Se encuentra en estos momentos a 22.690 millones de kilómetros de la Tierra, lo que la convierte en el objeto creado por humanos que más lejos ha llegado en el espacio. Hablamos de la sonda Voyager 1, lanzada hace ya 44 años atrás. A día de hoy, sigue funcionando a pesar de haber entrado en el espacio interestelar, dejando atrás la heliopausa de nuestro sistema solar. Y sigue haciendo descubrimientos: esta semana era capaz de detectar una huella de plasma a 3 k Hz en el Espacio Interestelar Muy Local (VLISM). ¿Por qué es esto interesante? Porque supone la detección de una fuerte actividad de electrones en el espacio galáctico que no está expuesto al viento solar. Para que os hagáis una idea de cómo es este "sonido de plasma", os hemos dejado bajo estas líneas un vídeo de 2013 publicado por el canal de YouTube NASA Jet Propulsion Laboratory.
Voyager 1 y el sonido del silencio
El sistema de ondas de plasma (PWS) de la Voyager 1 sirve para registrar la densidad del plasma, o electrones, en el gas de las galaxias. La sonda ha llegado a registrar ondas generadas por Saturno y Júpiter, pero el verdadero descubrimiento que se produce ahora es la detección de una fuerte actividad de electrones una zona del espacio galáctico que no está realmente expuesta al viento solar.
Dicho de otra manera, la Voyager 1 ha detectado niveles de plasma "ambientales" que existen en el espacio profundo sin la influencia del Sol. Los hallazgos se han publicado en Nature astronomy, a manos de un equipo de científicos liderado por Stella Ocker, candidata a doctorado en la Universidad de Cornell y autora principal de este estudio. Se espera que esta nueva información ayude a comprender mejor los procesos que tienen lugar fuera de los sistemas estelares.
“Estas vibraciones ocurren a una frecuencia muy específica, llamada frecuencia de plasma, que está directamente relacionada con la densidad del plasma por el que pasa la Voyager”, explica Ocker. "Al medir cómo cambia la frecuencia del plasma con el tiempo, podemos construir un mapa de cómo se distribuye el plasma a lo largo de la trayectoria de la Voyager y aprender más sobre los procesos que determinan cómo ese plasma se comporta e interactúa con partículas y campos magnéticos en el espacio interestelar”.
Mientras que la Voyager 1 y la Voyager 2 (a 18.990 millones de kilómetros de distancia de la Tierra) continúan su curso, la NASA espera lanzar en 2022 la Interestellar Probe con la que esperan averiguar qué hay más allá de nuestra heliosfera.
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