Yuji Naka y Naoto Ohshima son dos nombres que no se pueden tomar a la ligera en esta industria, ya que estamos hablando ni más ni menos que de los creadores de Sonic, uno de los personajes más icónicos e importantes de la historia de los videojuegos. Por eso, la noticia de que ambos volverían a unir sus fuerzas tras más de dos décadas sin trabajar juntos para ofrecernos Balan Wonderworld, una nueva aventura de plataformas 3D, nos llamó la atención desde el primer minuto. Por suerte y para hacer la espera más llevadera hasta el 26 de marzo, fecha en la que se estrenará en PS4, Switch, PS5, Xbox One, Xbox Series X y PC, Square Enix ha publicado una demo muy generosa en contenidos que ya podéis descargar de forma completamente gratuita y que en Vandal ya hemos podido probar.
Regreso espiritual a los plataformas de 32 bits
Así pues, nos encontramos ante un nuevo título de plataformas 3D que nos pone en la piel de un chico o una chica (a nuestra elección) que, por avatares del destino, acaba llegando a un teatro mágico. Desde allí, viajaremos a todo tipo de mundos en los que nos esperan la mayoría de los elementos habituales del género: enemigos, coleccionables, muchos saltos, trajes que nos dan poderes, jefes, un buen puñado de minijuegos e incluso algún que otro puzle que nos obligará a fijarnos muy bien en nuestro entorno para averiguar cómo llegar a ciertos lugares.
Lo primero que nos ha llamado la atención al ponernos a los mandos es el chute de nostalgia que nos ha transmitido, devolviéndonos de un tortazo a la era de los plataformas de 32 bits, tanto por la forma en la que están planteados sus niveles como por sus controles y su característico y minimalista estilo visual. Por momentos, parece un juego de mediados de los años 90 que, por algún motivo, no llegó a lanzarse en Sega Saturn ni PlayStation y ha viajado en el tiempo hasta nuestros días, recibiendo por el camino un lavado de cara para que luzca como un título actual. Lejos de ser algo negativo, esto nos ha parecido muy refrescante, pues a día de hoy apenas se hacen juegos así y cualquier nuevo plataformas 3D de la vieja escuela siempre es recibido con los brazos abiertos.
En esencia, cada mundo está compuesto por varios actos y un jefe al final del mismo y en cada fase nuestro objetivo será llegar a la meta y recoger todas las estatuillas doradas que podamos, un ítem coleccionable que necesitaremos para desbloquear nuevas pantallas. Como podréis intuir, esto aporta un importante componente de exploración a los niveles, ya que están repletos de recovecos y secretos que nos llevarán a desviarnos del camino principal para buscar hasta en el rincón más insospechado.
Lo interesante de todo esto es que nuestros personajes pueden hacer gala de una gran variedad de disfraces para así tener acceso a todo tipo de habilidades. Aquí nos ha parecido muy llamativo que únicamente existe un botón de acción, de modo que si, por ejemplo, nos vestimos de dragoncillo, no podremos saltar, pues nuestra técnica especial consistirá en lanzar fuego por la boca. Por supuesto, recibe un golpe y perderás tu traje.
En total podemos llevar tres disfraces a la vez entre los que podemos intercambiar para adaptarnos a las diferentes situaciones que se nos presenten, creando así una dinámica muy amena y entretenida que nos tiene constantemente cambiando entre ellos y experimentando con nuevas acciones para llegar a esos sitios que de manera normal no podríamos y que, probablemente, escondan alguna de las preciadas estatuillas de oro.
En la demo hemos podido jugar el primer mundo en su totalidad y el primer acto del cuarto y sexto, y si bien el primero no nos ha convencido demasiado, las cosas mejoraron considerablemente en estos dos últimos, proponiéndonos unas fases mucho más verticales y con un diseño más complejo que nos ha tenido muy entretenidos dando vueltas y experimentando con nuestros poderes. No es que sean ninguna maravilla ni hagan nada nuevo o nunca antes visto, pero nos han hecho pasar un rato ameno y nos han dejado con ganas de ver qué tiene que ofrecer el resto de la aventura.
