Análisis Do Not Feed the Monkeys 2099, el simulador de cotilleo (PC, Switch)
El ser humano es cotilla por naturaleza y Do Not Feed the Monkeys de Fictiorama Studios alimentó nuestra curiosidad en 2018. El título era una suerte de aventura gráfica y gestor de recursos que básicamente nos ponía en el control de un complejo sistema de cámaras ocultas en distintos hogares o localizaciones en las que sucedían "cosas"… Muy peculiares. La gente, o monos en la jerga del juego, hace su vida sin saber que están bajo vigilancia; ¿te atreverás a romper las reglas del Club de Observación de Primates para interactuar con ellos y cambiar sus vidas, para bien o para mal?
El estudio madrileño vuelve a la carga con su secuela, Do Not Feed the Monkeys 2099. Su concepto es básicamente lo mismo, pero lleva la ambientación del presente a un futuro distópico en el que las megacorporaciones son –cómo no- todavía más grandes y poderosas, los humanos conviven con alienígenas y robots. Pero hay cosas que no cambian, como es nuestro rol en la aventura: de nuevo, llega a nuestras manos la aplicación MonkeyVision que da acceso a la vida de estos peculiares monos. Y con ello, comienza un nuevo ciclo de voyeurismo digital.
¡NO alimentes a los monos!
Los jugadores del original se sentirán como en casa con Do Not Feed the Monkeys 2099, que tiene un desarrollo muy similar. El primer cambio es esa temática futurista, al menos parcialmente, porque este mundo tiene mucho del antiguo. Lo consideramos algo positivo, porque uno de los temores a ese "2099" es que la fantasía o el ciberpunk inundasen los casos de estas jaulas/cámaras, cuando uno de los atractivos de Do Not Feed the Monkeys era descubrir los secretos de ciudadanos aparentemente corrientes. Sí, hay algunas criaturas estrafalarias, aventuras con androides o discusiones con una casa domótica, pero incluso en estos casos la historia se suele encauzar con una historia "realista" dentro del universo DNFTM. No creemos que el salto al futuro reste encanto.
En cuanto a mecánica, 2099 vuelve a introducirnos en el club con unas normas concretas: inspeccionar a los sujetos e ir adquiriendo un número determinado de cámaras cada pocos días para subir de nivel. Comenzamos con un puñado, y aunque no todas ofrecen algo interesante, sí habrá al menos un par con actividad.
Cada escena sigue un horario determinado y si pinchamos en su imagen se presentan los diálogos, con la posibilidad de rastrear la pantalla en busca de pistas o palabras clave para anotar. Es muy similar a una aventura gráfica point’n click, salvo que el progreso es automático -somos meros espectadores- y por tanto en estos primeros momentos apenas nos limitamos a recoger información.
Esta parte de Do Not Feed the Monkeys 2099 es sencilla siempre y cuando estemos atentos a la escena. ¿Qué sucede? Que no será la única, y en muchas ocasiones transcurren dos o más actividades simultáneamente. Aquí entra en juego la interfaz de la aplicación, con sus alertas sobre movimientos en la jaula o la opción de "pinchar" una pantalla secundaria por si queremos pasar de una a otra. La exigencia multitarea es un poco estresante y esa es la auténtica gracia del juego, ahora saga, porque va a más según se acumulan cámaras en el sistema. Se hace imprescindible mantener prioridades y un orden a la hora de profundizar en las historias, porque es fácil que en tus primeras partidas no puedas abarcar todo.
Por un lado, esta información que vamos recopilando se clasifica y nos sirve para extraer más datos gracias al navegador web del juego. Si buscamos una de esas palabras recopiladas, o una combinación de dos términos, nos llevará a páginas web y descripciones que a su vez nos ayuden a tirar de la manta y descubrir algo que sirva para comprender qué sucede en esa localización o incluso la identidad del mono, sus datos personales y quizás la manera de interactuar con él, provocando efectos en las conclusiones o el diario de noticias. Como mínimo, nos servirá para responder correctamente a las preguntas que recibiéremos periódicamente, con la jugosa recompensa económica que ofrecen.
