Análisis de Odin Sphere (PS2, PS3)
Una de las ventajas de una consola como PlayStation 2, en estos momentos de su ciclo vital sorprendentemente longevo, es que aunque se ha perdido el ritmo de lanzamientos tan intenso que tenía hace unos años, su base de usuarios es tan grande que podemos seguir recibiendo títulos que, quizás, representan apuestas más arriesgadas dentrod de determinados mercados. Así es como, en momentos como éste, nos llega Odin Sphere, un juego de rol con un sabor muy japonés que ya aterrizó el año pasado en Japón y América.
Se trata de un juego de rol de acción que ha sido considerado en ocasiones como el sucesor de Princess Crown (original de Saturn, 1997, pero también disponible en PSP para América desde 2005), lo que es una importante premisa para los aficionados al género.
En esta ocasión se nos va a contar la historia de una joven chica que coge un libro en el ático que cuenta la historia de un héroe en las tierras convulsas de Erion. No es el único libro que hay, pues en realidad tiene a su disposición cinco libros, cada uno protagonizado por un héroe diferente, con su propia historia en Erion.
El jugador irá descubriendo poco a poco cómo se conectan esas cinco historias para conformar todo el arco narrativo de Odin Sphere, pues todo lo que suceda estará vinculado de una manea u otra, mientras se intenta resolver el enigma que esconde un objeto arcano que alberga una magia de gran poder. No se sabe mucho sobre ese objeto, es cierto, pero los diferentes reinos de Erion están en guerra para hacerse con su control: desde los demonios hasta las hadas.
La narración del juego puede resultar, por tanto, compleja en ocasiones por sus múltiples líneas, que se cruzan y separan. Si a esto le añadimos que la historia principal está salpicada de una extensa cantidad de misiones secundarias que también se han plasmado como narraciones complejas más que como simples distractores, nos encontramos con que, en realidad, Odin Sphere es capaz de deleitarnos por su simple estructura al hilar hechos y trazar ante nosotros la evolución de la historia. Con todo, los programadores han tenido en cuenta que quizás en algunos momentos la cosa puede ser un poco complicada (al hacer referencia a hechos que han quedado muy atrás en la partida, por ejemplo), y se apoyan en un sistema de resúmenes de los hechos y personajes más importantes a lo largo de una línea del tiempo a la que podemos ir en cada momento, con independencia del héroe en el que nos estemos centrando.
De manera sencilla, por tanto, podemos ver en qué momento de los hechos sucede lo que estamos haciendo, y cómo se vincula con el resto de acciones y sucesos del juego. Esto no hace que el guión esté exento de los tópicos habituales y que la historia nos plantee giros que todos ya podemos conocer, pues es difícil sorprender, pero lo cierto es que su estructura muestra que es posible apostar por narraciones complejas y que pueden, de hecho, ser un interesante incentivo y muestra de calidad adicional al trato dado durante el proceso de creación. Empezamos, por tanto, con una valquiria y una historia sencilla y poco a poco se irá abriendo ante nosotros todo el abanico de personajes y la grandeza de su historia.
Se trata de un juego de rol con una carta de presentación bastante tradicional en varios de sus aspectos, empezando por la estética construida sobre la premisa de que estamos leyendo unos libros de cuentos. Nos vamos a encontrar, así, con toda una serie de personajes diseñados con un estilo claramente nipón en entornos de fantasía con diseños coloridos y originales. Sus gráficos, de hecho, nos muestran cómo una correcta dirección artistica hacen valer más a un producto y es que aunque no nos olvidamos de que ya llevamos un tiempo con las consolas de nueva generación en el mercado, la verdad es que Odin Sphere tiene un encanto especial que va más allá de los datos estrictamente técnicos.
De hecho, en ocasiones nos encontramos algunos problemas a la hora de mantener la tasa de imágenes por segundo, con ralentizaciones aquí y allá, y otros defectos y carencias en este sentido. El tamaño de los personajes (algunos pueden ocupar toda la pantalla) y el elevado detalle de los escenarios parecen ser los responsables de estos pequeños tirones, pero la verdad es que disfrutar de unos dibujos tan encantadores bien vale la pena... salvo en las ocasiones en las que la ralentizaciones se salen completamente de lo esperable y pueden llegar a afectar incluso a la jugabilidad, algo que nos ha sucedido en ocasiones a la hora de luchar contra enemigos finales, de gran espectacularidad estética, pero que parecen comprometer más allá de lo deseable la fluidez de la partida.
En este sentido, hay que tener en cuenta que la jugabilidad se ha construido de manera muy accesible, aunque si nos parece que es demasiado fácil tan sólo hay que recordar que presenta tres niveles de dificultad. En Odin Sphere la acción es un factor muy importante, se diría que casi más que todo el concepto de estadísticas y evolución del personaje tradicional de los juegos de rol por turnos y de otras apuestas que buscan combinar de manera más equilibrada los elementos de acción y rol. Pero en cualquier caso lo que hay que dejar muy claro es que no se trata de un repartidor de mamporros con guión, sino de rol con mucha acción.
Vamos a tener muchos enemigos a los que enfrentarnos, culminando típicamente en una lucha contra un enemigo final, e incluso varios enemigos de considerable tamaño antes de llegar al enfrentamiento definitivo en una estructura de juego más cercana a los "yo contra el barrio", pues se ha constituido sobre zonas de corta duración y desarrollo que constituyen un conjunto mucho mayor. Las zonas están interconectadas, formando una especie de malla, que nos permite escoger diferentes rutas para ir avanzando. Estas zonas son pequeñas, como decíamos, y para finalizarlas el requisito suele ser, típicamente, eliminar a un número determinado de rivales.
