Nunca se valorará lo suficiente la influencia que Portal ha tenido en el panorama independiente. A veces también eso provoca que muchos –y buenos- juegos queden bajo su sombra, pero no se puede negar que los aficionados a los puzles en primera persona tienen multitud de juegos para elegir. Ahora hay uno más: The Turing Test.
Desarrollado por los creadores de Pneuma: Breath of Life –una aventura con importante carga narrativa y rompecabezas-, The Turing Test es una aproximación mucho más tradicional a los puzles, más directo y mejor planteado. El secreto de un buen título de este género se encuentra en simplificar al máximo el número de reglas, que la dificultad no se encuentre tanto en aprender cómo funciona un nuevo artilugio a cada nueva habitación. Si Portal se puede reducir a disparar dos portales, The Witness a trazar una línea en una cuadrícula y The Talos Principle en redirigir rayos, The Turing Test consiste en abrir puertas que requieren una fuente de energía.
En estas impresiones sólo vamos a hablar de los tres primeros capítulos del juego, ya que más adelante la historia empieza a desvelar parte de su misterio. Porque sí, también hay un poco de intriga en un centro de investigación situado en Europa, uno de los satélites de Júpiter. Somos Ava Turing de la agencia espacial ISA, que investiga qué ha sucedido con el personal de este complejo convertido ahora en una especie de prueba para nuestra inteligencia.
El nombre se debe, naturalmente, al test de Turing, que consiste en entablar una conversación con una máquina y ver si logra ser indistinguible de las reacciones de un humano. El propio juego nos hablará de las dudas que ofrece esta prueba, ya que lo que estaría midiendo en realidad es la capacidad de engaño y no tanto su "humanidad" o inteligencia. En cualquier caso, este es uno de los temas de conversación con nuestro interlocutor, una IA que a diferencia de nosotros, no podría resolver los puzles de esta instalación.
La jugabilidad se basa en utilizar una pistola de energía para pasar un núcleo de un dispositivo a otro, conectados mediante cables a puertas o mecanismos. Si necesitas hacer funcionar un elevador, debes cerrar una puerta o desactivar otra máquina. La chispa se encuentra en encontrar el orden correcto para ir progresando y no dejar atrás algún núcleo importante, puesto que siempre hay menos de los que necesitas.
Estos núcleos de los que hablamos se disparan y recogen a distancia con una pistola, pero hay más variantes. Hay núcleos introducidos dentro de cajas que hay que colocar en su conector –es decir, debes colocarte físicamente frente al dispositivo-. Además sólo puedes llevar una caja simultáneamente y no puedes subir por escaleras de mano con él. Es más engorroso que la energía pura, sin embargo tiene sus ventajas, como hacer peso en los paneles –similar a los cubos de acompañamiento de Portal-.
En las dos primeras horas de juego nuestra principal crítica sería su facilidad, pero lo que podría ser un punto negativo para un tipo de jugador, para otros garantizará una venta. En nuestro próximo análisis os comentaremos si esto cambia más adelante, pero lo que podemos decir es que hemos encontrado muy pocas situaciones de bloqueo, esas donde hay que dar vueltas y vueltas al escenario pensando nuestro próximo movimiento. Probablemente cualquier aficionado a este género visualizará rápidamente los pasos a seguir nada más ver el tipo de reto.
No obstante sencillez no es sinónimo de simpleza. Hay pruebas ingeniosas que introducen pulsos intermitentes de energía o paneles con retardo –puedes retirar la energía y todavía sigue funcionando unos segundos-. Esto da lugar a puzles donde se requiere activar grúas imantadas, campos de fuerza tractores, puentes físicos o de energía, despejar el camino para un rayo y superar todo el enredo de las puertas, manipulando interruptores que transmiten la electricidad de un cable a otro.
Es un planteamiento muy tradicional: avanzar por una serie de salas que en este caso se superan en no demasiados minutos. Su ambientación fría también nos recordará a los laboratorios del juego de Valve, aunque la comparación más directa –incluso ligeramente en la idea de abrir puertas- sería con Deliver us the Moon, del cual ya os hablamos a principios de año; ambos transcurren en una colonia espacial con arquitectura muy similar. La principal diferencia está en que The Turing Test potencia mucho más la parte de puzle puro y Deliver us the Moon se fijaba más en la exploración.
¿Qué diferencia a The Turing Test de todos esos otros juegos independientes que han intentado algo parecido? Su combinación de puzles con filosofía y enigmas nos invita a progresar, y no sólo por la diversión de superar pruebas. Pronto empezarás a atar cabos con lo qué sucede en esta base, por pistas que han dejado los miembros de la tripulación y las conversaciones con la inteligencia artificial. Empezarás a dudar hasta de tu sombra. Y lo más importante: está bien diseñado. Introduce cada nuevo elemento con un reto asequible para que en ningún momento puedas culpar a los creadores de una resolución. Sin duda, un escalón por encima de la media de otras producciones independientes.
Pese a que prácticamente la totalidad de lo que hemos visto transcurre en salas interiores, los efectos, calidad en los materiales e iluminación de Unreal Engine 4 deja el apartado visual muy apañado para tratarse de un proyecto que ha necesitado el apoyo de Square Enix con su iniciativa Collective.
Descubre el misterio el 30 de agosto
Sin grandes innovaciones ni pretensiones de reinventar la rueda, The Turing Test de Bulkhead Interactive tiene suficiente calidad para convertirse en uno de los imprescindibles del género en esta temporada.
El juego es una de nuestras sorpresas del verano; apuntaba buenas maneras y ahora podemos asegurar que para los amantes de los puzles puros –sin exigencias de habilidad- va a merecer la espera. El 30 de agosto llegará a Xbox One y PC.
Hemos realizado estas impresiones en su versión de PC, con un código de descarga que nos ha proporcionado Kartridge.
