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Crítica de Resident Evil - La serie de Netflix no termina de arrancar

La ficción creada por Andrew Dabb y protagonizada por Ella Balinska, Tamara Smart y Siena Agudong está disponible al completo en Netflix, pero se queda a medio gas.
Crítica de Resident Evil - La serie de Netflix no termina de arrancar

Resident Evil es uno de los proyectos más complicados de adaptar. No es fácil, en general, traducir el lenguaje de los videojuegos al cinematográfico o el televisivo. La saga de Capcom en particular posee toneladas de elementos narrativos que no se pueden trasladar a películas o series porque dependen del jugador. Desde los primeros compases de la saga, con entregas que han tenido sus más y sus menos después de todo, Resident Evil se ha construido con una fuerte narrativa emergente que obliga al usuario a tener que explorar cada rincón para poder conocer los detalles de la historia que se está narrando mientras un puñado de zombis o monstruos nos acechan. Esa narrativa incrustada en los diferentes niveles, que sale a la luz gracias a la implicación del jugador, no se puede plasmar en un largometraje o en una serie. Hay entonces un par de opciones. O bien uno se distancia del producto madre para generar nuevas historias. O por otro lado se intenta replicar lo visto en consolas y PC.

La maldición de Resident Evil en el audiovisual. ¿Qué pasa con esta saga?

Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City optó por intentar seguir a pies juntillas lo que se reproducía en Resident Evil 2 y Resident Evil 3. Un relato que arriesgaba más bien poco e intentaba caminar sobre seguro ligando la historia base de esas dos entregas a unas secuencias terroríficas con la esperanza de poder transmitir a los espectadores las mismas sensaciones que cuando cogen el mando y se ponen manos a la obra con Leon, Claire o Jill. Aunque es imposible que las emociones sean las mismas, la obra de Johannes Roberts salió del paso bastante bien bajo nuestro punto de vista (o por lo menos el de este humilde redactor). Roberts hizo todo lo contrario a Paul W.S. Anderson: seguir el libreto original más o menos a pies juntillas, añadiendo algunas modificaciones para que pudiera funcionar de la forma más óptima en pantalla.

Netflix ha apostado por un camino similar al de Anderson y escribe su propio relato basándose en determinados conceptos vistos en Resident Evil, pero apenas usa sus personajes, escenarios o características para poder construir sus ocho episodios. En ese sentido, Andrew Dabb (creador de la ficción) acierta para que la serie no esté estrictamente atada a una historia que ya está escrita. Eso permite que su Resident Evil pueda crecer y evolucionar sin ningún tipo de impedimento y con personajes nuevos.

Ahora bien, el problema es que aun a pesar de robar solamente elementos concretos para poder distanciarse de la saga original y crear a raíz de ello algo nuevo, el resultado sigue siendo el mismo: los zombis no terminan de funcionar en el audiovisual cuando portan el nombre de Resident Evil en el titular. Es como una especie de maldición a la que pocos productos han conseguido sobrevivir raspando el larguero.

Resident Evil
Los efectos digitales no son uno de los puntos flojos del proyecto.

La nueva serie de Resident Evil, en líneas generales, se puede entender dentro de un contexto alejado de los videojuegos como un producto que intenta hacer honor a la 28 días después de Danny Boyle, con un apocalipsis que ha arrasado el mundo pero ha dejado pequeños grupos de humanos que deben aprender a convivir con estos seres para poder sobrevivir. La misma Ejército de los Muertos de Zack Snyder plantea conceptos similares: unos zombis que se diferencia por categorías dependiendo de su inteligencia y características, los humanos son conscientes de que no hay salvación a escala global y viven con ello y se crean organizaciones (sectas incluso) que dividen a los que hasta ahora no han sido contagiados. Si se estudia la serie desde este ángulo, esta Resident Evil tampoco es un producto nefasto del que no hay nada que salvar. Pero por desgracia ni con esas logra alzar demasiado el vuelo.

La narrativa es confusa y no ayuda a que el ritmo fluya

Los saltos temporales constantes no ayudan a que la narración sea dinámica y fluida, más bien entorpece el proceso porque es extremadamente predecible y su misterio hace aguas por todas partes. Umbrella es aquí una organización que ha contaminado el mundo debido a un uso indebido de un antidepresivo, y las protagonistas cargan con que padre, Wesker, coopere de forma directa con ese origen del virus que ha convertido a más de medio mundo en unos comecerebros. En las escenas de acción, por otro lado, sí que se puede notar cierto cariño. Resident Evil funciona bien cuando se pone gore y violenta y se sacan las armas a paseo. Hay un plano secuencia en particular (sin hacer spoiler) que hace referencia a Resident Evil Vendetta que es una salvajada. Digna de aplauso si estuviéramos en Sitges (la referencia a [REC] 3 también es oro).

Resident Evil
Las referencias no pueden sostener a la serie, por muy buenas que sean.

La primera temporada de Resident Evil fuera de la animación no ha terminado de cuajar. Coger conceptos sueltos del videojuego no ha acabado de resultar y por ahora Johannes Roberts sigue teniendo en su haber el título de mejor proyecto live-action de la franquicia. Si la serie continúa, la gigante del streaming necesita darle una vuelta al concepto que ha querido plantear.

Xavi Mogrovejo
ERRORE

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