Mark Zuckerberg no está dispuesto a quedarse atrás en la carrera por la inteligencia artificial, pero los avances de Meta en este terreno siguen sin estar a la altura de los gigantes del sector como OpenAI o Google. A pesar del músculo financiero y del acceso privilegiado a los datos de miles de millones de usuarios a través de Facebook, Instagram o WhatsApp, el desarrollo de su modelo Llama 3 sigue sin marcar distancias.
Según ha revelado The New York Times, la compañía de Zuckerberg estaría dispuesta a dar un giro estratégico con la adquisición de parte de Scale.AI, una startup emergente liderada por Alexandr Wang. El objetivo: nutrirse de experiencia y acelerar el camino hacia la inteligencia artificial general (AGI), ese ideal futurista que aspira a imitar —e incluso superar— la capacidad cognitiva humana en todas sus dimensiones. Ha desembolsado millones en fichar a gente de OpenAI y no quiere volver a cometer los errores del pasado.
Mark Zuckerberg lo cambia todo con su estrategia en IA: “Esto marcará una década entera”
La maniobra, de prosperar, no será precisamente económica: The Information asegura que Meta podría desembolsar 15.000 millones de dólares para hacerse con el 49% de Scale.AI. Esta apuesta, considerada de alto riesgo por algunos expertos del sector —como el propio Yann LeCun—, iría en paralelo al fortalecimiento de un equipo interno de 50 investigadores dedicados exclusivamente al desarrollo de AGI.

Pero la jugada no está exenta de controversia. Scale.AI ha sido señalada por recurrir a mano de obra precaria en países empobrecidos para el etiquetado masivo de datos, una práctica que levanta serias dudas éticas sobre el futuro de la inteligencia artificial. La comparación no tardó en llegar.
El escritor tecnológico Ed Zitron no dudó en calificar el movimiento de Meta como “el equivalente en IA al Plan Marshall”, refiriéndose al plan estadounidense para reconstruir Europa tras la Segunda Guerra Mundial —un gesto que no solo fue económico, sino profundamente geopolítico. En el fondo, todo apunta a una realidad clara: Zuckerberg, obsesivo como pocos líderes tecnológicos, quiere que Llama 3 deje de ser una promesa y se convierta en punta de lanza. El problema es el precio a pagar y no solo en millones.