Análisis Dusk, un genial homenaje a los FPS de los 90 (PC, Switch, PS4)
Los juegos independientes se han mostrado desde hace mucho tiempo como una fuente de sorpresas capaz de mostrarnos las mejores y las peores caras del mundo de los videojuegos, pudiendo encontrarnos desde títulos de dudosa calidad hasta grandes obras escondidas en el apabullante catálogo de Steam y dispuestas a ser descubiertas por los jugadores más atrevidos.
Una de estas joyas es DUSK, un juego creado por David Szymanski (A Wolf in Autumn, Fingerbones) acompañado por la música de Andrew Hulshult, un compositor que ha creado la banda sonora de Brutal Doom (el mod más conocido del juego de id Software) y que incluso ha compuesto una pieza para Quake Champions.
Videoanálisis
El juego no ha tardado en destacar por su calidad como FPS y musicalmente, convirtiéndose en una de las últimas sorpresas del 2018 (salió a la venta el 10 de diciembre) o de las primeras del 2019 según quiera verse.
Una oda a los clásicos de los 90
DUSK no es un juego que destaque, ni mucho menos, por su originalidad, ya que todo lo que vemos en él ya lo hemos probado en el género mucho tiempo atrás.
El título destaca, precisamente, por saber traernos todo lo que nos ofrecían los juegos de disparos de antaño al 2019, permitiéndonos viajar en el tiempo para disfrutar de un juego con los gráficos de esa época pero con la precisión en las mecánicas de disparos de un título de hoy día.
Es como si todo lo que rodea a DUSK fuera un homenaje, una oda o un popurri de los mejores shooters de la historia que se lanzaron en aquellos maravillosos años, con guiños a los gráficos de Quake, a las armas de Doom, a los "castillos" de Heretic, las trampas de Rise of the Triad o la sangre y el salvajismo de Blood.
Cada uno de los tres episodios del juego es como hacer un pequeño viaje a shooters distintos, utilizando las mismas armas pero teniendo conceptos jugables diferentes en los escenarios, que pasan de ser pasillos medianamente sencillos a una factoría llena de cuchillas, trampas y enemigos para, finalmente, volverse una misteriosa fortaleza con un sesgado corte medieval.
De hecho, a pesar de que nada de lo que veremos en el juego es nuevo, el diseño de niveles es, sencillamente, magnífico, combinando mecánicas de títulos del pasado de forma única ofreciéndonos una gran variedad de situaciones a pesar de contar con una ejecución que, a priori, es bastante sencilla en todos sus aspectos.
No queremos estropearos algunas de las sorpresas que DUSK nos ofrece durante la partida, simplemente os diremos que, con muy poco, son capaces de ofrecernos un diseño mejor que el de muchos juegos de disparos de hoy en día que deberían de tomar nota de lo que se puede llegar a hacer simplemente con un poco de imaginación y algo de ganas. Todo esto aderezado con niveles llenos de secretos difíciles de descubrir como cualquier FPS digno de los 90.
De una espada a un lanzamisiles pasando por una escopeta recortada
Algo en lo que nos solemos fijar muchos jugadores habituales de FPS es en el número de armas que están a nuestra disposición durante la partida y a su variedad y utilidad a la hora de matar a los enemigos que nos vamos a ir encontrando por el camino.
Como no podía ser de otra manera, DUSK nos ofrece un buen arsenal de armas que irán desde una espada mágica capaz de devolver disparos y de realizar poderosos golpes cuerpo a cuerpo a nuestros enemigos, hasta un poderoso lanzamisiles, pasando por una escopeta recortada que nos recordará a Doom 2, dos pistolas o escopetas (una en cada mano) como hemos podido ver en las últimas entregas de Wolfenstein, una ballesta similar a la de Heretic o un lanzagranadas como el de Quake.
Lo meritorio no es la variedad de armas en sí (que también), sino que será importante ir cambiando entre las mismas dependiendo del enemigo al que nos estemos enfrentando, siendo crucial estar equipados con el arma adecuada para cada monstruo que, por cierto, también hay un buen "bestiario" dentro del juego, con cada enemigo con sus propias habilidades, puntos débiles y fuertes.
Duración suficiente acompañada de multijugador
Como ya hemos deslizado anteriormente, DUSK nos ofrece una aventura de tres episodios, cada uno de ellos ambientados en una localización diferente, que nos ofrecen un total de 30 niveles que completaremos en unas 6 u 8 horas durante la primera vuelta de juego que es altamente rejugable por todos sus secretos, niveles de dificultad y por el acierto del diseño de los niveles que no cansan fácilmente.
Es cierto que agradeceríamos un episodio extra en la campaña para alargar su duración aunque, por suerte, para añadir algo más de pólvora tenemos Endless, un modo de juego clásico en el que tendremos que ir derrotando a diversas oleadas de enemigos si queremos superar cada nivel y que toma prestados ciertos escenarios de los tres episodios de la aventura principal.
Por último nos encontramos con DUSKWORLD, un multijugador arena clásico que nos recuerda poderosamente a los primeros Quake o Unreal Tournament en el que deberemos de enfrentarnos en cruentas batallas con nuestros enemigos en escenarios propios de este modo y algunos cogidos de la campaña principal.
Graficos puramente Quake, banda sonora magistral
A nivel gráfico, el juego nos recuerda a Quake en las texturas y con esos gráficos "estilo bloques" que le dan al juego un aire bastante particular y que, de nuevo, nos hace viajar en el tiempo para situarnos en una época muy lejana a la nuestra. Eso sí, DUSK no renuncia a añadir algunos efectos de hoy día en algunos puntos como la iluminación o su particular movimiento de cámara, ofreciéndonos un resultado bastante convincente dentro de lo que podemos esperar.
Mención aparte merece la banda sonora del juego creada, como os hemos dicho, por Andrew Hulshult, que sabe poner de forma perfecta melodía a cada momento, con unas piezas con un montón de sonidos metálicos y un ritmo vertiginoso que ayuda a acompañar la acción cuando es necesario y que se vuelve más tranquilo y sosegado en ciertos momentos de tensión que nos ofrece el juego.
Conclusiones
DUSK es una bendita oda a los FPS clásicos, el mejor homenaje que se le puede hacer a títulos como Quake, Doom, Heretic, Rise of the Triad, Blood o Duke Nukem 3D, que tienen en este título un digno sucesor de todo lo que nos ofrecieron en su momento durante los 90.
La obra de David Szymanski puede dar ejemplo a los FPS de hoy, demostrando que con ganas y un poco de imaginación se nos puede ofrecer una experiencia fabulosa a nivel jugable sin necesidad de alardear de gráficos ni de rizar el rizo con mecánicas complicadas.
El juego ha logrado que viajemos al pasado, que nos olvidemos que estamos en el 2019 trasladándonos a una época en la que la jugabilidad estaba por encima de los gráficos y, muchas veces, también de las buenas historias, dándonos diversión directa en vena, sin anestesiantes, que nos provoca una sonrisa y rejuvenecer 20 años para volver a descubrir por qué muchos nos enganchamos a los juegos de acción en primera persona.
Hemos realizado este análisis gracias a un código proporcionado por New Blood Interactive.