El precio del agua del grifo en España depende mucho más del código postal de lo que parece. Un nuevo estudio comparativo entre 54 ciudades —todas las capitales de provincia, además de Ceuta, Melilla, Vigo y Gijón— revela diferencias que llegan a multiplicar por más de tres la factura anual entre unos municipios y otros para un mismo consumo doméstico estándar de 150 metros cúbicos al año.
En ese mapa desigual, Barcelona se sitúa en el extremo caro de la escala. Para ese consumo de referencia, un hogar barcelonés paga unos 516 euros anuales, lo que la convierte en la ciudad con el agua del grifo más cara del país y eleva el recibo hasta 3,5 veces por encima de Ourense, que aparece como la capital con la factura más baja del estudio. Varias localidades andaluzas, además de Alicante, Murcia o Bilbao, superan también la barrera de los 400 euros al año en un contexto en el que las tarifas han subido de media en torno a un 12 % desde 2023.
La trampa de los costes fijos
El informe no sólo mira al precio final, sino a cómo se construye ese recibo. Una de las claves está en la parte fija de la factura: mientras en Melilla un hogar sin consumo puede llegar a pagar cero euros, en ciudades como Barcelona, Ourense u Oviedo se cobra un mínimo anual aunque no se abra el grifo. Ese peso de los costes fijos explica buena parte de la brecha entre territorios y penaliza especialmente a viviendas con consumos bajos, como personas mayores que viven solas o familias que pasan largos periodos fuera.
Otro de los puntos críticos son las ayudas a los hogares vulnerables. La normativa española —a través del Real Decreto 3/2023— obliga a aplicar bonificaciones similares a las del bono social eléctrico, pero el estudio detecta un cumplimiento muy irregular: diez capitales de provincia todavía no han puesto en marcha descuentos específicos en el agua para estos colectivos. Allí donde existen, los requisitos cambian mucho de una ciudad a otra y, en muchos casos, obligan a justificar la situación económica cada año, lo que se convierte en una barrera de acceso práctica.
Un servicio básico bajo presión
Las organizaciones de consumidores alertan de que esta combinación de tarifas al alza, costes fijos elevados y ayudas mal diseñadas puede convertir un servicio básico en una carga desproporcionada para las economías más frágiles.















