En una jugada que recuerda a los grandes hitos de la carrera espacial, China acaba de abrir un nuevo capítulo científico, esta vez en el abismo del océano. El país asiático ha comenzado la construcción de una estación submarina permanente a más de 2.000 metros de profundidad en el mar de China Meridional.
El laboratorio, calificado por medios oficiales como una “estación espacial bajo el mar”, permitirá a seis científicos permanecer más de 40 días sumergidos para estudiar entornos extremos y recursos estratégicos. Un ambicioso paso que une ciencia, energía y geopolítica.
Energía del abismo y minerales del futuro
Este proyecto pionero tendrá como uno de sus principales objetivos el análisis de los ecosistemas de filtraciones frías, zonas en el lecho marino donde emanan gases como el metano en forma de hidrato. Este compuesto es considerado una posible fuente energética alternativa, aunque su extracción plantea desafíos técnicos y ecológicos. Además, el laboratorio submarino permitirá explorar depósitos de metales clave como cobalto, níquel y tierras raras, fundamentales para tecnologías como baterías, semiconductores y turbinas eólicas.
Las implicaciones del proyecto no son únicamente científicas. El emplazamiento en el mar de China Meridional, una región en disputa por sus ricos fondos y su relevancia estratégica, añade un componente geopolítico evidente. China afirma que el centro estará abierto a colaboraciones internacionales, pero países vecinos lo ven con recelo. La crítica se intensifica al considerar que esta base podría justificar un refuerzo de la presencia china en aguas disputadas.
Ingeniería extrema bajo presión oceánica
Desde el punto de vista técnico, la estación estará conectada por fibra óptica al lecho oceánico y contará con equipamiento de vanguardia: sumergibles, buques de apoyo y sensores capaces de monitorear el entorno en cuatro dimensiones. Su construcción exige estructuras que soporten presiones 200 veces superiores a las del nivel del mar y permitirá realizar experimentos imposibles de replicar en superficie, ni siquiera con inteligencia artificial o vehículos autónomos. El aislamiento extremo y la ausencia de luz natural durante semanas también suponen un reto humano para los equipos científicos.

Más allá de Marte: la carrera por el fondo del océano
En un mundo que sigue obsesionado con conquistar Marte, China vuelve la mirada hacia otro espacio aún más inexplorado: el fondo marino. Con este laboratorio sumergido, el país no solo busca avanzar en la ciencia de ecosistemas extremos, sino también posicionarse como potencia en la futura carrera por los recursos oceánicos.