Corría el año 1979 cuando el cine conoció por primera vez a un personaje que se volvería icónico y marcaría un antes y un después en la forma de entender el género de las historias postapocalípticas. El director australiano George Miller acababa de dar vida a la saga 'Mad Max', un tótem que desde sus inicios hasta nuestro tiempo ha influenciado enormemente a otros artistas y que incluso ha salpicado el mundo de los videojuegos con su impronta; no en vano, franquicias como la de Fallout le deben mucho al Guerrero de la Carretera.
Curiosamente, y pese a que el universo 'Mad Max' podría considerarse muy "de videojuego", la saga cinematográfica tan solo se ha dejado ver en forma de juego un par de veces. La primera de ellas fue de forma prácticamente anecdótica para NES, en 1990, pero por suerte para muchos, la segunda ocasión se trató de un título de mundo abierto la mar de divertido y espectacular que, tal vez no es muy recordado algunos años después, aunque bien merece la pena echarle el guante si eres de los amantes de la acción adrenalínica.
Mad Max: Un salvaje cóctel de explosiones, velocidad y puñetazos en un mundo impresionante
En el mes de mayo del año 2015, después de un larguísimo hiato, la saga 'Mad Max' regresó a la gran pantalla por todo lo alto con 'Mad Max: Furia en la carretera', una entrega que dejó a críticos y espectadores obnubilados por su sentido de la espectacularidad y reavivó al personaje en el recuerdo de miles de personas. Unos pocos meses más tarde, llegó al mercado de los videojuegos para PC, PS4 y Xbox One el conocido como simplemente Mad Max, un juego desarrollado por Avalanche Studios (los padres de Just Cause) que venía a tomar las bases de la franquicia para trasladarla a un universo interactivo de lo más estimulante.
Todos sabemos que juegos basados en películas ha habido montones a lo largo de la historia, pero una gran mayoría de estos títulos son muy limitados o disponen de un tiempo de desarrollo muy corto para alcanzar cotas de calidad decentes. Con todo, Mad Max no es exactamente un juego que se base en ninguna película de la saga, cuenta su propia aventura original, y además su desarrollo fue dilatado y duró varios años, por no olvidarnos de que el propio George Miller realizó labores de consultor en el proyecto y Warner Bros. permitió al equipo de Avalanche mucha libertad creativa para llevar a cabo las ideas que considerasen mejores de cara al producto final.
Así, para sorpresa de muchos, Mad Max se estrenó ofreciendo un mundo abierto visualmente fascinante y una jugabilidad que mezcla de aquí y allá muchos componentes diversos con buen gusto. Los pilares del gameplay se centran, sobre todo (y como no podría ser de otra manera), en la conducción, permitiendo a los jugadores personalizar nuestro vehículo, mejorarlo con distintas piezas y hacerlo cada vez más temible para los enemigos que pueblan los vastos parajes desérticos y yermos.
En este sentido, la obra de Avalanche da en la diana con unos controles arcade y unas físicas logradas que hacen muy cómodo ponerse a los mandos. Entre otras cosas, resulta muy satisfactorio moverse de un lado a otro, conducir a toda velocidad y llevar a cabo encarnizadas batallas contra conductores. Incluso se agradece que haya que velar por el estado de nuestro coche y, por ejemplo, buscar gasolina para poder seguir rodando.
La gestión de recursos en Mad Max es otro acierto, a nuestro parecer, ya que en un título de corte apocalíptico se antoja coherente tener que buscar materiales para nuestra supervivencia, administrar la munición de nuestras armas o cuidar de que Max no esté hambriento o sediento. Son elementos no muy habituales en los sandbox, que aquí tienen mucho sentido y ayudan a crear una experiencia más inmersiva.
Por supuesto, el juego no se basa solo en conducir, como ya hemos dicho. Y es que lejos de limitarse en este sentido, también dispone de un violento y visceral sistema de combate cuerpo a cuerpo en el que se incluye un pequeño arsenal de armas de fuego y otras numerosas actividades típicas de los mundos abiertos, como la limpieza de asentamientos, la conquista de atalayas o la competición en carreras.
Lamentablemente, si se le puede poner una pega, es que argumentalmente está "vacío". La historia no es nada memorable, los personajes no son nada profundos y las misiones se sienten como una excusa para que hagamos diversos recados. Fallos que también achacan otros sandbox, todo hay que decirlo. Lo malo es que, con el paso de las horas, el juego termina por resentirse y su bucle jugable se hace repetitivo.
Un juego con defectos y virtudes, pero muy entretenido y con mucho potencial
En su día, os contamos lo siguiente en nuestro análisis de Mad Max: "Si te gusta el género, el universo Mad Max o la ambientación postapocalíptica, y no esperas una gran historia, simplemente diversión sobre cuatro ruedas y a puñetazo limpio, estamos ante una aventura de acción muy recomendable".
Es una lástima que aun brillando en muchos aspectos, el juego deje una sensación algo amarga al final. No es un mal juego, ni mucho menos, pero da algo de rabia imaginarse hasta dónde podría haber llegado con un poco más de atino en algunos aspectos. Una historia principal con una buena trama, personajes secundarios con historias apasionantes, eventos por el mundo más dinámicos y menos repetitivos... Todo ello son cosas que podrían mejorarse en una posible secuela, pero que se sepa ni Avalanche ni Warner tienen algo así en mente.