alguna que otra que sí que está más orientada para un tipo de rol u otro). La idea de darnos un sistema que nos permita experimentar con varias habilidades extras no es mala, pero ha sido a costa de una simplificación excesiva. Los cambios introducidos en los talentos en Cataclysm no fueron muy bien recibidos debido a la simplificación que se realizó, aunque este nuevo giro de tuerca no nos ha parecido una alternativa mucho más acertada. Al menos, gracias a esto Blizzard se ahorrará dolores de cabeza al evitar que los jugadores puedan encontrar builds de talentos invencibles y descompensadas. Tal y como era de esperar, este rediseño también ha influido en las diversas clases, ya que todas han sido muy retocadas, unas más que otras. Por ejemplo un Caballero de la Muerte mantendrá su estilo de juego más o menos parecido, pero un Brujo ahora tiene más posibilidades gracias a los nuevos demonios que puede invocar.
Continuando con las clases, una de las novedades más importantes de esta expansión la encontramos en la llegada de los Monjes. Se trata de una clase muy versátil que puede cumplir los tres roles principales (Tanque, DPS y Sanador) y que resulta muy divertida de jugar, gracias sus movimientos de artes marciales, los cuales muchos de ellos están sacados de varios juegos de lucha. Todavía es pronto para asegurar nada, pero de momento parece que no están demasiado descompensados respecto al resto de clases. Eso sí, destacar especialmente su rama de Sanador, ya que presenta un estilo de juego divertidísimo, muy dinámico y único, dándonos incluso la posibilidad de pegar mientras mantenemos con vida a nuestros aliados.
La otra gran novedad la encontramos en la inclusión de los Pandaren como raza jugable. A diferencia de las ya existentes, podrán pertenecer tanto a la Horda como a la Alianza. Esta decisión la tomaremos tras haber superado su zona inicial, momento en el que seremos entre nivel 10 y 12 aproximadamente. A nivel argumental los motivos que se nos dan para escoger bando nos parecen algo forzados, aunque es innegable el encanto que esconde esta raza y la personalidad que desprende. Quizás el editor para estos personajes podría haber sido algo más completo, pero considerando que el resto de razas tampoco cuentan con un abanico de opciones especialmente grande, no resulta algo demasiado sangrante.
No podemos olvidarnos tampoco del nuevo sistema de batalla de mascotas. Se trata de un nuevo minijuego que nos permitirá darle por fin un uso a nuestras mascotas de compañía. Como si de un juego de Pokémon se tratara, nos enfrentaremos a otras criaturas en batallas que se desarrollan por turnos. Además, podremos capturar nuevos seres para añadirlos a nuestra colección con el clásico sistema de bajarles la vida primero y lanzarle una trampa.
Cada mascota tendrá sus propias estadísticas y tipos, por lo que nos encontraremos con que también tendremos que estar pendientes de los tipos a los que somos resistentes y contra los que somos efectivos. Por si fuera poco, cada una tendrá su propio nivel individual, por lo que también nos tocará entrenarlas y subirlas de nivel. Eso sí, se trata de un minijuego totalmente casual, por lo que no obtendremos recompensas de ningún tipo para mejorar a nuestro personaje, aunque esconde cierta profundidad y es realmente divertido.
El contenido de nivel 90
Probablemente esta sea una de las mayores preocupaciones de casi cualquier jugador de World of Warcraft. No en vano, si una vez alcanzamos el nivel máximo no tuviésemos una buena cantidad de contenidos y de cosas para hacer, nos aburriríamos antes de querer seguir pagando otra mensualidad. Para esta ocasión, Blizzard ha decidido mantenerse bastante conservadora, por lo que todo el peso del contenido de alto nivel recaerá principalmente sobre las mazmorras heroicas, las raids, el pvp, y las misiones diarias.
De hecho, estas últimas han ganado mucha relevancia y ahora nos encontraremos con una ingente cantidad de ellas para hacer mientras subimos nuestra reputación con las muchas facciones que habitan Pandaria. Cumplirlas no solo elevará nuestra reputación con la facción de turno, sino que también nos reportará puntos de valor, necesarios para conseguir objetos de alto nivel.
También tenemos que destacar el loable trabajo que ha realizado Blizzard con cada una de las facciones. Todas están muy bien diferenciadas y nos propondrán retos y recompensas muy diferentes. Por ejemplo, con los Labradores podremos tener nuestra propia granja, algo que nos vendrá perfecto para conseguir ingredientes de cocina, mientras que con la Orden del Dragón Nimbo criaremos a un dragón desde que solo es un huevo hasta que crezca y se haga lo suficientemente grande como para que podamos montar en él. Además, gracias nuevamente al uso del phasing, podremos ver físicamente los avances y progresos que hagamos con ellas. Eso sí, os avisamos que realizar misiones es la única forma de subir reputación, por lo que olvidaros de aquello de equiparos con un tabardo e iros de mazmorras para subirlas en una o dos tardes.
