Shailane Woodley experimentó un ascenso al estrellato absolutamente meteórico. La actriz, de 29 años, ha sabido intercalar proyectos de cine independiente con otros grandes y sonoros pelotazos en Hollywood, combinando ambas vertientes en su filmografía. Tras triunfar con Los descendientes, Aquí y ahora o Big Little Lies y auténticos fenómenos como Bajo la misma estrella o la saga Divergente, Woodley desapareció unos meses de la vida pública.
Ahora cuenta cómo intenta reconducir su vida tras su compromiso con el jugador de fútbol americano Aaron Rodgers, aceptándose a ella misma como mujer y decidiendo plantear ideas a los productores de las cintas del mañana: nada de sexo con sujetador (vía Cinemanía).
Nada de sexo con sujetador: ¡No es realista!
Woodley, que ha estrenado The Mauritanian y ahora se prepara para debutar con el próximo gran drama romántico de Netflix La última carta de amor, que llega a la plataforma el 23 de julio, ha charlado con The Hollywood Reporter sobre los temas que le preocupan. La intérprete, que ha hablado de su profesión y su decisión de apartarse de los focos durante un tiempo, cree que algo tiene que cambiar en Hollywood de cara a presentar buenas y realistas secuencias de sexo.
"Quiero decir, nunca me he sentido incómoda haciendo escenas íntimas porque soy muy vocal. Siempre me siento y hablo con el director, con el otro actor. Siempre debatimos sobre: '¿Cómo planeas rodarlo? ¿Es necesario desnudarse? ¿Va a distraer de la escena, o a sumar a la escena?'. Sabemos exactamente cuáles son los límites. Y nunca he estado en una situación en la que no se haya respetado eso", remarca en relación a otras actrices que se han quejado de abusos o secuencias incómodas en este ámbito. Tras su papel en Finales, principios, Woodley ha replanteado la manera en la que se deben tratar este tipo de secuencias en la ficción. En la ficción, con Jamie Dornan y Sebastian Stan, se repite una situación de triángulo amoroso que la ha llevado a pensar en maneras de mostrar las secuencias de sexo en el cine o la televisión. En La última carta de amor se mete en la piel de una joven de clase alta que vive, durante los felices años sesenta, un affair.
"Frecuentemente, en las películas, vemos a dos personas teniendo sexo y la mujer lleva puesto el sujetador. En la vida real, no creo que haya tenido relaciones sexuales con un sujetador, o ha sido algo muy, muy inusual", prosigue. En este ámbito, Woodley afirma haberlo pasado porque físicamente no se sentía preparado. "Dije no a muchos proyectos, no porque quise sino porque físicamente no podía participar en ellos. Y sufrí mucho más de lo que debería haberlo hecho porque no me cuidé. La presión autoinfligida por no querer que me ayudaran o me cuidaran ha provocado más malestar físico durante estos años", concluía. Ahora, con una carrera recuperada, estrenará Misanthrope de Damián Szifron y pronto rodará con The Fence, en la que vuelve a coincidir con Miles Teller.
