En Vandal aún recordamos cuando estábamos en la conferencia inaugural de la Blizzcon 2019, el momento en el que comenzó una cuenta atrás, en el que las luces se apagaron y en el que el que la mayor parte de los presentes en el Anahein Convention Center explotaron al ver el esperadísimo anuncio de Diablo 4, uno de los juegos más esperados por los aficionados de Blizzard.
Mucho tuvimos que esperar para ver por fin ese juego en nuestras manos el pasado mes de junio, con Blizzard intentando redimirse de los errores del pasado como Warcraft 3: Reforged o el polémico Diablo Immortal manteniendo a la comunidad actualizada de forma muy regular con respecto al progreso del desarrollo de Diablo 4, celebrando bastantes pruebas y, por fin, lanzando el ansiado título.
Un adictivo retorno a Santuario
Por fortuna para los que crecimos con la saga Diablo instalada en nuestros ordenadores, nuestro retorno a Santuario fue tal y como esperábamos. Blizzard adoptó para esta nueva entrega un perfil más oscuro, maduro y sangriento, con una trama algo más trabajada y pensada para un público adulto que resultó ser muy disfrutable y que además se ha ido ampliando con las dos primeras temporadas que han estado disponibles para el juego.
Por otro lado la campaña principal es muy disfrutona, con varias misiones interesantes, la buena trama de la que os acabamos de hablar y también un montón de contenido secundario en forma de eventos aleatorios o mazmorras secretas que explorar y que añaden muchísimas horas de juego a la primera vuelta que queramos hacerle a Diablo 4 aunque, eso sí, ya os contamos en su momento que a pesar de todo lo bueno que tiene esta campaña, su estructura nos ha parecido un tanto vieja o simple.
Otra de las cosas que nos han encantado de Diablo 4 son todas las posibilidades que nos da a nivel jugable, comenzando por unas mecánicas de combate tremendamente satisfactorias que hacen que sea todo un vicio combatir contra decenas o cientos de enemigos, destrozarlos, ver como nuestros poderes provocan que su sangre tiña el suelo y escuchar el satisfactorio sonido de las monedas o las piezas de equipo cayendo junto a su muerte permitiéndonos mejorar nuestro personaje.
Además, más allá del combate típico de Diablo la movilidad es mayor gracias al botón de esquiva que es tremendamente importante, también nos encantan los nuevos jefes finales, más elaborados y con mecánicas más complejas y mejor llevadas que en entregas anteriores que nos recuerdan a los que vemos en MMO como World of Warcraft y, por supuesto, también nos gusta la nueva interfaz, mucho más limpia y sencilla para poder ver mejor todo lo que ocurre en cualquier momento.
Por otro lado, tenemos cinco clases que se juegan no solo de forma muy diferente entre sí, sino que también podemos personalizar con un árbol de habilidades muy equilibrado entre sencillez para aprender a usarlo y profundidad que provoca que cada mago, bárbaro o pícaro que se crea en Diablo 4 pueda jugarse de formas muy diferentes y además, a esto hay que añadir un Panel de Leyenda disponible a partir del nivel 50 que es un segundo árbol de progresión con el que activamos todo tipo de glifos que nos permiten personalizar aún más a nuestro alter ego virtual.
Además a todo esto tenemos que añadirle el contenido de final de juego como el PVP para el que hay dedicado una zona completa en Santuario que cuenta con un buen número de objetivos que completar si queremos progresar, además de misiones PVE extra, mazmorras...
y temporadas con nuevo material para el juego que Blizzard está lanzando cada 3 meses fiel a su cita y que provocan que esta guerra entre ángeles y demonios de Santuario sea eterna.
Por todo esto, Diablo 4 nos parece uno de los mejores juegos que nos ha dado este 2023, un título destinado a estar durante años entre nosotros y que incluso ya tiene en marcha su primera expansión, Vessel of Hatred, que llegará el año que viene y que nos permitirá enfrentarnos a Mefisto y visitar una emblemática capital de Diablo 2.