Un año más el baloncesto de 2K Games se vuelve a convertir por méritos propios en el mejor juego deportivo del año. A la saga NBA 2K le ha sentado genial el salto de generación, lo que han aprovechado para dar a su juego un subidón gráfico y jugable, gracias a una enorme cantidad de nuevas animaciones, que hacen que la experiencia sea más realista si cabe, por momentos y a cierta distancia casi indistinguible de una retransmisión deportiva, lo que es una pasada.

Sin novedades gigantescas, este año se han limitado a apuntalar el gran estreno de la serie en la nueva generación de consolas que se produjo en 2013, y han mejorado y pulido cada aspecto del producto, desde los modos de juego a la jugabilidad. Veremos si el año que viene vuelve a dar un salto de calidad y nos sorprende, pero este juego sigue siendo la envidia de los aficionados a otros deportes, a los que les gustaría ver su disciplina favorita tan bien plasmada en un videojuego como aquí.