Netflix ha cosechado grandes éxitos a lo largo de su historia -como parece que Estado Eléctrico ha sido en su primer fin de semana-, pero también ha protagonizado sonoros fracasos que han puesto en jaque su estrategia de contenidos y han acabado siendo cancelados sin remisión.
Entre estos descalabros destaca Jupiter’s Legacy, una ambiciosa producción basada en los tebeos de Mark Millar que, en lugar de consolidar un universo superheroico para la plataforma para competir con Marvel, terminó convertida en un ejemplo de gestión desastrosa.
Su cancelación, apenas un mes después de su estreno en mayo de 2021, dejó claro que ni la inversión millonaria ni el prestigio del material original garantizan el éxito en la era del streaming.
Una ambiciosa producción que se la pegó: la costosa apuesta de ciencia ficción de Netflix, cancelada tras un fugaz paso por el streaming
Para entender el origen del proyecto hay que remontarse a 2017, cuando Netflix adquirió Millarworld, la editorial de Millar, con la intención de convertir su catálogo en una fuente inagotable de nuevas sagas. La cifra exacta de la compra nunca se reveló, pero distintas fuentes la situaron entre los 30 y los 100 millones de dólares.
Era una jugada arriesgada, pues aunque Millar había firmado cómics de gran éxito como Kick-Ass o Kingsman, sus adaptaciones más célebres habían llegado de la mano de estudios tradicionales y no de plataformas de streaming.
El primer fruto de esta alianza fue Jupiter’s Legacy, una serie que aspiraba a ser la respuesta de Netflix a The Boys y al universo cinematográfico de Marvel. La serie -y la novela original- narra el choque generacional entre los primeros superhéroes y sus hijos, quienes viven bajo la sombra de un rígido código moral. Mientras intentan demostrar su valía, surgen conflictos sobre liderazgo, poder y sacrificio.

Sí, es una buena idea. Pero su gestación fue cualquier cosa menos sencilla. Desde el inicio hubo tensiones con el presupuesto: Steven DeKnight, showrunner original, pidió 12 millones por episodio, pero la plataforma solo aprobó 9. Esta disputa derivó en su salida del proyecto, lo que obligó a un cambio de rumbo en plena producción. Sang Kyu Kim asumió las riendas, pero los problemas no hicieron más que multiplicarse.
El rodaje se alargó más de lo previsto, lo que llevó a Netflix a fichar a Louis Leterrier (El increíble Hulk) para rehacer varias escenas y tratar de dar coherencia al conjunto. El resultado fue un sobrecoste descomunal: Jupiter’s Legacy terminó costando 200 millones de dólares, con un gasto por episodio que casi triplicaba el presupuesto inicial. Para cuando llegó a la plataforma, el daño ya estaba hecho.
La serie debutó con datos decentes, pero la crítica la recibió con frialdad—apenas un 41 % de aprobación en Rotten Tomatoes—y la audiencia la abandonó rápidamente. Netflix intentó salvar los muebles anunciando un spin-off en imagen real, Supercrooks, que jamás se materializó.
En su lugar, la compañía lanzó un anime basado en el mismo universo que pasó sin pena ni gloria. Hoy, Jupiter’s Legacy es poco más que una anécdota en el catálogo de Netflix, sepultada por su propio peso y convertida en un recordatorio de que no basta con comprar una licencia para construir un éxito.