Hablando de mazmorras, aquí nos hemos encontrado con una de las mayores decepciones de toda esta expansión. De entrada tenemos 9 heroicas para cinco jugadores que nos pedirá un nivel de equipo de 440, algo que podremos obtener perfectamente y sin problemas realizando las misiones del Desierto del Pavor. Si bien su número es más que aceptable, cuando nos damos cuenta de que el reto que nos ofrecen es prácticamente inexistente, empiezan a perder rápidamente su atractivo.
Si sois de los que disfrutabais de aquellas tardes encerrados en una mazmorra, donde cada jefe y cada pull era todo un desafío y donde se nos exigía una buena coordinación y dominio de las habilidades de control, aquí no vais a encontrar nada de eso. Las mazmorras de Pandaria duran entre 20 y 30 minutos y nos bastará con tirar para adelante arrasando con todo lo que se nos ponga por delante mientras lidiamos con los pulls a base de áreas. Los jefes tampoco son nada del otro mundo y presentan unas mecánicas muy básicas y permisivas que podremos aprender perfectamente sobre la marcha sin necesidad de que nadie nos tenga que explicar lo que tenemos que hacer. Hay alguno que otro que sí que se nota que está algo más trabajado, pero ni de lejos llegan a los niveles que pudimos disfrutar en expansiones anteriores.
Cuando el pasado mes de marzo J. Allen Brack y Frank Pearce, dos de los principales responsables de World of Warcraft, nos comentaron que no querían volver a repetir lo ocurrido al principio de Cataclysm con su dificultad (esta expansión nos ofrecía mazmorras heroicas realmente desafiantes en sus inicios) nos esperábamos una bajada de la misma, pero no su total eliminación. Debido a esto, la gran esperanza de los amantes del PVE radica en que no se repita la misma historia con las tres raids (las mazmorras para bandas de 10 y 25 jugadores) que abrirán sus puertas este miércoles, ya que este tipo de contenido ha sido desde siempre el más importante de cara a mantener a los jugadores enganchados y pagando sus mensualidades.
Por otra parte, Blizzard ha implementado por primera vez un sistema de PVE competitivo por primera vez en el juego con sus propios marcadores online. Se trata del nuevo modo Desafío, en el cual tendremos que superar mazmorras en el menor tiempo posible. Dependiendo de lo que tardemos, obtendremos una medalla de oro, plata o bronce y recibiremos mejores recompensas, aunque tenemos que destacar el hecho de que estas son principalmente visuales, en forma de diseños para nuestro equipo o títulos. Otra característica que nos ha parecido muy acertada de este modo, es el hecho de que todos los jugadores tendrán un equipo predeterminado, por lo que todos competiremos contra el crono en igualdad de condiciones. Debido precisamente a esto, no tardaremos en darnos cuenta de que las mazmorras en modo Desafío presentan un reto mayor que las heroicas, ya que recibiremos más daño y pegaremos menos.
En el otro lado de la moneda tenemos las Gestas, un nuevo tipo de evento con el que Blizzard pretende recoger el testigo de las desaparecidas misiones de grupo. Se tratan de unas pequeñas misiones instanciadas para tres jugadores divididas por distintas fases y que no requieren combinaciones específicas de roles. La sensación que nos han dejado es algo extraña, ya que se quedan a medio camino entre lo que ofrece una misión y una mazmorra, y viendo las recompensas que dan no creemos que vayáis a querer repetirlas más de una o dos veces, lo justo para verlas y sacar sus logros.
Terminando ya con el contenido PVE nos encontramos con el regreso de los jefes de mundo abierto, aunque no tienen mucho que ver con los que conocimos en el juego base y en Burning Crusade. La idea es la misma: jefes gigantescos que se encuentran vagando por el mundo y que nos requieran montar una gran raid para acabar con ellos, con todo lo que ello conlleva, ya que una raid de la otra facción también puede estar interesado en matarle y todo acabe desembocando en una batalla campal a tres bandas. El problema lo encontramos en su planteamiento. En vez de tener un tiempo reaparición prolongado, estos salen cada dos horas, y en vez de soltar objetos como cualquier otro jefe, el sistema hace una tirada de dados individual para cada uno de los integrantes de la raid que decidirá si se llevan solo dinero o algo más. Una vez muerto, hasta la semana siguiente no tendremos nuevas posibilidades de conseguir algún objeto de ellos.
Por culpa de esto y de que no son especialmente difíciles, no creemos que lleguen a darse las legendarias batallas de antaño entre jugadores por derrotar a estas criaturas (considerando que salen cada dos horas tampoco merece la pena) y probablemente acabarán pasando a ser un objeto de farmeo más, ya que solo nos interesará matarlos una vez a la semana.
