La realidad virtual hace mucho más interesantes ideas que en una pantalla plana no se podrían ejecutar con tanto acierto y conceptos que en un monitor no tendrían demasiado peso. Maskmaker es uno de esos juegos que, sin ser revolucionario de ningún modo, sí aprovecha las capacidades inmersivas de la VR logrando que su núcleo jugable sea muy atractivo gracias a esta tecnología: explorar entornos que se extienden en un horizonte más vertical que horizontal y teletransportarnos de un mundo a otro llevándonos máscaras mágicas a la cara es más atractivo estando sumidos en esos mundos e interactuando con ellos usando nuestras manos que pulsando botones y teclas.
En Vandal pudimos ver un gameplay de este Maskmaker hace unos días en una presentación online en la que estuvimos acompañados de varios miembros de InnerspaceVR, entre ellos el director creativo Balthazar Auxietre, quien nos contó que la idea detrás del juego llevaba un tiempo rondando su mente y que se trata de un proyecto muy personal para él, ya que desde niño ha estado acompañado de máscaras similares a las que aparecen en el juego. Si os suena el nombre de este estudio parisino fundado en 2014 es porque son responsables de A Fisherman’s Tale. El ganador de los VR Awards de hace dos años es una obra repleta de originalidad estética y jugable, también basado en los puzles, pero casi opuesto al nuevo trabajo: si en aquel el jugador se podía sentir encerrado, aquí está en entornos amplios, mágicos y abiertos.
Aprendices del maestro de las máscaras
En la aventura que llegará el 20 de abril a Steam VR, HTC Vive, PlayStation VR y Oculus (no descartan una versión para Quest, pero de momento solo sale en PC) los jugadores se pondrán en la piel de un aprendiz que irá conociendo los pormenores de la creación de máscaras bajo la supervisión del maskmaker que da nombre al juego, Prospero, el líder del mundo de las máscaras.
El objetivo será probar nuestra valía ante él recorriendo distintos mundos para conseguir materiales con los que crear nuevas máscaras, pero a la vez iremos descubriendo secretos sobre nuestro maestro y desentrañaremos los misterios y el pasado de un mundo extraño interactuando con las tres estatuas de una deidad escondidas en cada uno de los seis biomas.
El loop de Maskmaker se desarrolla del siguiente modo: el jugador viaja a un mundo y se encuentra con un personaje en un lugar inaccesible con una máscara; con un catalejo estudia esa máscara y recuerda su diseño para volver al taller a recrearla; con el cincel en una mano y el martillo en otra, cogerá un trozo de madera y se pondrá a esculpirla, y mezclando diferentes pinturas le dará el color necesario; luego le toca ponerle los detalles decorativos, pero probablemente se encontrará con que le falta algún material, por lo que se fijará en el mapa del taller (que va rellenándose automáticamente conforme explora) para ver en qué mundo está ese material y viajar hasta el mismo poniéndose la máscara correspondiente; allí tocará explorar y quizá hacer algún puzzle hasta dar con los ítems necesarios para decorar la máscara; y de vuelta al taller para colorear esos objetos y aplicarlos a la máscara.
Una vez replicada con exactitud, al colocarla sobre nuestra cara viajaremos inmediatamente al mundo donde está ese personaje, transformándonos en él. Si sacamos el catalejo, podremos ver el personaje con el que anteriormente observamos a quien ahora estamos poseyendo. Esto se usa con puzles que requieren ir habitando distintos cuerpos para manipular mecanismos que no pueden ser activados por un solo personaje y para alcanzar lugares inaccesibles, entre otras cosas.
Mundos variados y verticales
En la demo que nos enseñaron, situada con la historia avanzada unos 20 minutos de las cinco o seis horas que dura en total, el aprendiz comenzaba en un mundo con montes nevados que crecen hasta casi el infinito conectados por puentes y montacargas horizontales. Tras avanzar, mientras sube por las escaleras en caracol de una suerte de faro, se encuentra con el típico puzzle de engranajes: faltan tuercas en el mecanismo, pero no sirve cualquiera, sino que deben ser del tamaño correcto. Este tipo de rompecabezas, aunque muy manidos, funcionan bien en realidad virtual porque la inmersión de más importancia a la perspectiva y al tamaño, y la simple manipulación de estos cacharros con nuestras propias manos es divertida; aun así, desde Innerspace prometen que la complejidad tanto de los puzles como de la exploración aumenta conforme avanza la partida.
