La sonda Voyager 1, el objeto creado por humanos que más lejos ha viajado en el universo, se encuentra en el centro de un esfuerzo ambicioso por parte de la NASA para restaurar las comunicaciones. Lanzada en 1977, la sonda ha superado todas las expectativas, viajando más de 24 mil millones de kilómetros a través del espacio. Sin embargo, recientemente ha enfrentado problemas de transmisión de datos hacia la Tierra, debido a complicaciones con su unidad de telemetría. A pesar de la vasta distancia que la separa de nosotros, la NASA está determinada a recuperar el control y restablecer las comunicaciones, un desafío que requiere una solución ingeniosa y posiblemente un viaje de regreso a la tecnología de programación de la década de 1970.
Consultando manuales de programación de los años setenta
La dificultad principal para recuperar el control de la Voyager 1 no radica en la distancia, sino en la codificación de la información. La NASA ha recibido datos sin sentido aparente, lo que indica un posible "atasco" en el sistema de envío. En respuesta, los ingenieros están consultando manuales de programación de los años setenta, en busca de comandos que permitan un reseteo del sistema. La esperanza es que estos esfuerzos lleven a una comprensión más profunda de cómo introducir comandos que reactiven la centralita, crucial para restablecer las comunicaciones y continuar recibiendo datos valiosos de la sonda.
Este problema técnico surge en un momento en que la NASA contempla misiones ambiciosas, como el retorno a la Luna. Sin embargo, la agencia también se dedica a mantener operaciones con proyectos históricos como la Voyager 1. Esta ha superado numerosos obstáculos técnicos a lo largo de los años, pero los recientes problemas de comunicación representan un desafío único que los ingenieros esperan superar en los próximos meses.
Desde finales del año pasado, la sonda ha experimentado comportamientos anómalos, complicando la recepción de datos coherentes, descritos como "un problema grave", destacando la simplicidad tecnológica de la sonda en comparación con los dispositivos actuales. A pesar de esto, la misión ha sido extraordinaria, enviando datos cruciales desde el espacio interestelar y extendiendo el alcance de la humanidad más allá de los confines del sistema solar. Aunque la NASA cree que sus propulsores ‘morirán’ alrededor de 2025.
Comunicación con un día de 'lag'
Los esfuerzos para solucionar el problema de comunicación de la Voyager 1 son lentos y meticulosos, dada la avanzada distancia de la sonda. Cada comando enviado tarda un día en llegar a la sonda y otro día en recibir una respuesta. Los ingenieros del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) están probando una variedad de enfoques para recuperar la comunicación, conscientes de que las reservas de plutonio de la sonda se agotan. Mientras la comunidad científica espera ansiosamente una solución, la Voyager 1 continúa su viaje solitario, llevando consigo el legado de la exploración espacial humana a las profundidades del espacio interestelar.
Portadora de un mensaje intergaláctico que nos recordará cuando desaparezcamos
La sonda porta un disco de oro muy especial, no solo por lo caro del material. Oficialmente conocido como el Voyager Golden Record, es un testimonio de la diversidad y la riqueza de la vida y la cultura en la Tierra, concebido como un mensaje intergaláctico a cualquier forma de vida extraterrestre o futuras generaciones humanas que puedan encontrarlo. Lanzado junto con las sondas Voyager 1 y 2 en 1977, este disco de 12 pulgadas de cobre bañado en oro contiene saludos en 55 idiomas, sonidos naturales de nuestro planeta, música de diversas culturas y épocas, e imágenes codificadas que representan aspectos científicos, culturales y cotidianos de la vida terrestre. Concebido por un comité liderado por Carl Sagan, este simboliza un ambicioso intento de comunicar la esencia de la humanidad y la Tierra en el vasto cosmos, sirviendo como una cápsula del tiempo cósmica y un faro de la ingeniosidad y esperanza humanas, lanzado al espacio exterior en un viaje que podría durar miles de millones de años.
