Análisis de The Swapper (PC, PS4, PS3, PSVITA, Xbox One, Wii U)
Tras sus últimas apariciones y nuestro anterior avance, tal vez os suene The Swapper, un videojuego de los finlandeses Facepalm Games. Uno de sus autores, Olli Harjola (el diseñador de niveles es Otto Hantula), apenas tiene 21 años y lleva trabajando en este juego desde 2009. A lo largo de los años ha logrado obtener la atención del público con demostraciones y sobre todo, la financiación de los gurús del Indie Fund. El título apareció finalmente en el mercado el pasado mes, y ha demostrado que su fama era merecida. Incluso ha recabado premios y nominaciones por cerca de una decena de eventos internacionales, entre los que destacan el Penny Arcade Expo, IndieCade, Game Connection o Nordic Game.
La mecánica de The Swapper es lo primero que llama la atención al ver cualquier demostración. Tal como indica su título el protagonista debe resolver todo tipo de puzles mediante un arma que recoge en su camino llamada Swap Gun, la cual le permite realizar copias de sí mismo, hasta un máximo de cuatro. Las copias son consistentes y pueden andar o tocar objetos.
Los clones tienen peso pero no conciencia, y por tanto, imitan todos nuestros movimientos. Instantes después de recoger el Swap Gun encontraremos una pequeña mejora que nos permite trasladar la conciencia del personaje a las copias. Es algo vital, porque los clones no puede ubicar nuevos clones en otras posiciones, ni tampoco trasladar su conciencia.
El tipo de escenarios en los que nos movemos viene heredado del clásico Super Metroid, mapa incluido, pero en él lo importante es la resolución de puzles. Los desafíos que componen el juego son siempre del mismo tipo, estando organizados en pequeñas zonas del escenario repartidas por todo el mapa. Zonas cerradas en las que se nos presentan una variación en el juego de luces (algunas invalidan las funciones del Swap Gun), la gravedad, o los obstáculos, que impiden la recolección de orbes que son necesarias para desbloquear nuevas zonas. Por tanto, y pese a lo que parecía en primera instancia en los tráilers, se trata de un título con plataformas y ligeros toques de exploración, centrado en la resolución de puzles y sin sitio para retos de habilidad.
El juego no nos abandona a nuestra suerte ante un montón de puzles y un escenario vacío, tiene un rico planteamiento. El guión de The Swapper se ubica en Theseus, una estación de investigación ubicada en un asteroide (casi una luna), en la órbita de un planeta alejado y extraño. En el puesto de investigación un terrible accidente del que no sabemos nada ha matado a casi todos sus miembros, y a nosotros se nos evacúa hacia el planeta. Tras un aterrizaje forzoso, y algo de paseo, llegamos a la desierta estación en la superficie. En ella comenzamos a desengranar la mecánica del título, recogemos el arma, y se nos encomienda a viajar de nuevo a la estación mediante el uso de un portal (un objeto que nos encontraremos en más ocasiones a lo largo del juego).
Tanto el planeta como la estación están repletos de terminales de datos, con logs de conversaciones o experimentos, y un tipo de piedras especiales que se comunican telepáticamente con el protagonista. Ambos son los verdaderos elementos usados para transmitir la historia desde ese punto, salvo los fortuitos encuentros con el otro superviviente.
Nunca se nos revela completamente dónde estamos o qué lugar ocupa la estación en ninguna jerarquía. En el escenario predominan los tonos azules pero incluso cuando llegan las zonas más iluminadas, o las de colores más vivos, consiguen ser lúgubres. La soledad que el mapa evoca se refuerza aún más con los silencios, los ruidos y la música ambiental, que nos acompañan a cada paso. Una localización perdida en el espacio profundo, la soledad, un mal oculto que amenaza la seguridad de nuestro entorno, como veis se trata de elementos bastante comunes del género de la ciencia ficción que en suma generan una excelente atmósfera. Esta viene dada por el escritor que ha guionizado el juego, Tom Jubert, el cual también es el escritor en títulos como Faster Than Light (FTL), Penumbra: Oberture o Driver: San Francisco.
Aunque la sensación de encontrarnos en un territorio peligros se diluye un poco al comprender que la jugabilidad no nos aguarda peligros reales, ya que al entrar en cada sala la partida se guarda la partida y apareceremos en ese instante en caso de muerte, aunque eso no quita que continúe siendo un escenario algo opresivo. Las entrañas de la Theseus nos piden que afrontemos retos imposibles, y es necesario morir, o dejar morir a nuestros clones, trasladando nuestra conciencia. Es este el punto donde Tom Jubert se explaya gracias a los mensajes de las piedras alienígenas, ahondando en la ética de la situación, de los experimentos realizados en la nave, y en última instancia de todas nuestras acciones o muertes.
Tanto suicidio es algo que indudablemente removerá nuestra conciencia pero no inmediatamente, aunque las animaciones y la física de los personajes tal vez tengan algo que ver. Los modelos de los personajes fueron realizados mediante arcilla por el propio Harjola, el cual tras comprobar varios tipos de modelados volvió a algo con lo que realmente se sentía cómodo. El movimiento, sin ser algo similar a lo visto en las películas de animación de este tipo, consigue encajar con los trabajadísimos y detallados fondos de los escenarios, tener un estilo propio, y dar una sensación muy curiosa de vida artificial en el movimiento.
En suma, The Swapper es un juego realmente distinto e interesante. Se nota el mimo con el que sus desarrolladores han trabajado y pensado para reflexionar sobre lo que creen que es la mente, la conciencia, los recuerdos, de hecho, todo el cerebro, y de paso bordean otras cuestiones aún más filosóficas sin desentonar en la historia. Logró mantenernos en vilo hasta el final, resolviendo los puzles y desengranando las respuestas a todas las preguntas que plantea. Además, resulta un gran comienzo para el estudio que a buen seguro ya trabaja en una nueva aventura.