Continúa la polémica: Netflix estrenará el 30 de octubre la cuarta temporada de The Witcher, la primera con Liam Hemsworth como Geralt de Rivia, una sustitución que ha polarizado a la afición tras los tres años de Henry Cavill en el papel. La plataforma y el equipo creativo han vendido el relevo como un paso natural de la producción hacia una nueva etapa dramática, sin sorpresas en el calendario promocional.
La showrunner Lauren Hissrich ha explicado que la salida de Cavill no fue un pulso ni una ruptura amarga, sino una decisión práctica: el actor tenía “planes para otros papeles” y el equipo no quería retenerle contra su voluntad, una postura que han repetido en varios comunicados para poner fin a especulaciones sobre conflictos internos. Esa versión oficial intenta cerrar un capítulo y dejar sitio a la reconfiguración del reparto sin dramatismos innecesarios.
La versión oficial del relevo
En público, Hemsworth ha admitido que la presión mediática le afectó durante el proceso: llegó a desconectarse de las redes y a alejarse del ruido digital para centrarse únicamente en la interpretación y en la construcción de un Geralt propio, lejos de comparaciones constantes. Esa retirada deliberada —“dejé de usar las redes y gran parte de internet”— busca que el trabajo hable por sí mismo cuando la serie se vea completa.
No obstante, la reacción en redes ha sido intensa y variada: desde defensores que piden juzgar a la nueva temporada por sus méritos hasta seguidores que lamentan la marcha de Cavill. El trasfondo es una comunidad fandom muy vocal que, más allá de la calidad final de la obra, siente que ha perdido un vínculo afectivo con un intérprete identificado con la franquicia. El equipo, consciente de esa fractura, ha optado por una estrategia de comunicación prudente para no avivar la polémica.
Fandom dividido y comunicación
En términos creativos, la promoción apunta a una entrega más oscura y expansiva, con pósteres y avances que subrayan un cambio de tono y la introducción de nuevos rostros en torno al universo de la saga; producción y guionistas han querido trasladar la expectativa hacia la narración, no hacia el casting en sí. Si la serie logra que el público acepte ese foco renovado, la sustitución podría interpretarse con el tiempo como un reinicio exitoso y no como una fractura irreparable.
El riesgo es evidente: cambiar a un protagonista que se había convertido en emblema siempre acarrea costos reputacionales. Pero también existe una oportunidad artística: Hemsworth llega con ganas de limpiar el ruido y construir un Geralt que, según el propio actor, requiere paciencia y trabajo alejado de titulares. Dentro de la industria, los casos de recast muestran que la televisión contemporánea puede sobrevivir —y a veces prosperar— tras decisiones igualmente impopulares en primera instancia; el veredicto final lo dará, como siempre, la pantalla y la audiencia.