Para los que prefieren el PVP, Mists of Pandaria no trae consigo demasiadas novedades en este sentido más allá de dos nuevos Campos de Batalla. En Minas Lonjaplata tendremos que combatir en duelos de 10 contra 10 para hacernos con el control de unas vagonetas de diamantes y escoltarlas para que lleguen a salvo a su destino. Por otro lado tenemos el Templo de Kotmogu, otro campo de batalla de 10 contra 10 donde tendremos que mantener un artefacto en nuestro poder todo el tiempo que podamos. Según la zona en la que nos encontremos, obtendremos más o menos puntos por mantener la reliquia. También se va a añadir una nueva Arena, aunque hasta que no comience la nueva temporada no podremos verla.
Belleza oriental
A nadie se le escapa el hecho de que World of Warcraft sea un juego que lleva ya varios años en el mercado. Es algo que salta a la vista. Pero al igual que podemos decir que no es ningún referente gráfico, también podemos asegurar que el trabajo artístico realizado con Pandaria es sencillamente impecable y abrumador. Los escenarios son muy variados (aunque siempre dentro de una estética oriental), grandiosos, están recargadísimos de detalles y elementos, y son todo un deleite para nuestra vista, haciéndonos olvidar de un solo plumazo todas las limitaciones gráficas que el juego pueda tener.
Hemos recalcado varias veces a lo largo de este análisis que en esta expansión se ha buscado que disfrutemos explorando Pandaria y viviendo aventuras en él, y ciertamente es algo que resulta un placer hacer gracias a lo conseguido a nivel artístico, impulsándonos constantemente a avanzar para ver qué se esconde tras aquella montaña o al otro lado de ese enorme valle. Esta nueva tierra tiene un tamaño considerable, aunque nos habría gustado que hubiese sido un poco más grande, ya que en una semana podemos tenerla más que explorada.
El diseño de las nuevas criaturas también nos ha gustado bastante, especialmente (y como no podía ser de otra forma) el de los Pandaren, ya que lucen perfectamente, son muy expresivos y cuentan con unas animaciones envidiables.
Pero por si todo esto fuera poco, la banda sonora es sencillamente de lo mejor que recordamos haber oído jamás en un juego de Blizzard, lo cual es decir bastante considerando la alta calidad de sus obras en este aspecto. Las canciones que escucharemos mientras exploramos Pandaria conseguirán sumergirnos de lleno en sus exóticos parajes y veremos cómo imagen y sonido se funden para formar una experiencia audiovisual inolvidable que merece mucho la pena experimentar. Gracias a la fuerza de su banda sonora, ciertos momentos y misiones que podrían haberse quedado en simplemente "buenos", consiguen convertirse en algo realmente memorable. Sencillamente de diez.
Finalmente, el doblaje al castellano consigue mantener un buen nivel, aunque seguimos quedándonos sin ninguna duda con el original en inglés. De todos modos, quien prefiera jugarlo con las voces en español lo disfrutará igualmente, ya que tal y como hemos dicho, el trabajo realizado no es para nada malo.
Conclusiones
Mists of Pandaria nos ofrece una experiencia de juego divertida, satisfactoria y sin complicaciones, con a priori muchos contenidos con los que mantenernos ocupados durante un tiempo. Todo ello debidamente adornado con un apartado artístico de primer nivel y una banda sonora sencillamente magistral. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y su nula dificultad y la extrema simplificación de algunas de sus mecánicas, como su nuevo sistema de talentos o el paso atrás dado con el diseño de misiones, juegan peligrosamente en su contra.
Queda por ver si las nuevas raids estarán a la altura para contentar a los jugadores más veteranos y ávidos de contenidos y desafíos. Aunque la mayor duda que sin duda tenemos es la de cómo llevará Blizzard esta expansión y qué rumbo le dará. ¿Lanzará contenidos con una frecuencia mayor que lo visto en Cataclysm? ¿Volverá a apostar por rebajar el nivel de dificultad a las pocas semanas de lanzar algún jefe mínimamente complicado (algo que viene siendo ya costumbre)? Si las raids resultan no ser suficientes, ¿será el modo desafío lo bastante atractivo para mantener a los jugadores enganchados?
Todas estas preguntas tendrán sus respuestas durante las próximas semanas y meses, por lo que solo queda esperar hasta entonces. De momento, lo que sí que es seguro, es que al menos durante uno o dos meses tendremos contenidos de sobra para volver a disfrutar con un MMORPG que a pesar de mostrar ciertos síntomas de agotamiento, sigue siendo divertido. Si alguna vez disfrutasteis con World of Warcraft y sois de los que se bajaron del barco en algún momento, seguro que os lo volveréis a pasar en grande con esta expansión, aunque durante cuánto tiempo es algo que está por ver. ¿Podría haber sido mejor? Sin duda, pero también sigue manteniendo parte de ese algo especial e irresistible que ha llevado al juego a la posición en la que está hoy en día.