Aunque se ha reparado la máquina, necesaria para activar uno de los mencionados ascensores horizontales, no sirve de mucho porque hay que mantener la palanca accionada para que se mueva. Por ello hay que sacar el catalejo y fijarse en un personaje que está dentro de uno de los ascensores y memorizar el diseño de su máscara. Llevándose la mano a la cara, el aprendiz se quita la máscara que lleva en ese momento e inmediatamente, sin tiempo de carga alguno (tampoco las habrá en PS VR, aseguran), aparece en el taller. Allí hay una manivela que activa un mecanismo para que aparezcan distintos paneles (con una animación muy satisfactoria, por cierto) con las máscaras de distinto color que hayamos guardado previamente. Al ver que no hay ninguna del color y la forma que necesitaba, el aprendiz coge un trozo de madera y comienza a tallarla siguiendo el patrón, un proceso manual en el que hay que usar los sensores de movimiento del mando, pero muy automatizado: no parece que se pueda fallar.
Con la forma tallada, ahora hay que aplicar el color. Para ello hay una suerte de cuenco en la que se puede verter pintura de los tres colores primarios, haciendo las mezclas necesariaspintar a mano detalles en la superficie. Tras sumergir la máscara, toca ponerle los detalles; para ello podemos sostenerla en un maniquí, algo que se agradece para los diseños más complicados, o simplemente cogerla con una mano mientras que con la otra agregamos los detalles; pero el aprendiz no tiene las hojas que debe poner sobre la máscara. Para saber dónde pueden estar, echa un vistazo al mapa que hay en el taller, donde se muestran los seis mundos distintos y cuánto se ha explorado en cada uno, además de los objetos decorativos que pueden conseguirse en las distintas áreas. Una vez localizadas las hojas, se da cuenta que estaban en la zona que acababa de abandonar, así que se pone la máscara anterior, y tras explorar un poco, las consigue al verlas en una rama que está al alcance de la mano.
Tras volver al taller, colorear las hojas y terminar la máscara, el aprendiz ya puede teletransportarse (o transformarse, o poseer, según como queráis verlo) al tipo que está en el montacargas. Para activar el mecanismo, debe ponerse la máscara anterior y dejar a ese personaje presionando la palanca, de modo que cuando posea al señor del ascensor, este esté en marcha y pueda cruzar a la siguiente zona, donde se encuentra una estatua de una deidad. El objetivo de cada bioma o mundo es interactuar con las tres estatuas que hay repartidas por el mundo para poder entrar en una torre para hacer avanzar la trama. Interactuar con ellas es fácil: tan solo hay que replicar con nuestros gestos corporales su postura, momento en el que nos contará algo sobre el mundo, sobre qué ha pasado con las gentes que vivían en él o sobre Prospero; eso sí, nos lo contará en perfecto inglés o francés, y los textos tampoco están en español, lo que es una lástima.
Llegará a PlayStation VR, Oculus y Steam VR el 20 de abril
La idea de Maskmaker, al menos a nosotros, nos parece muy atractiva, aunque hay distintas variables que pueden hacer la experiencia un poco repetitiva si no se cuidan: los puzles deben ser lo suficientemente variados para sostener una trama de seis horas; la historia del mundo y de este misterioso Prospero se debe ir desvelando a un ritmo ni muy pausado ni muy lento para aguantar el interés del jugador; y la personalización de las máscaras se debe ir complejizando lo suficiente para que no se convierta en un mero trámite (aunque nada nos impide crear diseños en cualquier momento de la partida simplemente porque nos apetezca). El próximo 20 de abril veremos si InnerspaceVR consigue atar bien todos estos cabos.
Hemos realizado estas impresiones tras asistir a una presentación del juego invitados por la editora MWM Interactive.