Que la tecnología avanza a pasos agigantados no es ninguna novedad. El mercado de los ordenadores y videoconsolas no deja respirar al consumidor, abarcándolo con multitud de juegos que pretenden simular la realidad, con unos gráficos tan punteros que hasta podrían desbancar la mejor actuación de un musical de Broadway. No obstante, junto con los avances llegan también los inconvenientes, en este caso en su vertiente económica, pues no todos los estudios -sobre todo los más pequeños e independientes- pueden afrontar los costes que supone hoy en día desarrollar un videojuego para la nueva generación de videoconsolas. Es por eso que cada vez se están llevando a cabo nuevos conceptos para salir del paso, evitar la masificación de juegos y, en definitiva, darle al mercado una mayor riqueza y variedad. El título que hoy nos ocupa, Muramasa: The Demon Blade, viene de la mano de una de las compañías que mejor manejan la bidimensionalidad, Vanillaware, quienes dotan a cada creación de un encanto y personalidad que muchas otras compañías querrían.
Así, Muramasa se presenta como la primera creación de Vanillaware exclusiva para la sobremesa de Nintendo, con un punto de partida que recuerda mucho a su anterior obra, Odin Sphere, y con todo lo necesario para convertirse, de cara a final de año, en uno de los grandes juegos del catálogo de la consola japonesa.
Una historia dividida en dos
Si en Odin Sphere se partió de la mitología nórdica para crear un universo acorde con la personalidad del título, en este caso la compañía japonesa se ha basado en la propia cultura nacional, basando Muramasa en la era Genroku, donde el Shogun Tokugawa lideraba cada rincón de Honshū, la isla principal del archipiélago japonés.
Su insaciable ansia de poder ha generado numerosos conflictos y guerras con sus rivales, derramando la sangre de millones de samuráis, y causando un revuelo más que evidente dentro de la paz y armonía que reclaman los ciudadanos.
La historia cuenta que existía un forjador de katanas llamado Muramasa Sengo, cuya pasión por el dulce acero de sus armas hacía que éstas cobraran una demoníaca vida, obligando al portador a realizar increíbles carnicerías para apagar su sed de sangre. Como no podía ser de otra manera, uno de nuestros personajes estará equipado con una de estas espadas japonesas, cumpliendo con su trágico destino consumiéndose poco a poco al blandir semejante arma del diablo. Y es que en esta obra tendremos la posibilidad de encarnar a dos personajes, Kisuke -un samurái que ha perdido su pasado y memorias- y Momohime, una kunoichi (mujer ninja) vestida con un kimono de lo más peculiar. Mientras que Kisuke parte desde el este de Kyo, ella partirá desde su punto contrario, encontrándose inevitablemente y haciendo frente a un trágico destino.
Acción colorista
Muramasa: The Demon Blade es un juego que mezcla varios géneros, apostando por una combinación letal que, sinceramente, no podría haber quedado mejor. La esencia del título es la de un beat 'em up o "yo contra el barrio" en toda regla, incluyendo elementos de rol para profundizar dentro de la mecánica. De esta manera, nuestro personaje se podrá mover libremente por los escenarios y, cuando se tope contra algún peligro, la acción se centrará en la batalla, cerrando el paso y obligándonos a matar a todo lo que se mueva, dándonos una calificación con diversos datos al finalizar cada encuentro.
La mecánica del juego es bien sencilla: superar las fases ya sea llegando a la destinación deseada o acabando con toda vida humana -y sobrehumana- habida y por haber. La sucesión de fases dará pie a nuevos elementos de la trama, conociendo a nuevos personajes y forjando amistades que nos ayudarán en la aventura de manera pasiva. Donde radica la diversión del título no es, precisamente, en su componente literario -que lejos de ser una excusa para ponernos a pelear promete tener mucho más jugo que otros exponentes del género-, sino en la aventura que emprenderemos con cualquiera de los dos héroes.
El control es bastante sencillo y clásico, aunque los más novicios estarán invitados a realizar un completo tutorial para aclarar las nociones básicas de los movimientos: correr, atacar, realizar habilidades exclusivas, etcétera. Manejar a nuestros héroes es fácil y dinámico, ya sea con el combo wiimote y nunchuk o con el mando clásico -opción predilecta para los jugadores más veteranos-. Movernos será tan fácil como empujar el stick analógico, mientras que el botón A servirá para realizar estocadas con las armas. Evidentemente la sucesión de combos hará que obtengamos más puntos, amén de terminar con la amenaza enemiga en un mejor tiempo.
