Hace diez años, los héroes de Azeroth nos adentramos en el Templo Oscuro, la fortaleza en la que el temible Illidan Tempestira se había instalado en Terrallende, para acabar de una vez por todas con el reinado de terror de este implacable Cazador de Demonios. La campaña fue larga y por el camino libramos multitud de épicas batallas que todavía resuenan en la historia de World of Warcraft, pero finalmente, en lo más alto del templo y con la ayuda de la celadora Maiev Cantosombrío y Akama, líder de la tribu de los draenei Lenguaceniza, conseguimos demostrarle al tirano que "sí estábamos preparados" y le derrotamos en uno de los combates más recordados de este exitoso MMORPG.
Desde entonces, hemos vivido todo tipo de aventuras: nos enfrentamos al Rey Exánime y a la plaga que estaba extendiendo desde Rasganorte por toda Azeroth, sobrevivimos a un cataclismo que alteró por completo la faz de la tierra, acabamos con Alamuerte y la destrucción que estaba provocando con su locura, exploramos las místicas y fascinantes tierras de Pandaria, y luchamos contra la violenta Horda de Hierro en un mundo paralelo en el que la historia había cambiado.
Pero Azeroth parece estar destinada a no conocer nunca la paz, y mientras la Horda y la Alianza intentaban recomponerse tras las pérdidas de la campaña de Draenor, una vieja amenaza regresa para acabar con este mundo que tantas horas de diversión y buenos momentos nos ha dado a lo largo de la última década.
La Legión Ardiente ha regresado y los tambores de guerra vuelven a resonar para alegría de muchos de nosotros.
Si bien todavía quedan unos cuantos meses hasta que Blizzard nos permita enfrentarnos a este ejército de demonios, ya hemos tenido la oportunidad de probar Legion, la sexta expansión de World of Warcraft. A pesar de encontrarse en una fase alfa de desarrollo (o lo que es lo mismo, todo lo que hemos visto está a medio hacer) lo que hemos jugado nos ha gustado bastante y ha conseguido ilusionarnos de cara a todo lo que está por venir.
Para realizar estas impresiones, hemos decidido crearnos un Cazador de Demonios, la nueva clase de personaje que introduce esta expansión, con el fin de experimentar su historia inicial y comprobar qué es lo que nos ofrecerá a nivel jugable. Lo primero que hay que destacar es que todos los cazadores de demonios que nos creemos serán nivel 98 y solo podrán ser Elfos de la Noche en el caso de la Alianza y Elfos de Sangre en el caso de la Horda.
Además de esta particularidad, destaca la cantidad de opciones de personalización únicas con las que cuentan, pudiendo modificar los tatuajes de nuestro cuerpo, los cuernos demoniacos que queremos tener y las vendas para nuestros ojos, por lo que, tal y como podréis intuir, tendremos unos rasgos muy reconocibles y diferentes.
Si comenzamos este artículo recordando el asedio al Templo Oscuro que vivimos en The Burning Crusade, se debe a que el comienzo de la historia de esta nueva clase tiene lugar en paralelo a dicha batalla, con los Cazadores de Demonios de Illidan luchando contra la Legión Ardiente e intentando acudir a la llamada de su señor para defenderle del ataque de los Héroes de Azeroth.
Precisamente, nosotros encarnaremos al líder de este grupo de combatientes y tendremos que abrirnos paso luchando en una serie de misiones muy bien llevadas y entretenidas de realizar que al mismo tiempo nos servirán de tutorial para aprender a controlar a nuestro personaje. De hecho, la mayoría de ellas nos recompensaban con nuevas habilidades, por lo que se ha llevado muy bien a cabo todo el proceso de aprendizaje para no agobiarnos con cientos de habilidades nada más crearnos a nuestro cazador y así introducirnos en sus mecánicas poco a poco y de forma progresiva, algo que se agradece bastante.
Se trata de una clase de combate cuerpo a cuerpo muy ágil y rápida que podemos especializar tanto como DPS o como Tanque, capaz de generar energía a gran velocidad para utilizar sus ataques más poderosos y técnicas de utilidad.
Resulta una clase muy vistosa y espectacular de ver en combate, ya que para realizar muchas de sus técnicas se convierten en demonios. De hecho, esta transformación cambia según nuestra especialización y con nuestra habilidad definitiva podremos invocarla de forma permanente durante unos segundos, momentos en los que nos convertiremos o bien en un muro o en una máquina de picar carne.
Entre nuestras técnicas contaremos con un buen número de golpes destinados a un solo blanco, áreas a nuestro alrededor o en cono que pueden canalizarse, la posibilidad de lanzar nuestras armas, esprints en los que dañamos todo lo que se cruce en nuestra trayectoria, etcétera. A todo esto tenemos que sumarle un doble salto, un planeo con nuestras alas demoniacas y una visión espectral que nos permite ver lo que hay tras las paredes.
