Análisis de Driver Renegade 3D (Nintendo 3DS)
El resurgir de Driver con la entrega para los sistemas de alta definición no es el regreso único de la saga, pues Ubisoft ha apostado también por lanzar una entrega para Nintendo 3DS que, en esta ocasión, es un juego específico y no una simple conversión de lo que podemos ver en los sistemas de casa.
Cronológicamente estamos ante un juego que se ambienta entre las dos entregas originales de la serie, en un momento en el que Tanner ha rechazado regresar a su estado como policía. Y es que, convencido total de la justicia, el agente infiltrado en bandas criminales ha descubierto que la corrupción campa a sus anchas por el departamento de policía de la ciudad. Ahora, fuera del cuerpo, es un vengador que busca limpiar las calles, echar de la ciudad a cinco jefes de la mafia y, para ello, cuenta con el respaldo de Ballard, un político que busca los votos prometiendo limpiar las calles, lo que le ha situado también en el ojo del huracán.
Uno de los rasgos de la saga es que en su origen ha evitado las misiones a pie, y eso se ha dado también con recursos que pueden resultar un tanto obtusos (como en la última entrega, Driver: San Francisco). Ese predominio del vehículo sobre el peatón resultó en una entrega fundacional que tenía cierto toque muy del cine de coches y acción de los años 70 y 80 y otras quizás no tan acertadas. De esta manera, los vehículos son los protagonistas absolutos, y son tanto transporte como arma.
Cuando decidimos afrontar el modo historia del juego nos encontramos con una narración llena de arquetipos que no da muchas sorpresas al jugador, aunque sí consigue contarse con interés por lo que al menos cumple con la función de hilar los hechos de manera más o menos coherente y atractiva para que sigamos jugando. El modo historia se presenta en dos dificultades diferentes, siendo recomendable intentar jugar en difícil y superar todas esas misiones, pues es la única manera de desbloquear vehículos adicionales, algo que simplemente no sucede en el modo más fácil.
La historia se puede superar en más o menos dos horas, y en ningún momento podemos decir que pueda hacer gala de una dificultad o complejidad particularmente elevadas, por lo que no creemos que el abanico de duración sea mucho más amplio. Sin embargo, el punto negativo real radica en que las misiones apenas tienen variación y se limitan a cuatro o cinco tipos (teniendo en cuenta aquí ya algunas variaciones que no son siempre demasiado significativas), lo que le resta frescura con rapidez. Contando, por tanto, un modo historia tan escaso, está claro que debe ofrecer algo más, y en este sentido al menos puede presumir de incorporar otros siete modos de juego, de los que luego hablaremos.
Mientras nos movemos en el modo historia hay que tener en cuenta los cabreos que se pilla Tanner, pues el medidor de ira es importante para la concepción jugable. Este medidor se va llenando según destrozamos mobiliario urbano o realizamos acciones temerarias de diferente índole. Este medidor en realidad nos permite utilizar un poder especial de Tanner que facilita destrozar los coches rivales: al pulsar el botón A aumentamos nuestras estadísticas y si eso lo combinamos con un golpe lateral (usando L o R) los resultados pueden ser devastadores.
Lo que sucede en Driver Renegade es que realmente no hay mucha más profundidad jugable. El sistema responde bien, y se deja jugar con amabilidad, pero no hay mucho más jugo ni sustancia que sacarle al título. Las misiones se basan sobre todo en machacar un coche rival, con variaciones, según corremos a toda pastilla por las calles de la ciudad. Le falta enjundia, sin lugar a dudas, para dar algo más al usuario, pues aunque sí es cierto que hay otros siete modos de juego adicionales, ahora veremos que quizás no aporten tanta variación como podríamos esperar.
Dentro del menú Carrera del juego nos encontramos con las diferentes variaciones de modalidades que se ofertan. Carrera libre es el más simple, pues consiste simplemente en una carrera hasta la meta que se complementa con la variación contrarreloj, donde obviamente ya no competimos contra otros vehículos, sino contra el tiempo marcado para alcanzar el objetivo. Son modos que se centran en la velocidad más que en la acción. Una variación adicional es el modo de eliminación, donde el último piloto de cada vuelta es eliminado: solo puede quedar uno.
En cuanto a los modos que apuestan más por la acción tenemos el modo Arrasar, donde hay que destruir a los contrincantes antes que se termine el tiempo. En Carrera demoledora debemos crear el caos con tantas piruetas como sea posible. En Carretera asesina no hay normas y debemos eliminar a los enemigos; por último, en Postcombustión debemos sobrevivir a toda costa.
Estos modos de juego conforman un conjunto de variaciones suficiente e interesante, pero resulta evidente que podrían ganar muchísimos enteros con la inclusión de opciones multijugador, que no se han contemplado en el juego. Correr, luchar destruyendo vehículos rivales... todo eso es mucho más divertido con amigos, y es donde realmente se habría potenciado su rejugabilidad, algo esencial dada la brevedad extrema de la campaña.
El sistema incluye diferentes comportamientos para los vehículos e incluso diferentes grados de resistencia, teniendo en cuenta que el coche se va dañando, cumpliendo con el clásico sistema de echar humo, prenderse fuego y finalmente explotar cuando los daños ya son críticos. El comportamiento de los vehículos se determina por aceleración, velocidad, agarre y blindaje, cuatro parámetros más que suficientes para el estilo arcade de pilotaje y enfrentamiento que se propone. En total podemos contar con hasta 50 vehículos diferentes, que escogeremos según circunstancias, características y la estética de los mismos, claro.
Un buen punto a favor del juego, más allá de la variedad de su garaje, se encuentra en lo amplio de los entornos y el buen nivel de detalle que se ha logrado para los mismos y los vehículos, lo que le otorga un aspecto muy sólido y convincente que se refuerza con una lograda sensación de velocidad, algo esencial en todo juego en el que la conducción sea un componente esencial, como es el caso. La variación del día, los efectos de iluminación, explosiones y demás lo convierten en un juego atractivo visualmente que se complementa con una buena música y efectos sonoros también muy convincentes, mostrando unos buenos valores de producción en todo su conjunto.
De hecho, luce bastante bien en la pantalla de la portátil y se vuelve a mostrar que los juegos de coches son grandes beneficiados de la imagen 3D, una de las señales de identidad de la consola. En el lado menos positivo, en muchas ocasiones se percibe todo como demasiado carente de vida por cierto vacío en el ritmo de la ciudad, y la física (aunque de vocación arcade) puede ser muy laxa en su ejecución. Resulta siempre bien diseñado, pero teniendo en cuenta que no se han introducido opciones multijugador más allá de la posibilidad de comparar resultados a través de la función StreetPass de Nintendo 3DS.
Conclusiones
Centrarse en la experiencia para un único jugador es legítimo, pero cuando la campaña resulta tan escasa y poco variada es evidente que los objetivos marcados no eran lo suficientemente exigentes o que no se han alcanzado. Driver Renegade es una buena experiencia, divertida, que encuentra una buena válvula de escape en los otros modos de juego, que logran captar con mayor vocación su propuesta arcade. Sin embargo, son modos que -de manera más que obvia- se habrían visto muy beneficiados por la inclusión de multijugador. Breve, pero entretenido, este Driver para portátil podría haber dado más de sí, pero está claro que tiene muchas de las cosas que buscarán los aficionados en él.