¡Cuidado! En este texto habrá spoilers hasta los topes del segundo episodio de El libro de Boba Fett, la nueva serie de Star Wars lanzada en Disney+. El capítulo ya está disponible en la plataforma, por lo que si no lo has visto, ve a ello y luego vuelve para continuar con la crítica.
Bajo el nombre de 'Las tribus de Tatooine', el segundo episodio de El libro de Boba Fett nos sitúa prácticamente justo donde termino el piloto, con Boba habiéndose recuperado de sus heridas y con Fennec a su lado después de haber capturado a los que intentaron asesinar al mítico cazarrecompensas en su llegada al planeta que vio nacer al que posteriormente se convertiría en Darth Vader. El libro de Boba Fett continúa pecando de algo que rasca a cualquier fan de La guerra de las galaxias, y es convertir a ese temido pistolero en un nuevo héroe o en un personaje que dista mucho de lo presentado en la trilogía original iniciada por George Lucas en el siglo XX.
Era inevitable que Boba Fett terminara convirtiéndose en el nuevo juguete de Disney+ después del impacto que tuvo su primera aparición en la segunda temporada de The Mandalorian. Pero allí, por lo menos, el hijo de Jango Fett continuaba manteniendo parte de su rudo carácter y una actitud que invitaba poco a mantener una amistad con el mismo. Incluso costaba imaginarse que el personaje de Pedro Pascal pudiera fiarse del cazarrecompensas, puesto que este únicamente se mueve mirando lo mejor para él, sin preocuparse en demasía por los demás. Eso, poco a poco, ha ido cambiando y ahora tenemos a un Boba Fett más humano que nunca, que además parece que haya tenido algún que otro problema de salud desde su llegada a Mos Espa, cosa que no termina demasiado de encajar con la esencia y ADN con el que Boba fue concebido originalmente, que es la de un tipo duro, con rasgos de fuerza misteriosos e imparable, con una serie de gadgets y artilugios ocultos que le salvaban de cualquier situación (y apenas los vimos en el primer episodio justo cuando los necesitaba, al borde de caer asesinado).
Boba Fett, el completo desconocido
Estando Jon Favreau a los mandos del guión, dejando la dirección para Steph Green, 'Las tribus de Tatooine' resta bastantes puntos a lo visto en el piloto de El libro de Boba Fett. No porque tenga menos secuencias de acción o porque los efectos digitales hayan tomado el control sobre los muñecos artesanales más clásicos que luce esta ficción (y que nos encanta, porque le da un toque más de trilogía clásica y se aleja de lo visto en la trilogía de precuelas), sino porque apenas aporta absolutamente nada al arco principal del protagonista y continúa partiendo la historia de Boba entre pasado y presente, confirmando que la serie se ha construido con unas bases poco firmes que se tambalean sin parar y que dependen enteramente del poder de la nostalgia y de la fuerza que desprende el mismo Fett para los veteranos.
Y es que un personaje que apenas estuvo en pantalla en El imperio contraataca y El retorno del Jedi (que también ha tenido una enorme expansión en cómics y novelas a posteriori) haya logrado consagrarse como un imprescindible para muchos, es digno de admirar, pero es como si se hubiera hecho borrón y cuenta nueva con el personaje y ya no fuera portador de las características mediante las que lo conocimos.
'Las tribus de Tatooine' gira sobre todo alrededor de cómo Boba Fett se forjó su nueva identidad con los Tusken en los desiertos. Pasando de ser un simple esclavo a miembro de una de las tribus más temidas por los que deambulan por Tatooine. Aunque los fragmentos desérticos se estén rodados con una exquisitez digna del mejor cine western, es un arco que tampoco termina de cohesionar bien con el personaje, dado que la leyenda que se ha cimentado alrededor del protagonista es mucho mayor que lo que se muestra en pantalla. En cierto modo, esto ocurre debido a que los seguidores del personaje, entre los cuales nos encontramos, han idealizado en suma manera cómo se forjó uno de los mejores cazarrecompensas de la galaxia, y ahora lo que se busca con El libro de Boba Fett es mostrar que este villano (en la saga en la que se creó) ha cambiado y que ahora es más honorable. Es más Mando, por así decirlo, y eso es un craso error porque rompe con todo lo que era Boba Fett. Sí, ya lo hemos comentado, pero es que los mazazos a la personalidad de Fett siguen siendo demasiado rotundos como para dejarlos correr.
Un relleno innecesario
El segundo episodio de El libro de Boba Fett no es más que un entretenimiento para ganar tiempo hasta el estallido grande de la ficción, que por ahora se encuentra muy vacía y apenas se centra en lo que se nos vendió al principio, que era ver cómo el protagonista se quedaba como cabeza del crimen organizado de Tatooine. Hasta la fecha la ficción se ha centrado en explicar el pasado del personaje a partir de su accidente con el Sarlacc. Algo que, sinceramente, tampoco importa demasiado a estas alturas, puesto que ya estamos más que acostumbrados a verle desde que apareció de forma estelar en The Mandalorian, luciendo su armadura de beskar de nuevo y cargándose a unos cuantos miembros del Imperio Galáctico. Y no es que abunden, precisamente, después de la caída del Emperador, Darth Vader y compañía.
Lo que vemos sobre el personaje cuando la trama está situada en el presente nos atrae, y nos gusta, porque permite que la historia avance y el universo de Star Wars pueda mostrar nuevos caminos y su evolución. Pero el pasado con los Tusken, por ahora, sigue enturbiando la historia de Favreuau y demostrando que solo puede haber un The Mandalorian. El libro de Boba Fett tiene todavía mucho tiempo para remontar y alzar el vuelo, trayéndonos de vuelta a un Boba feroz que no necesita conectarse a un tanque de bacta para acabar con sus enemigos. Lo principal ahora es demostrar que Boba es mucho más que un simple cazarrecompensas y que no se le puede tomar el pelo. Pero da la sensación que todo lo que vemos es prescindible y que puede que si hubiera aparecido directamente en esta serie, sin demostrar sus habilidades en The Mandalorian, podría haber triunfado mucho más.