Análisis de The Elder Scrolls V: Skyrim - Dragonborn (Xbox 360)
Ya hace más de un año que salió a la venta The Elder Scrolls V: Skyrim y desde entonces ha conquistado a millones de jugadores de todo el mundo además de haber generado alguna que otra polémica. Cientos de horas de juego por delante que se vieron ampliadas este verano con el primer contenido descargable, Dawnguard, que daba todo el protagonismo a los chupa sangre permitiendo convertirnos en el Señor de los vampiros, y un poco después en septiembre con Hearthfire, un descargable mucho menos importante que nos permitía construirnos nuestras propias casas.
Estos contenidos descargables han contado con un mes de exclusiva en Xbox 360, llegando después a PC, y por problemas técnicos no han aparecido todavía en PlayStation 3. Algo que se vuelve a repetir con el nuevo DLC, Dragonborn, que ya está disponible en Xbox Live, y que a PC y a PlayStation 3 –esta vez al parecer sí-, llegará ya en 2013. ¿Qué ofrece Dragonborn? Pues una nueva historia y territorio con nuevas ciudades, mazmorras, misiones, enemigos, armas, gritos, armaduras, ingredientes, y un largo etcétera, además de la curiosa posibilidad de poder montar dragones. Sin duda, por cantidad y calidad, de momento el mejor contenido descargable para Skyrim.
Dragonborn nos lleva a Solstheim, una isla en la frontera entre Morrowind y Skyrim, y que ya pudimos visitar en Bloodmoon, la segunda expansión que recibió The Elder Scrolls III: Morrowind en junio de 2003. Una vez descargado el contenido –casi 800 MB-, la manera de llegar a esta nueva localización y empezar su historia es muy natural, como ya pasó con Dawnguard. En alguna de las principales ciudades –a nosotros nos pasó en Carrera Blanca- te atacarán los miembros de una secta, y una vez derrotados en sus bolsillos encontraremos una enigmática nota.
Un escrito en el que se les ordena que viajen hasta Skyrim y maten al Sangre de Dragón, antes de que llegue a Solstheim, acción por la cual un tal Miraak se sentirá complacido. A través de Ventalia siguiendo estas pesquisas llegaremos a ciudad Roca del Cuervo, la capital de Solstheim, y aquí descubriremos que sus habitantes están siendo víctimas de una maldición, que les obliga a trabajar en contra de su voluntad en unas piedras sagradas. Gracias a la ayuda de los pocos skaal que todavía no han sido víctimas de esta maldición, descubriremos que el tal Miraak es un antiguo sacerdote Sangre de Dragón que se enfrentó a los dragones, que adquirió un enorme poder y que tras siglos desaparecido, amenaza con volver.
Visitaremos nuevas e intrincadas mazmorras, una muy interesante en forma de enorme puzle, conoceremos a nuevos gremios, personajes y enemigos, gracias a los Libros negros visitaremos Apocrypha, una biblioteca infinita que os sonará a los seguidores de la saga, y nos toparemos con un viejo conocido, que no os vamos a desvelar para no fastidiar la sorpresa. Esta nueva o actualizada región –según se mire- situada al noroeste es todavía más salvaje, árida e inhóspita que cualquiera de los territorios visitados en Skyrim. Hielo, nieve y ceniza se dan la mano en impresionantes paisajes naturales y aldeas tan peculiares como la de Tel Mithryn, en donde sus habitantes residen en hongos gigantes.
La historia principal de Dragonborn se puede terminar en unas 6 horas, y es tan entretenida y variada que se hace corta, con algunos momentos muy buenos, pero en Solstheim tenemos contenido suficiente como para jugar entre 20 y 30 horas fácilmente, entre nuevas mazmorras, misiones secundarias y algunos clanes. El simple hecho de pasear por esta peligrosa isla ya merece la pena, al ser un lugar tan diferente a Skyrim en cuanto a naturaleza y enemigos.
Tenemos los netch, una especie de calamares gigantes, los lurkers, unos rivales bastante duros de pelar, los rieklings, pequeños demonios con lanzas que incluso a veces van montados sobre jabalís, nuevos autómatas dwemer, los engendros de las cenizas, un tipo de zombi, o los sorprendentes hombres-oso, en cuyos encuentros hemos salido escaldados, y de los que todavía no sabemos si podemos transformarnos en uno haciendo algo en concreto.
Nos enfrentamos a lo largo de la aventura principal a varios dragones nuevos, y conseguiremos nuevos gritos, como aspecto de dragón, que nos permite una vez al día adoptar la forma de un dragón –una especie de armadura etérea-, que nos proporciona golpes colosales, piel blindada y gritos más fuertes. Con ciclón podemos lanzar un pequeño tornado, y el más interesante de todos es someter voluntad, ya que cuando hayamos aprendido sus tres palabras, podremos montar dragones.
La verdad es que no ha decepcionado cómo está resuelto esto, ya que no controlamos a los dragones directamente, solo les damos órdenes. Una vez hayamos sometido su voluntad, bajarán al suelo y podremos subir a lomos de un dragón simplemente pulsando un botón. Puedes ordenar que vuele a cualquier sitio al que puedas desplazarte mediante el viaje rápido, y él lo hará solo, sin poder variar tú la dirección. A la hora de atacar es igual de automatizado, y puedes indicar a qué objetivos quieres que ataque, pero no hacerlo tú directamente. Es curioso pero en términos de jugabilidad es decepcionante, y se siente como una oportunidad perdida de haber incluido una característica que justificara casi por si sola este DLC.
Otro aspecto a comentar que seguro le parecerá interesante a más de uno es que cuando hayamos acabado la historia principal de Dragonborn, por un motivo que no vamos a desvelar, se nos da la interesante posibilidad de resetear todas las ventajas de un árbol de habilidades, recuperando los puntos para poder utilizarlos en otras ventajas. El precio a pagar por borrar todas las ventajas de un árbol de habilidades es un alma de dragón, pero merece y mucho la pena sobre todo si hemos metido la pata gastando de manera equivocada algunos de estos valiosos puntos.
Como las expansiones de antaño
Sin necesitas más contenidos para Skyrim, o simplemente una excusa para volver a él, Dragonborn es un excelente contenido descargable, y da un poco de reparo utilizar esta denominación, ya que le viene mejor la etiqueta de expansión, como las de hace años que añadían decenas de horas en nuevos contenidos y estaban realmente trabajadas, algo a lo que nos tiene acostumbrados Bethesda. Su precio, 1.600 Microsoft Points –unos 20 €-, puede parecer excesivo, pero estamos hablando de unas 30 horas de nuevos contenidos, más duración que la gran mayoría de juegos completos, por lo que puede decirse sin ninguna duda que los vale. Otra cosa es que ya tuvieras suficiente con lo que ofrecía Skyrim, que era mucho, pero si quieres más de lo mismo, Dragonborn es perfecto.
Dawnguard innovaba más jugablemente, al incluir la transformación en el Señor de los vampiros, pero Dragonborn se siente como algo más nuevo, por todo lo que ofrece el nuevo territorio de Solstheim, con sus peculiares paisajes y ciudades, peligrosos y nuevos enemigos, y la gran cantidad de historias, mazmorras y misiones que esconde en su interior. Otro nuevo ejemplo de cómo debe ser un buen contenido descargable, muy trabajado y expandiendo en todas direcciones la ya de por sí generosa experiencia original. Ya estamos esperando la siguiente expansión, no sabemos con qué nos sorprenderá Bethesda, pero seguro que será otra vez un contenido descargable cuidado y extenso.