Este es el aspecto más flojo del juego, ya que la construcción de estas secciones es algo repetitiva, pese a que su aspecto visual es variado, aunque se compensa con la libertad de acción que se ha dado al jugador para escoger cómo ir avanzando. Técnicamente sólo tiene un problema: los tiempos de carga. No nos da la sensación de que esté realmente justificado soportar tiempos de carga antes de cada una de esas pequeñas fases, siendo algo que puede resultar tedioso pues algunas de esas fases son tan cortas que el tiempo de juego no siempre va a ser netamente superior al de espera. Además, el juego recompensa el ir recorriendo todas las fases, para llegar a tiendas, mejorar nuestras habilidades, etc., por lo que si pretendemos jugar de ese modo, el sistema de carga acaba siendo un incordio.
El sistema de lucha resulta sencillo, ya lo decíamos, pero está bien diseñado. Si a la hora de movernos por la red de fases tenemos que tener en cuenta el color que la identifica (azul significa que hay un jefe de tipo medio; rojo el jefe final, etc.) y la cantidad de estrellas (de una a cinco) para saber la dificultad media de los enemigos de esa fase, está bien que luego el sistema de lucha sea un poco más simple. Básicamente usamos el botón cuadrado para atacar, y al pulsarlo mucho y bien realizamos combos. Esto se aplica tanto al suelo como en salto, aunque los movimientos y recursos de lucha aérea resultan mucho más limitados. Con eso, en princpio, hay más que suficiente para progresar.
No tardaremos demasiado, sin embargo, en descubrir que hay que aprender a usar la magia para tener posiblidades serias. La magia se usa partiendo del condicionante del medidor que se va rellenando al recoger los ítems que dejan los enemigos al ser destruidos. Llegado a un nivel determinado, podemos usar diferentes conjuros, teniendo en cuenta que hay una buena variedad de recursos mágicos (no apabullante, pero sí suficiente), aunque lo cierto es que no nos parece que el uso de recursos mágicos pueda desestabilizar la balanza de un combate. Sin embargo, puesto que la dificultad del juego es elevada, no está de más tener esos recursos a nuestra disposición e ir dominándolos para aumentar nuestras opciones de victoria.
No creemos que la dificultad del juego llegue a ser frustrante, pero lo cierto es que incluso el nivel más bajo puede dar quebraderos de cabeza, sobre todo a la hora de dar cuenta de los enemigos finales. El sistema, por suerte, no nos pone en aprietos severos a la hora de retomar la partida, y compensa que la fuerza de algunos enemigos sea tal que nos puedan matar de un único golpe y nosotros apenas les hagamos cosquillas.
Ya hemos dicho que los enemigos sueltan objetos con los que llenamos nuestro medidor de magia y, evidentemente, eso no es lo único que nos van a regalar como recompensa por eliminarlos. Hay toda una suerte de elementos que podremos mezclar. No es un sistema tan complejo como la síntesis de ítems de Disgaea, pero desde luego aporta profundidad. Básicamente lo que vamos a recoger van a ser alimentos, pociones, artefactos, monedas y papiros. Como mandan los cánones, la comida nos restaura energía pero, atención, también nos da puntos de experiencia, que, llegado el momento, nos permitirá subir nuestra vida. Esto se lleva hasta tal punto que no sólo encontraremos tiendas, sino también restaurantes. A esos sitios podemos llevar alimentos y recetas con los que componer nuevas comidas.
Se puede extrapolar ese ejemplo a, virtualmente, todo el sistema de objetos de Odin Sphere y, de hecho, es importante llevar un buen repertorio de objetos restaurar nuestra energía y causar otros efectos para potenciar nuestras posibilidades de victoria. Si las mejores recetas pueden aportar ventajas al personaje para hacer que evolucione, la alquimia es también un nido de ventajas ya que podremos transformar un objeto en una mezcla alquímica de pociones, pero para eso hace falta un objeto adicional: la mandrágora. Las mandrágoras son seres vivos que pueden escapar si no las cazamos correctamente. Una vez conseguida, su uso será múltiple: se puede comer, combinar con otros objetos, utilizar para las pociones... Es realmente una parte importante de todo el sistema de objetos, y uno de los elementos más destacables de todo el juego.
De hecho, habrá que tener cuidado, sin embargo, ya que el número de ítems a llevar es limitado y tendremos que acertar en nuestras elecciones. Según avancemos en el juego podremos ampliar nuestra capacidad para llevar objetos, pero la verdad es que el coste de esa posibilidad es muy elevado, por lo que habrá que pensárselo también con tranquilidad porque podemos necesitar el dinero para objetos de primera necesidad. Como vemos, el componente estratégico derivado de este sistema esconde muchos secretos y posibilidades, siendo incluso más intersante y jugoso que el propio sistema de combate.
La música de Odin Sphere nos ofrece unas composiciones muy acertadas con un acompañamiento casi continuado de sonido ambiental en función del tipo de zona en la que se desarrolle la acción, como el cántico de unos pájaros, o ramas moviéndose. Todo ello compone una acertada atmósfera que acompaña siempre a la música, orquestada, del juego y a su buen doblaje, que puede disfrutarse tanto en inglés como en japonés, pero con subtítulos en nuestro idioma.
La jugabilidad, del mismo modo, nos ofrece una interesante combinación como resultado de unir un sistema de lucha simple con una gestión de objetos y evolución de los personajes mucho más compleja. Con una narración apasionante, y una duración que se puede estimar en unas cuarenta horas de juego (aunque esto varía, claro, en función de si queremos jugar todas y cada una de sus fases), está claro que es una muy interesante apuesta en el género.