Resulta interesante que, en un país con tres cuartas partes cubiertas de agua (que no siempre es azul), sepamos tan poco de los océanos. Algo en lo que oceanógrafos y científicos se esfuerzan por resolver, como demuestra una reciente expedición que ha revelado más sobre un ecosistema sin explorar que se encuentra bajo la corteza volcánica, más allá del fondo del mar.
Un grupo de científicos explora un ecosistema a 2500 metros de profundidad
En una reciente exploración, un grupo de científicos a bordo del buque Falkor ha conseguido enviar un robot a más de 8000 pies de profundidad (unos 2500 metros) en la zona del East Pacific Rise, en América Central.
Pero no estaban buscando interesantes restos arqueológicos, sino conseguir ver qué vida hay bajo los respiraderos hidrotermales, también llamadas fumarolas. El agua caliente que sale de estas grietas en la corteza en las profundidades marinas es un buen entorno para la proliferación biológica, pero hasta ahora no se había podido explorar lo que había bajo ellas.
Ahora, la expedición ha podido confirmar los indicios de vida que sospechaban podría haber bajo las fumarolas, descubriendo un rico ecosistema en corrientes de unos 25 grados centígrados. Pero no se trata únicamente de microorganismos y bacterias, sino también de gusanos tubícolas, que van migrando por los tubos que forman los respiraderos para migrar a mayores profundidades. Con este experimento se ha podido avanzar en una investigación que quiere saber más sobre esas formas de vida que sobreviven en un entorno tan extremo.
La investigación también tiene objetivos médicos. Ya sabemos que algunos animales saben usar medicamentos, pero en esta expedición se busca saber más sobre las propiedades antibióticas, antiinflamatorias y anticancerígenas que poseen algunos de los invertebrados de estos ecosistemas y que podrían ser clave en ciertos avances en tratamientos de salud.