Ya lo decía Toyota a principios de año: el coche eléctrico ya no es el futuro. La compañía japonesa sigue manteniéndose firme con esa opinión que navega a contracorriente de la competencia, sin ir más lejos Mercedes acaba de hacer realidad un coche eléctrico con autonomía de 1400 kilómetros puliendo su consumo, y afirma que el tiempo dará la razón a su criterio. La compañía japonesa aseguró que iba a adelantarse a los competidores en esta nueva tendencia en cuanto al uso de energías limpias y sostenibles, y ahora los responsables de la marca echan más leña al fuego afirmando que sale más rentable pagar las multas por no dar el salto al coche eléctrico que invertir en esta tecnología.
Toyota falla con su coche eléctrico, el BZ4X, y prefiere apostar por el formato híbrido y motor de combustión de hidrógeno
En 2022, Toyota ya dejó claro que su intención era la de apostar muchísimo por el motor de combustión de hidrógeno, aunque actualmente la marca es la reina del coche híbrido y está triunfando en ese terreno. La falta de litio o la explotación masiva para conseguir el máximo de baterías posibles hicieron que la gigante japonesa del motor empezase a buscar alternativas al coche eléctrico, el cual cada vez es más común en las grandes ciudades.
Akio Toyoda, ahora presidente de todo Toyota Motor Company, aseguró que las ventas de vehículos eléctricos sería muy inferior a la de turismos de hidrógeno: "Da igual lo que mejore el coche eléctrico, no pasará del 30%", desvelando así que el 70% de las ventas restantes serían de motor de combustión estándar e hidrógeno. Esta mentalidad podría llevar a Toyota a enfrentarse a graves sanciones en Estados Unidos, pero la marca parece no tener problema en afrontarlo.
Según señalan desde Xataka, recogiendo las regulaciones estadounidenses, las compañías de coches tendrán que tener un 50% de vehículos eléctricos en su catálogo en un periodo de cinco años para poder cumplir los límites máximos de emisiones. Toyota, por su parte, prefiere asumir las sanciones y comprar créditos de emisiones en vez de invertir en tecnología para los coches eléctricos, porque, con todo, parece que sale más rentable. Esos créditos de carbono son una especie de moneda de cambio que permite a empresas compensar las emisiones de CO2 invirtiendo en proyectos que mitiguen los gases de efecto invernadero. Tesla, por ejemplo, ganó el año pasado casi 2 millones de dólares vendiendo dichos créditos a otras compañías.
Toyoda explicó por qué el motor de hidrógeno es la mejor alternativa: "el problema con los motores de combustión no es la combustión en sí, sino más bien el subproducto de carbono de la quema de combustibles fósiles. Es por eso que el hidrógeno, que emite una cantidad casi insignificante de carbono, es la solución perfecta a los ojos de Toyota", recogían desde The Drive. El hidrogeno es muy abundante y es muy sencillo de conseguir, pero aquí uno de los problemas está en que no todos los fabricantes poseen ahora mismo los medios para convertir este compuesto en H2 puro (se hace a través de un proceso llamado electrólisis, que descompone el agua mediante electricidad). ¿Dará Toyota con la clave del éxito?
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