Mientras muchos países debaten cómo implantar semanas laborales más cortas para favorecer el bienestar y la productividad, Corea del Sur sorprende impulsando la dirección contraria. Empresas como Samsung y Hyundai han abierto la puerta a jornadas que podrían alcanzar las 69 horas semanales, una cifra que recuerda a los extremos de las décadas pasadas y contrasta radicalmente con las aspiraciones globales hacia un equilibrio entre vida y trabajo.
Samsung ha sido una de las primeras en aplicar este modelo
En un contexto de crisis por baja natalidad y productividad menguante, las élites empresariales surcoreanas han activado lo que denominan "modo de emergencia". Desde abril de 2024, Samsung permite que sus ejecutivos trabajen seis días por semana "de manera voluntaria", aunque distintos analistas locales advierten que, en la cultura laboral surcoreana, el voluntariado en el ámbito corporativo suele interpretarse como una expectativa tácita más que como una opción real.
La decisión llega mientras la compañía celebra un incremento del 23% en los beneficios de su división móvil, un dato que, paradójicamente, podría frenar cualquier tentativa seria de reducir jornadas en el país.
Registran uno de los promedios de jornada laboral más extensos del mundo
La tensión entre modelos laborales opuestos se acentúa aún más considerando que, en febrero de este mismo año, la oposición surcoreana presentó en el Parlamento una propuesta para instaurar oficialmente la semana laboral de cuatro días, limitando las horas ordinarias a 36 semanales. El país, que actualmente permite trabajar hasta 52 horas, ya registra uno de los promedios de jornada laboral más extensos del mundo, solo superado en contadas economías emergentes. A pesar de ello, los intentos por acortar las horas enfrentan la resistencia férrea de un tejido empresarial que teme perder competitividad internacional.

El debate sobre la duración de la semana laboral en Corea del Sur no solo refleja una pugna económica, sino también un choque cultural de fondo. Para generaciones acostumbradas a jornadas maratonianas —donde salir de la oficina a las tres de la madrugada aún se considera normal—, la idea de trabajar menos horas supone una amenaza al ethos tradicional de sacrificio colectivo que durante décadas sostuvo el milagro económico surcoreano. No obstante, sindicatos y trabajadores jóvenes comienzan a movilizarse para exigir un cambio que priorice su salud física y mental.