Análisis de Necropolis (PC, PS4, Xbox One)

Que el fenómeno Souls continúa pegando fuerte es algo que no se puede negar. No sólo de vez en cuando aparecen grandes producciones –o al menos, de tamaño medio- que siguen la estela de From Software, sino que la escena indie se está tomando muy en serio reinventar el secreto de su fórmula con variantes, como esa multitud de juegos 2D de fantasía oscura, combate y rol. No siempre se consigue y muchos desarrolladores no ven más allá de subir la dificultad artificialmente, cuando un buen Dark Souls se define por ser justo.

Necropolis es un nuevo juego creado por Harebrained Schemes y la inspiración en los Souls es evidente, aunque el equipo se ha esforzado por cambiar varios apartados para conseguir así su propia personalidad, a veces acertadamente y en otras no tanto.

Sin demasiado trasfondo, seleccionamos a nuestro héroe o heroína que se adentra en las profundidades de una mazmorra mágica "que se reconstruye en cada partida" –la generación aleatoria de toda la vida-. Así pues, no hablamos de una aventura de rol tradicional con un camino marcado, aquí vamos a descender por pisos sin saber muy bien qué nos depara detrás de cada puerta. Un giro interesante es que el tono oscuro y tétrico de muchos action-RPG se sustituye por algo menos dramático, incluso humorístico en ciertos diálogos. No tan positivo es que deja sin explicar muchos aspectos, obligando al usuario a experimentar por su cuenta.

El sistema de combate es bastante típico de estos juegos, y eso es bueno. Rápidamente te harás al control basado en un ataque débil y otro fuerte, ambos con opción de cargar para una animación con más tajos o espadazos más fuertes. Hay defensa con escudo, uso de consumibles –durante segundos quedamos indefensos, muy al estilo de los frascos Estus de un Souls- y naturalmente, el movimiento evasivo que nos desplaza unos pasos hacia la dirección deseada justo antes de recibir un golpe. Una barra de resistencia limitará nuestros combos y equilibra un poco las armas blancas: una espada grande y pesada podría eliminar de un golpe a criaturas básicas, pero necesitarás descanso después de un par de mandobles.

Para nuestro gusto el golpe ligero es un poco más lento y el control más impreciso de lo deseable, pero es cuestión de acostumbrarse y aprender a anticipar con más tiempo a los rivales. El ritmo general es más pausado que en otros RPG de acción, se basa menos en los reflejos. Algunas armas que encontraremos en nuestra exploración cuentan también con un golpe final que activa un efecto, como una magia que afecta a toda la zona. Un sistema de creación con recursos, y la posibilidad de recoger las armas o joyas de los enemigos nos animará a investigar estos laberintos y no a pasar corriendo.

Estas mazmorras son bastante sobrias en diseño, con pasillos y salas repletas de enemigos, trampas –de suelo y desde el techo, no pierdas ojo a lo que cuelga arriba-, cofres y jarrones con ocasionales recompensas. Las criaturas, basadas en su mayoría en monstruos de fantasía oscura como esqueletos, caballeros armados, arañas y bichos más inclasificables, no suelen presentar demasiados problemas en solitario. Sin embargo, la mayoría de veces se juntan en grupos y es necesario aplicar estrategias de cuello de botella o mantenerse en movimiento para acabar con ellos uno a uno. No hay jefes –uno de los puntos fuertes de muchos RPG-, aunque algunos bichos equivalen a subjefes.

La aleatoriedad de estas mazmorras es un punto interesante porque hay una buena cantidad de razas enemigas y la combinación de sus patrones hace la lucha un poco distinta en cada ocasión. Hay monstruos con proyectiles, rayos, y otros más enfocados al cuerpo a cuerpo e incluso con escudos. Eso sí, la inteligencia artificial en su desplazamiento no siempre va fina, y hemos encontrado situaciones donde un enemigo queda atrapado contra una antorcha decorativa o corre contra un escalón un poco alto, fallos que podemos aprovechar en nuestro favor. Además, los enemigos se pueden dañar entre ellos; estudiando la situación es fácil de explotar para quitarse de en medio a rivales débiles. En la guerra todo vale.

Si recorrer estas catacumbas se hace un poco monótono, podremos jugar en cooperativo con tres personajes más. No hay invasión de mundos ni versus contra otros usuarios –advertimos que el daño amigo está activado-, es un sencillo y efectivo multijugador que modifica las estrategias y agiliza la exploración de cada piso. No es imprescindible jugarlo así, pero desde luego que mejora la diversión y posibilita resucitar al compañero, lo cual facilita un poco las cosas –a cambio el número de enemigos se adapta a los jugadores-. Es dropping in y out, lo que significa que pueden entrar y salir compañeros en cualquier momento.

No negaremos que sea opinable, pero la muerte permanente vuelve a ser un aspecto polémico que va a dividir la opinión de los jugadores. Una vez mueres –y en las primeras partidas de Necropolis lo harás hasta que comprendas sus reglas- debes empezar desde el principio. Sí, mantienes algún objeto un poco inservible para mantener la sensación de progreso y facilitar un poco la siguiente partida, no obstante olvídate de tu equipamiento e ítems.

El permadeath se suele equilibrar con la generación procedural, aliviando así que no repitamos exactamente lo mismo, pero está claro que a no todos les gusta este sistema cíclico. Además el propio concepto de la repetición choca un poco con las partidas aleatorias; el reintento no te hace mejor porque el mapa cambia, y los recursos dependen de la suerte. Se echa en falta un poco más de innovación en el panorama independiente, que por ahorro de trabajo o el motivo que sea, está abusando de este diseño automático en multitud de lanzamientos.

En conjunto, Necropolis presenta una buena jugabilidad, un desarrollo más cuestionable –aquí entran puramente los gustos personales- y quizás algunos elementos de rol muy superficiales. No hay desgaste de armas, sólo podemos mejorar la salud y no hay clases iniciales –aunque tu estilo dependerá del botín que encuentres-. Hay aspectos interesantes, por ejemplo abusar de los ataques cargados reduce el máximo de nuestra resistencia –se recupera con salud- y tenemos una serie de pociones que alteran nuestro estado –invisibilidad, resucitar de una muerte-.

Visualmente también se desmarca del rol gótico o realista. Nuestra primera impresión con los escenarios prácticamente sin texturas y modelados de pocos polígonos fue un poco fría, pero la paleta de colores y arquitectura estilizada funciona mejor de lo esperado. El único inconveniente está en que esa falta de detalle muchas veces nos despista y aumenta la sensación de pasar una y otra vez por el mismo tipo de localizaciones.

La música pasa más desapercibida a favor de recrearse en el sonido. Cuando se escucha ayuda a dar más ambiente a estas localizaciones, con algún toque electrónico y coros. No es mala en absoluto, aunque a veces está infrautilizada.

Conclusiones

Unas decisiones en el diseño, en nuestra opinión no favorecedoras, lastran la valoración final. Una generación aleatoria que se traduce por unas pocas variantes de habitaciones reordenadas y un sistema de muerte permanente que hace el desarrollo innecesariamente muy cuesta arriba, provocan que lo que podría ser un decente sucedáneo de la saga en la que se inspira no brille tanto. El multijugador y la parte artística maquillan el resultado, pero no lo suficiente.

Hemos realizado este artículo con una copia digital de la versión final de PC que nos ha proporcionado Harebrained Schemes.