Análisis qomp, rebotando y reinventando (PC)
Stuffed Wombat es un desarrollador independiente especializado en pequeñas piezas interactivas que coquetean con reinterpretar las mecánicas clásicas del videojuego. Buena parte de su portfolio es visitable en su página personal de Itch.io, pero otra sólo la podemos atestiguar a través de los GIF de extravagantes prototipos que publica en Twitter y a los que, al menos de momento, no podemos jugar. De vez en cuando una de esas ideas brillantes adquiere el suficiente peso como para salirse de su órbita y llegar hasta nosotros en forma de videojuego comercial, empaquetado al estilo que estamos acostumbrados en la industria: es el caso de qomp, un simpar plataformas en dos dimensiones que ya está disponible en PC.
qomp parte de una premisa tan sencilla como cómica: la pelota de Pong se ha enfadado y no quiere seguir siendo mangoneada por las raquetas, así que huye del clásico campo 2D que estamos hartos de ver y se embarca en una misión liberadora que le llevará a enfrentarse a todo tipo de peligros. Lo que hacen Stuffed Wombat y su equipo (formado por Britt Brady, Clovel y Mirokoquí) es literalmente lo que deja caer el propio nombre del juego: darle la vuelta a Pong de principio a fin para buscar un camino propio e innovador. Siendo eso ya interesante por sí mismo, la idea va mejorando a medida que comprobamos que a cada nuevo nivel la cosa se va retorciendo cada vez más, dando como resultado un original título que sorprende y desafía constantemente a lo largo de la hora y algo que puede durar una partida genérica.
Eres la pelota. Huye
Las mecánicas de qomp son sencillas de comprender, pero quizás algo difíciles de explicar: estamos ante un juego de interacción mínima, que se juega con un solo botón tanto en mando como con teclado. Ese botón nos permite cambiar la trayectoria de la pelota que, por fin, tiene agencia propia y siempre está en movimiento. Si la pelota va hacia arriba, pulsando el botón haremos que vaya para abajo. Si va hacia un lado, podremos hacer que se mueva en la otra dirección. Será ese simple movimiento el que nos permitirá ir avanzando a través de niveles diseñados exquisita y particularmente para sacarle todo el jugo posible a su forma básica de juego.
Como véis, el hecho de controlar a la pelota de Pong es una mera excusa para plantearnos una aventura en la que manejamos a un cuadrado que se mueve solo, rebotando por los escenarios, y del que nosotros sólo podemos modificar su trayectoria. Lo que en un principio puede parecer una mecánica fácil de asimilar, posteriormente se va reinventando gracias al diseño de los escenarios, que son los que llevan el peso de toda esta genial propuesta: alterando pequeños detalles aquí y allí, introduciendo nuevas normas y nuevas formas de jugar, qomp se retuerce para darnos ofrecernos una experiencia desafiante y divertida a partes iguales, una que además no deja de sorprender en ninguno de los niveles de los que dispone el juego.
Aunque siempre sorprenda, a veces qomp puede resultar un tanto repetitivo precisamente por ese intento de exprimir al máximo cada idea de diseño. En ciertos momentos funciona muy bien esa obsesión por llegar a cada rincón de una nueva mecánica, dinámica o concepto, pero otras veces se agota demasiado una vía que quizás no da mucho más de sí. No ocurre demasiado, por fortuna, y en general iremos pasando de una fase a otra dejándonos sorprender por las nuevas maneras de jugar que se nos ofrecen.
Excelencia en diseño, tanto jugable como visual
En qomp hemos visto algunos de las mejores pantallas que se pueden esperar de un plataformas en dos dimensiones, es un juego desafiante no sólo porque nos desde la raíz plantee una nueva forma de jugar, sino porque su diseño de niveles está trabajado meticulosamente para ponernos a prueba a medida que avanzamos retorciéndose para buscar siempre alguna nueva manera de retarnos a continuar la partida. Eso sí, en ocasiones la curva de dificultad es un tanto irregular y le vendría bien cierta edición en la colocación de las fases para no poner algunas pruebas más fáciles después de algunas de solución más elaborada, pero en general es un título por el que pasamos con soltura y disfrute sin dejar de sentirnos inmersos en un reto de altura.
Y si disfrutamos de la experiencia que propone qomp no es sólo porque el diseño sea magnífico, sino porque además sus creadores han trabajado meticulosamente el game feel, la sensación que el juego nos transmite sin que ni siquiera nos demos cuenta: los sonidos, las animaciones del escenario, las vibraciones de la pantalla, los zoom de la cámara… Sin todo esto, qomp probablemente pasaría desapercibido; pero es gracias a todos estos detalles imperceptibles que al final se convierte en una experiencia extraordinaria por encima de cualquier otro juego arcade que busque hacer algo más o menos similar. Y sobre todo es digno de destacar que se haya conseguido en un juego cuyo diseño gráfico es tan minimalista como el jugable, con el blanco sobre negro y un pixel art de trazo gordo como principales elementos diferenciadores.
Conclusiones
Ya desde su nombre qomp nos deja claro que su pretensión es la de darle la vuelta a los preceptos básicos del juego en dos dimensiones, subvertir el diseño arcade con un innovador planteamiento que nos lleva a controlar a una pelota que rebota por desafiantes escenarios. Estamos ante un juego mínimo, una idea sencilla que brilló en la mente de su creador, quien supo convertirla en una experiencia compacta, chispeante y única. Un germen que floreció retorciéndose para dar todo de sí gracias a un meticuloso diseño de niveles y un game feel que nos permite sentir al tacto cada rebote. Dejando a un lado ciertos escollos, como la percepción de arbitrariedad del control o la posible sensación de repetitividad, esta obra es completamente recomendable para muchos tipos de jugadores, desde quienes busquen un completo desafío en dos dimensiones como para quienes deseen deleitarse con uno de los juegos mejor diseñados de los últimos tiempos.
Hemos realizado este análisis con un código que nos ha proporcionado Stuffed Wombat.