Además, también existirán las combinaciones de botones que, bien empleadas, pueden desencadenar multitud de ataques a todos los enemigos en pantalla. Por ejemplo, podremos levantar a los enemigos con un ataque inferior y luego saltar y golpearlos constantemente hasta que caigan al suelo. De la misma manera, los toques de rol se notarán desde el momento en el que los personajes cuentan con un nivel que irá aumentando paulatinamente en función de las batallas libradas. La experiencia que vayamos ganando dará pie a nuevas habilidades para realizar contra los enemigos, así como el aumento de nuestros atributos.
Atacar no solo será indispensable, sino que también tendremos que realizar las coberturas de manera eficaz si no queremos que el indicador de vida llegue a cero -sobre todo jugando con el personaje masculino, donde la dificultad es mayor-. Si nos protegemos demasiado podremos romper el arma, obligándonos a cambiarla -podremos llevar un máximo de tres- por otra y dejándonos vendidos en el campo de batalla.
Batallar en Muramasa es sencillo, pero perfeccionar la técnica será algo que pocos podrán lograr. Las batallas son tan adictivas y divertidas que subir de nivel no será tan tedioso como en los juegos de rol de corte clásico, algo que sin duda agradecerá el jugador menos habituado. En plena batalla seremos testigos de una mezcla de colores y ataques que realmente combinan a la perfección con el aspecto gráfico de la obra, dando la sensación de estar contemplando un lienzo viviente en vez de un videojuego. Por otro lado no podían faltar los pueblos para visitar, con sus correspondientes personajes no jugables que nos proporcionarán pistas e información útil para el periplo de los protagonistas, así como diversos enemigos mucho más letales y de dimensiones aterradoras al final de cada fase a modo de jefe supremo.
Una nueva dimensión de belleza
Tras haber visto uno de los títulos más bonitos y preciosistas en PlayStation 2, Vanillaware no podía defraudar a los fans de sus obras, por lo que de nuevo estamos ante uno de los títulos más vistosos del catálogo, con unos gráficos en dos dimensiones que superan todo lo visto con anterioridad. La compañía recoge el testigo de Odin Sphere y lo tiñe de cultura japonesa, mostrando una mezcla perfecta entre realidad, fantasía y folclore que nunca antes había quedado tan bien en un juego de estas características.
Tanto el diseño de los personajes como los distintos escenarios están hechos completamente a mano, animaciones inclusive. Pese a que el juego está concebido para la bidimensionalidad, el juego se aleja mucho de presentar un aspecto estático simplista, puesto que habrá multitud de detalles que nos hagan sentir dentro de un cuento, un cuento bastante sanguinario. El viento mecer las hojas de los árboles del bosque, la lluvia cayendo estrepitosamente sobre nuestros cuerpos, la iluminación realista y las puestas de sol serán una constante dentro del maravilloso mundo creado por Vanillaware.
Al tratarse de un juego "machacabotones" uno puede esperar que los enemigos se repitan de una manera alarmante. En este caso, Vanillaware se ha asegurado de mantener el ritmo de juego con multitud de enemigos diferentes, mezclando los humanos -ninjas, samurais, etc- con algunos monstruos sacados de las historias o cuentos japoneses.
La música, como era de esperar, se acerca al jugador con un cóctel ejemplar entre los típicos sonidos japoneses y los instrumentos básicos de la cultura nipona. La armonía que desprende la selección de temas del juego hace que matar a los enemigos sea mucho más llevadero, a la par que divertido. Además, para un mejor acompañamiento, las típicas voces japonesas -se desconoce si habrá algún tipo de localización al inglés o nuestro idioma, pero todo apunta a que se quedará en su lengua original- enriquecerán el apartado sonoro y le darán a los personajes una caracterización mucho mayor.
Todavía falta un poco
Muramasa: The Demon Blade apuntó maneras desde el momento en el que se anunció para la plataforma de Nintendo. Los jugadores que disfrutaron Odin Sphere de buen seguro que disfrutarán esta novísima obra de la compañía, aunque lamentablemente todo parece indicar a que los jugadores norteamericanos tendrán que esperar, puesto que la compañía que iba a distribuir el juego en territorio estadounidense se ha echado para atrás en el último momento. Sin embargo, en España será distribuido por Ignition Entertaiment en colaboración con Rising Star Games y Marvelous Entertaiment, con un lanzamiento previsto para el próximo mes de septiembre. Esperamos que Muramasa cuente con una buena localización al castellano, ya que es lo único que, a priori, se debería cambiar de la obra de Vanillaware, puesto que todo lo demás roza la perfección, tanto gráficos, jugabilidad y adicción, por no hablar del la historia, que promete un desenlace de lo más épico y emocionante.