Análisis de Cold War (PC, Xbox)
La Guerra Fría, que mantuvo a Estados Unidos –y parte de occidente- enfrentado a la Unión Soviética durante décadas, ha sido uno de los períodos históricos más utilizados por la industria del cine y el videojuego a la hora de crear nuevas historias, en su mayoría con tintes bélicos. Así, hemos podido disfrutar de varios títulos de acción ambientados en Vietnam o Corea, u otros en los que las conspiraciones políticas enfrentaban a las distintas agencias de seguridad y espionaje de estas dos grandes potencias militares. Sin embargo, la verdadera batalla, que se libró en los despachos de la Casa Blanca y el Kremlin, pocas veces ha sido mostrada en el mundo del videojuego, contando en la mayoría de ocasiones de manera muy superficial las divergencias entre los dos bandos.
En Cold War, por el contrario, las conspiraciones políticas estarán a la orden del día; teniendo que adentrarnos en algunos de los edificios más representativos del comunismo ruso para destapar la oscura trama urdida por el jefe del KGB, que buscará por todos los medios poner fin a la creciente relación "amistosa" con occidente.
Cold War nos ofrece una mecánica de juego muy similar a la vista en títulos como Metal Gear Solid o Splinter Cell, siendo el protagonista de la aventura un periodista de investigación llamado Matt Carter que, siguiendo la información ofrecida por una fuente de confianza, intenta colarse en el Mausoleo de Lenin en Moscú con el único fin de escuchar y fotografiar la conversación secreta que mantendrá el presidente de la Unión Soviética, Mihail Gorbachov, con un agente de la CIA. Sin embargo, esta misión, que en principio no resultaba complicada para un periodista ya experto en este tipo de tareas, se torna oscura al convertirnos, sin saber muy bien por qué, en un enemigo público para el KGB.
Como decimos, el desarrollo de la acción en Cold War será muy parecido al visto en los dos juegos de infiltración más conocidos del momento. El protagonista, que tendrá una serie de movimientos muy parecidos a los de Sam Fisher en Splinter Cell, tendrá que avanzar lentamente por una gran cantidad de niveles repletos de guardias y soldados que no dudarán ni un instante en apretar el gatillo. Para evitar los enfrentamientos directos tendremos que aprovechar la oscuridad de algunos de los entornos en los que tendremos que infiltrarnos, prestando mucha atención al pequeño indicador que aparecerá en la parte inferior de la pantalla, y que nos mostrará la cantidad de luz que incidirá sobre el protagonista. También, el sigilo a la hora de avanzar por los niveles será importante si lo que queremos es evitar los combates con los enemigos, por eso, tendremos que avanzar despacio, evitando correr todo el rato para no alertar con el sonido de nuestros pasos a los enemigos.
Matt Carter también podrá noquear a los enemigos acercándose por la espalda y golpeándoles, o empleando las drogas pertinentes para sedarlos sin hacer mucho ruido; teniendo luego que esconder el cadáver para que el resto de guardias no activen la alarma. Sin embargo, a diferencia de lo visto en los dos juegos citados con anterioridad, en esta creación de Mindware nos encontraremos con un curioso sistema de creación de artilugios que nos permitirán eliminar a los enemigos con mayor facilidad, o simplemente servirán para facilitarnos la huída o la distracción de los enemigos. En cada uno de los escenarios del juego encontraremos distintos objetos como despertadores, botellas de plástico, cloroformo... que tendremos que combinar para crear nuevos objetos que nos solucionarán más de un problema.
Así, por ejemplo, podemos combinar el plástico con las balas de la pistola, obteniendo así un tipo de munición que aturdirá a los enemigos y nos permitirá avanzar por el nivel sin necesidad de matar a nadie. Del mismo modo, combinando ciertos ítems con un despertador, podremos crear una buena arma de distracción con la que atraer la atención del enemigo. Lógicamente, el hecho de tener que buscar todos estos elementos por los distintos escenarios hará que la exploración sea fundamental en el desarrollo de la aventura, teniendo que entrar en un buen número de salas y habitaciones en las que simplemente encontraremos estos objetos y las carpetas, que nos darán puntos de experiencia que luego emplearemos para inventar nuevos artilugios.
Con todos estos artilugios tendremos que avanzar sigilosamente, como decimos, evitando a todos los guardias que custodiarán los distintos escenarios del juego; pero aparte, también tendremos que hacer frente a todo tipo de trampas y cámaras que nos pondrán muy difícil nuestro avance por los escenarios. En este tipo de situaciones nos encontraremos con dos soluciones bien diferenciadas: por un lado podemos emplear el sigilo y la rapidez para sortear los haces de luz que se apagarán y encenderán periódicamente y que bloquearán algunas de las puertas de los niveles que recorreremos; o podemos buscar las distintas terminales de seguridad para desactivar estas trampas, y de paso desconectar las cámaras de seguridad; lo que hará que nuestro avance sea mucho menos tenso. También, para complicar todavía más nuestro avance, nos encontraremos con distintas puertas que no se abrirán a no ser que tengamos las llaves de la puerta, por lo que nos tocará buscar al vigilante que las tenga, noquearle, y luego registrar su cuerpo para recogerlas.
Por último, en Cold War tendremos la posibilidad de colaborar con otros personajes para resolver algunos de los puzles que se nos irán presentando. Por norma general suelen ser desafíos muy simples, pero al menos sí consiguen dotar de algo de variedad al desarrollo de la aventura. Y es que en ocasiones, a través de las cámaras de seguridad, tendremos que guiar a un personaje en concreto a través de un nivel repleto de enemigos que realizarán rondas por los pasillos. Gracias al mapa que nos suministrará la terminal de seguridad, y a las cámaras que nos mostrarán las posiciones enemigas, podremos indicarle a nuestro personaje que avance justo en el momento en el que el guardia está de espaldas para así evitar el combate directo. Tras esto, se nos abrirán las puertas que en un principio estaban cerradas y podremos proseguir nuestro camino.