Por lo que hemos jugado, nos hemos divertido bastante jugando con ella, aunque tendremos que esperar a la versión final y a poder probar un Cazador de Demonios nivel máximo en ella para juzgar, ya que es de esperar que reciba multitud de cambios por el camino. En cuanto al desarrollo de la historia y las misiones, las dos horas que dura el prólogo de la clase lo hemos disfrutado mucho, por lo que os recomendamos que lo juguéis aunque luego no os interese subir dicho personaje, ya que merece la pena (y eso que lo hemos jugado sin música, con multitud de bugs, con ausencia de escenas de vídeo y otros contratiempos que no han parado de recordarnos estar jugando a una alfa).
Algo que nos ha llamado la atención es el continuo esfuerzo que está haciendo Blizzard para mejorar su narrativa, con el fin de hacerla mucho más dinámica e integrarla dentro de la jugabilidad. Ahora hay más diálogos que nunca entre personajes, pero la mayoría de ellos suceden mientras jugamos y cumplimos los objetivos de rigor, e incluso durante las batallas más importantes. De hecho, los textos de las misiones se han reducido con el fin de hacernos leer lo menos posible sin sacrificar por ello carga argumental.
Además, el nuevo enfoque que se le ha dado en esta expansión a la historia, convirtiéndonos en los líderes de nuestra clase, le sienta de maravilla y consigue que realmente nos sintamos más importantes que nunca dentro de Azeroth, con un gran ejército de Paladines, Caballeros de la Muerte, Druidas o lo que sea que seamos bajo nuestro mando. Esto es algo que también tiene sus implicaciones jugables, al contar con una base desde la que gestionar nuestra campaña contra la Legión Ardiente, aunque dista mucho de las Ciudadelas de Warlords of Draenor y aquí nos centraremos más en la toma de decisiones, aunque esta faceta no hemos podido explorarla demasiado todavía.
Volviendo a las misiones, estas dejan bien patente la cantidad de años que lleva Blizzard diseñando contenidos para el juego, ya que resultan muy entretenidas, tremendamente variadas y bastante dinámicas, con muchos enfrentamientos destinados a "entrenar" a los jugadores a moverse, esquivar y actuar para cuando les llegue la hora de adentrarse en las mazmorras y raids.
Otra novedad muy interesante la tenemos en los artefactos legendarios, una serie de armas características de nuestra clase que podremos mejorar, subir de nivel y personalizar. Cada artefacto cuenta con su propio árbol de habilidades únicas y podremos modificar hasta su aspecto visual, incluyendo sus efectos. Por lo poco que hemos podido trastear con ellos, prometen dar mucho juego y recuperar algo de profundidad a la hora de diseñar a nuestro personaje, uno de los aspectos más simplificados del juego a día de hoy.
Como muchos sabréis, con la llegada de la expansión podremos explorar las Islas Sombrías, un nuevo continente donde se está desarrollando la invasión demoníaca. Todavía no nos hemos adentrado demasiado en estas islas, aunque la llegada a la primera zona por la que decidimos empezar (nos dan tres áreas entre las que escoger de inicio) fue realmente espectacular y el desarrollo de las misiones y la historia que allí está teniendo lugar nos ha dejado con ganas de mucho más. Por cierto, ahora los líderes de las facciones tienen un papel mucho más activo y estaremos colaborando con ellos continuamente.
A nivel gráfico no podemos decir demasiado todavía, ya que tampoco tendría mucho sentido siendo una alfa, aunque la dirección artística vuelve a ser simplemente sobresaliente y hemos notado una mejora considerable en ciertos campos, como el modelado de los nuevos enemigos y la complejidad y detalle de los escenarios, resultando en una experiencia visual que si bien no esconde sus años (al fin y al cabo, hablamos de un juego con más de una década a sus espaldas), sigue siendo muy placentera.
Nos quedan muchísimas cosas por ver y jugar, como las nuevas mazmorras o el rediseñado sistema de PvP (que se va a modificar por completo), pero nuestros primeros pasos en Legion no nos han podido dejar más satisfechos. Ahora solo nos queda esperar a que Blizzard no retrase demasiado su lanzamiento, ya que Warlords of Draenor terminó hace meses y los jugadores llevan demandando nuevos contenidos desde hace tiempo, y por las fechas dadas (la expansión se espera para este verano) todo apunta a que va a volverse a repetir la misma situación vivida con los finales de Cataclysm y Mists of Pandaria. Eso sí, la angustiosa espera promete merecer la pena.
Hemos jugado a la alfa de World of Warcraft: Legion gracias a la invitación que nos ha enviado Blizzard para participar en ella.