Claro, al igual que en el original, esto va complicado por la parte de gestión y limitaciones de tiempo. No sólo la hora dicta el movimiento de estas vidas y el paso de los días, sino que tenemos nuestras obligaciones de pagar el alquiler y tres importantes indicadores a los que no hay que perder nunca de vista: hambre, sueño y salud. De esta manera, conviene descansar unas horas –pero ten en cuenta los horarios de tus monos o te perderás escenas clave-, encargar comida y mantener la economía a flote para pagar la cuota, la compra de nuevas cámaras o algún objeto en el supermercado online.
La Vieja'l Visillo 2099
Todo esto será conocido para los jugadores del primer Do Not Feed the Monkeys: vigila la alimentación, porque a veces la comida procesada no sienta bien, busca trabajos temporales para ganar dinero extra, realiza las inversiones que te comenta tu OmniPal, sigue a tus monos para conocer qué traman y mantén un equilibrio para avanzar el máximo número de días antes de desfallecer o arruinarte. Pero tranquilo, el fracaso forma parte del juego porque durante los primeros intentos te verás abrumado por tantas opciones.
Aunque no es un roguelite como tal –incluso si las cámaras son aleatorias y nunca sabremos con exactitud qué nos vamos a encontrar-, nos gusta pensar que con cada reintento tenemos una ayuda extra que nos lo pondrá un poco más fácil en la siguiente partida, que en este caso no es ni más ni menos que saber cómo extraer datos de jaulas conocidas más rápidamente o los horarios de cada mono. No es que el juego nos lo ponga más fácil, sino que somos mejores y ese misterio que teníamos medio resuelto ahora nos llevará menos tiempo, y eso permitirá prestar más atención a otras jaulas.
Do Not Feed the Monkeys 2099 encantará a los fans del original porque en muchas cuestiones es más de lo mismo y no deja de ser la respuesta a las peticiones de los fans que echaron en falta algo más de contenido a la primera aventura. Hay unos ligeros cambios aquí y allí, especialmente en los modos para volver al juego una vez lo hemos completado –modo mirilla, relax, acelerar tiempo y libre-, porque la auténtica diversión del juego no es tanto completarlo sino repetir y ver más historias. Quizás nos habría gustado que el juego desarrollase mejor todo lo que rodea su nueva ambientación o algún giro más ambicioso, pero esta es una crítica que se puede hacer a la mayoría de secuelas del mercado. Y al final, estamos hablando de uno de los juegos más originales en cuanto a concepto de los últimos años –si exceptuamos su predecesor-, adictivo y con el punto justo de dificultad.
El aspecto gráfico –pixel-art de baja resolución- y sonoro es similar al del primer DNFTM, si bien ha ganado un poco de detalle y ahora tenemos todas esas escenas con hombres lagarto, alienígenas en el sicoanalista y una ligera remodelación de la interfaz o nuestro hogar. Pocas sorpresas en este sentido, pero la verdad es que a la pantalla de cámaras le sienta bien una imagen nítida de este estilo visual, sobre todo por la cantidad de pantallas que llegaremos a acumular. El apartado sonoro vuelve a utilizar efectos ambientales que no molestan demasiado, pero de nuevo nos parece que podría tener un poco más de presencia.
Conclusiones
Quizás no sea un buen momento para lanzamientos indie, es una época con títulos largamente esperados que van a ocupar todas las conversaciones y medios durante semanas, pero Do Not Feed the Monkeys 2099 merece tu atención si te quedaste con ganas de más tras el primer juego o buscas descubrirlo ahora –no se necesita para nada jugar al anterior-. Lo que puede haber perdido de factor sorpresa lo compensa con un nuevo vistazo a estas historias estrafalarias y planteamiento que hace de su narrativa el auténtico gameplay, algo en lo que Fictiorama Studios sigue demostrando que son unos maestros.
Hemos realizado este análisis en PC con un código ofrecido por Fictiorama.