Análisis de Wario Land: Super Mario Land 3 CV (Nintendo 3DS)
El enfrentamiento final de Super Mario Land 2 nos dejó en una situación singular: ese misterioso personaje, némesis total de Mario, al que derrotamos, nos resultó encantador a su desagradable manera. Y estuvo claro pronto que Nintendo había visto el potencial que había en este nuevo enemigo para su fontanero de cabecera, por lo que relativamente pronto empezamos a tener noticias de un Super Mario Land 3, juego que finalmente se convirtió en el Wario Land que todos conocemos. Eso sí, la medida de conservar el nombre de la saga portátil de Mario en el subtítulo era una buena estrategia que se llevó a cabo también en Super Mario World 2. En los dos casos, estos productos derivados tuvieron éxito y sus posteriores entregas ya se desprendieron de Mario para el título y se concentraron en Wario y Yoshi, respectivamente.
Este Wario Land mantenía las claves fundamentales de la saga: enemigos y plataformas, aunque la personalidad usurera de Wario aportó un mayor enfoque en conseguir monedas, introducir toda una serie de tesoros coleccionables y nuevos poderes que se basaban en emplear diferentes habilidades mucho más vinculadas a golpear a los enemigos que a saltar sobre ellos.
De hecho, el primer gran cambio que nota un jugador al entrar en este título de Wario es que la técnica fundamental para eliminar a los enemigos es darles un golpetazo con el hombro. Esto implicó un sistema de control que, en realidad, es sustancialmente diferente del que venía planteando la serie, así que tampoco debe extrañarnos que hubiera cierto grado de incomprensión o incluso fastidio. Wario dejó claro que no era un skin, un simple aspecto alternativo, de Mario.
Wario, en este título, está lamiéndose las heridas de su derrota ante Mario y decide perseguir a unos piratas que, según ha sabido, se han hecho con una maravillosa y valiosa estatua de la princesa Peach. Estos piratas la han escondido en su isla secreta, Kitchen Island. El desenlace de toda la historia tiene ese punto trágico en el que el jugador definitivamente le coge un gran cariño al feo de Wario.
Con los diferentes poderes que pude conseguir según se progresa en el juego, Wario se convierte en una sana alternativa a Mario. Wario puede saltar, golpear bloques con la cabeza, y aplastar enemigos, pero también hay otras grandes habilidades como golpear con el culo (cuando lleva su casco de toro) y aplastar bloques que están bajo sus pies o pulverizar enemigos. Estos poderes se resumen en tres: el casco de toro, que le permite tener más alcance en su golpe básico con el hombro así como golpear el suelo con el culo e incluso usar los cuernos para engancharse al techo; el casco de jet, con el que puede impulsarse por los aires durante breves periodos de tiempo y el de dragón, con el que podemos destruir a los enemigos de forma abrasadora. A eso hay que usar su estado base y el de miniWario, que vendría a ser el de Mario sin siquiera un champiñón.
El juego volvía a optar por el mapa, un rasgo que ha seguido siendo esencial en la saga (incluso cuando los juegos han sido aparentemente lineales por completo) y ha cedido solo ante los mundos centrales. Sin embargo, incluso entregas bastante recientes han vuelto a esta estructura de caminos, más o menos lineales. Cada una de las ocho grandes zonas de Kitchen Island está compuesta por cinco niveles y, el último, presenta además a un jefe final. Hay que estar atentos a la presencia de puertas alternativas en las que podemos usar monedas para pagar el acceso por las mismas y conseguir tesoros, aunque puede resultar complicado encontrarlos. El factor de exploración se explota muchísimo en esta entrega, más si tenemos en cuenta las limitaciones técnicas que había en la veterana Game Boy.
Por tanto, entre tesoros escondidos y puertas alternativas para llegar a las zonas extra de Sherbet Land, nos encontramos con un título que resulta ser muy rejugable y adictivo. Tiene el elemento adicional de que en determinadas circunstancias, además, se mantiene cierta dificultad casi clásica. Super Mario Land 2 fue un juego extremadamente fácil: divertido a raudales, sí, pero muy fácil en todos sus retos. Este Wario Land representaba un reto mayor, aunque lo más probable es que no suponga algo especialmente complicado para los jugadores. Como es habitual desde hace muchos años en las entregas del universo Mario la cuestión no está en morir muchas veces para superar una fase, sino en querer vivir muchas veces esas fases.
A nivel técnico, el juego presentó un aspecto técnico impresionante con personajes de gran tamaño e incluso superaba a un monstruo técnico como fue en su momento su predecesor, el ya varias veces citado Super Mario Land 2. Se convierte, de hecho, en uno de los mejores exponentes visuales de la consola gracias a l buen nivel de detalle de los personajes y variedad de enemigos.
Algunos entornos, eso sí, no resultaban demasiado atractivos en su estilismo, pero en este sentido se optó siempre por mantener fondos limpios y claros que no dificultaran en nada la visión en una pantalla monocroma, algo que también hay que tener en cuenta. Con todo, lo cierto es que aunque el juego empieza en un entorno de playas que no da mucho juego, pronto se abre a un imaginario en el que sí puede lucirse y nos muestra que, en efecto, se hizo un soberbio trabajo en este terreno. Asimismo, la música del juego apuesta por ciertos toques exóticos que se diferencian de las clásicas melodías de Super Mario, sin que por eso se dé una ruptura con el estilo tradicional de la serie.
Conclusiones
Divertido y diferente, Wario Land nos enseñó que había muchas más posibilidades de jugar a "un Mario" que con el propio Mario gracias al hecho de que este Wario no solo consiguió cuajar un personaje que se percibía ya interesante y con potencial en su debut en la anterior entrega de la saga de plataformas para la portátil, sino que aquí se logró también dotarle de unos poderes y habilidades distintivas que modificaban los aspectos jugables sin alienar la línea tradicional. Se reinventó la serie y Wario se convirtió en el gran héroe –antihéroe, si queremos- de las plataformas en las portátiles de Nintendo. Empezó a sumar entrega y desplazó incluso a Mario, que solo recientemente ha recuperado ese puesto de honor en los plataformas de las portátiles de la compañía. Con su desembarco en la Consola Virtual no solo se reviven grandes recuerdos: el título sigue siendo fresco, divertido y se juega con la precisión y suavidad de un título actual. Nos demuestra, así, que hay videojuegos que no envejecen: Wario y su aventura fundacional están en ese selecto grupo.