Con todo esto, y a pesar de la opción de crear nuevos artilugios conforme avanzamos en la aventura, el desarrollo de la acción en Cold War resulta demasiado lineal incluso para un juego de infiltración. En todos los niveles nos encontraremos con distintas situaciones conflictivas que se resolverán en la mayoría de ocasiones de la misma forma, no habiendo lugar para segundas opciones. Los enemigos, además, se quedarán quietos en el mismo lugar todo el rato, pasando olímpicamente de cualquier ruido que podamos estar haciendo desde las sombras. Y es que a la linealidad debemos añadirle una inteligencia artificial de lo más discreta.
Los enemigos podrán escuchar nuestros pasos desde cualquier rincón del escenario, mostrándonos su preocupación con exclamaciones o preguntas al aire. Sin embargo, y a pesar de ser la reacción más lógica, no se moverán a no ser que nos hayan visto a plena luz, o hayamos montado un auténtico escándalo con los objetos del entorno. Este hecho, unido a la tremenda precisión que mostrarán los enemigos, hará que en más de una ocasión muramos por culpa de las trampas despertador que atraen la atención del enemigo, no hacia la fuente del ruido, sino hacia el lugar en el que nos encontramos nosotros.
El apartado gráfico, a pesar de ser el mejor punto del juego, tampoco se libra de estos pequeños errores que ensombrecen una gran historia como es la de Cold War. Para empezar, las secuencias cinemáticas, que nos irán presentando a los distintos protagonistas de la aventura y sus problemas, han sido diseñadas con una apariencia de cómic, lo que hará que disfrutemos de imágenes estáticas en vez de verdaderas secuencias de acción. No obstante, el resultado no resulta del todo negativo, ya que nos encontraremos con algunas secuencias realmente buenas. Aún así, en general la historia perderá fuerza debido a esta decisión de los desarrolladores. En cuanto al juego en sí, disfrutaremos de unos modelados en las unidades bastante bueno, y unos entornos de grandes dimensiones bien detallados que representarán, fielmente, algunos de los lugares más emblemáticos de la Unión Soviética -el Kremlin, el Mausoleo de Lenin, la prisión del KGB, etc.-.
Sin embargo, las animaciones robóticas que nos brindarán todas las unidades del juego, así como otras animaciones de lo más repetitivas –todos los enemigos a los que golpeemos caerán de la misma forma, sin excepción-, harán que el conjunto en general pierda realismo, convirtiéndose en un juego bonito en imágenes, pero un verdadero despropósito en movimiento. Los efectos de luces, eso sí, mantendrán un buen nivel de calidad; aunque las sombras no serán tan buenas. Por último, comentar el curioso efecto conseguido con la cámara que llevará Matt Carter encima. Gracias a unas modificaciones, podremos emplear la cámara para ver a los enemigos a través de las paredes, lo que nos permitirá conocer su posición antes de entrar en la sala. Este efecto está muy bien conseguido, pudiendo ver el esqueleto de los soldados a través de las paredes.
El apartado sonoro tampoco se libra de todos estos errores, siendo además muy discreto en el desarrollo de la acción. Las melodías que aparecerán en momentos muy concretos de la aventura no sonarán como uno esperaría en un título de estas características, siendo además piezas musicales de poca calidad; salvándose únicamente el tema principal. Los sonidos FX también poseerán un acabado poco realista, encontrándonos además con algunos errores increíbles: podemos golpear a los enemigos por la espalda para ver como, aparte de caer siempre de la misma forma, no emitirá ningún ruido nuestro puño al golpear el cuerpo del enemigo, ni tampoco éste "sonará" al golpearse contra el suelo. Las voces, que estarán inglés –el juego ha sido traducido al castellano, pero no doblado- mostrarán también ciertos altibajos, es decir; la voz del protagonista, y la propia entonación con la que habla, harán que nos cansemos rápidamente de su voz, al no poner intensidad en los diálogos. Sin embargo, los enemigos sí mostrarán ese peculiar acento ruso que no queda nada mal en el juego, siendo además unas interpretaciones bastante buenas.
Todos estos elementos, unidos a la ya citada linealidad, harán que no tengamos ganas de disfrutar de las distintas modalidades de juego que ofrece Cold War una vez hayamos completado la aventura principal. Y es que a parte del modo historia, en el que tendremos que recorrer una serie de niveles esquivando a los enemigos y limpiando nuestro nombre, nos encontraremos con distintos modos de juego que nos obligarán a completar el modo historia de nuevo cumpliendo una serie de requisitos mínimos. Así, tendremos que pasarnos el juego completando las distintas misiones de la aventura en un tiempo límite, activando pocas alarmas, o sin matar a nadie.
De todos modos, pocos querrán volver a completar la aventura, por el ya citado tema de la linealidad y los errores en la inteligencia artificial. El planteamiento general de los niveles es demasiado simple, encontrándonos con soluciones demasiado sencillas que se repetirán una y otra vez a lo largo de la aventura. La historia en Cold War es muy buena, y mantendrá a más de un jugador enganchado hasta finalizar el juego; pero el desarrollo de la acción y el apartado técnico en general no irá a la zaga, lo que convierte a esta creación de Mindware en un título de infiltración discreto poco recomendable.