Lamentablemente, no todo es positivo y hay ciertos detalles que distan de convencer, empezando por los propios controles. Por un lado, los personajes tienen una extraña inercia al moverse que hace que vayamos "derrapando" constantemente al girar, algo a lo que te acabas acostumbrando pero que no nos ha terminado de cuajar. A ello tampoco ayudan sus pobres animaciones ni la relativa imprecisión de los saltos, consiguiendo que el simple hecho de mover a nuestro héroe o heroína no termine de ser una experiencia satisfactoria ni gratificante, un aspecto que nos parece vital en el género y que suele marcar la diferencia entre un gran juego y los demás.
Por otra parte también tenemos unos minijuegos nada inspirados e insípidos como ellos solos que nos obligarán a salir de las fases y a volver a entrar para reintentarlos en el caso de que no consigamos hacerlos perfectos para obtener su estatuilla dorada. Tampoco nos ha convencido nada la manera en la que se ha planteado la rejugabilidad de las fases, pues nos encontraremos con muchos secretos y coleccionables que nos pedirán que vayamos a otro nivel, obtengamos un traje y regresemos con él. Al menos, los disfraces que nos sobren se guardan en un vestuario al que podemos acceder desde los puntos de control, pero es un sistema que para ir cómodos nos exige "farmear" un par de unidades de cada uno para asegurarnos de tener siempre a mano los que necesitamos, rompiendo el ritmo y dejándonos momentos un tanto tediosos.
Otra decepción absoluta ha sido el jefe al que nos han dejado enfrentarnos, uno de los peores combates de este tipo que recordamos en mucho tiempo: absurdamente fácil y sin ninguna mecánica o patrón mínimamente decente. Esperemos que sea solo por tratarse del primero, pero nos ha parecido un auténtico desastre.
A nivel visual tampoco esperéis nada demasiado destacable más allá de los característicos diseños de Naoto Ohshima (nos dicen que esto es un spin-off de Nights y nos lo creeríamos): los modelados son extremadamente sencillos, las animaciones son terribles, los escenarios están un poco vacíos y les falta detalle, los efectos son de hace varias generaciones y las texturas se limitan únicamente a cumplir. Por suerte, su colorido y bonito estilo artístico salva este apartado un poco de la quema.
Finalmente, el sonido nos deja con una banda sonora alegre que hace gala de temas animados que se adaptan muy bien a la temática de las fases. Lo malo es que son demasiado cortos y el bucle se repite de manera incesante, por lo que llegan a cansar mucho antes de lo que sería deseable. Al menos nos deja con algún que otro número musical muy simpático y la melodía principal es muy pegadiza. Los efectos se limitan a cumplir y las voces están en un lenguaje inventado con textos en español.
Una aventura con cierto encanto que nos genera demasiadas dudas
Todavía es muy pronto para poder juzgar Balan Wonderworld adecuadamente, pero no podemos esconder que nuestras primeras impresiones con él nos han dejado muy fríos. Nos encanta tener la oportunidad de volver a disfrutar de un nuevo título de plataformas 3D tan clásico de la mano de Yuji Naka y Naoto Ohshima, pero lo que nos ha mostrado esta demo nos ha dejado con muchas dudas sobre la calidad que tendrá el producto final. Sí, es entretenido y ameno, pero no consigue pasar de ahí por culpa de unos controles mejorables, un diseño de niveles irregular y algunas cuestionables decisiones de diseño. Todo puede ser que se trate de una mala demo y que lo verdaderamente bueno se lo estén guardando, así que, de momento, seguiremos dándole el beneficio de la duda.
Hemos realizado estas en su versión de PS5 descargando la demo de PlayStation Store.