Análisis de Mario vs. Donkey Kong: Tipping Stars (Wii U, Nintendo 3DS)
Seguro que muchos recordáis el excelente Donkey Kong que se lanzó en 1994 para GameBoy, basado en el mítico arcade de 1981 pero modernizando la fórmula y añadiéndole además de plataformas un interesante toque de puzles. De aquel nació diez años después una especie de secuela espiritual para GameBoy Advance, Mario vs. Donkey Kong, y de este y ya en Nintendo DS surgió la saga de puzles que hoy nos ocupa, con Mario vs. Donkey Kong 2: March of the Minis, (2007), Mario vs. Donkey Kong: Minis March Again! (2009) y Mario vs. Donkey Kong: Mini-Land Mayhem (2011).
Desarrollados por Nintendo Software Technology, un estudio norteamericano de la compañía nipona, con la llegada a Nintendo DS la serie Mario vs. Donkey Kong abandonó definitivamente las plataformas y se convirtió completamente en un juego de puzles, en el que tenemos que guiar por el escenario a los Minimarios, como si se trataran de las simpáticas criaturas del mítico Lemmings, teniendo que encontrar la salida esquivando todo tipo de peligros.
Cuatro años después la saga regresa a Nintendo 3DS y Wii U con Mario vs. Donkey Kong: Tipping Stars, que esta vez deja cualquier innovación a un lado (hubo pequeños cambios entre las distintas entregas de Nintendo DS), y ofrece exactamente lo mismo que la Mario vs. Donkey Kong: Mini-Land Mayhem, el último capítulo de la saga hasta la fecha. Esto no tendría por qué ser un problema necesariamente, sino fuera porque la sensación de déjà vu, de volver a jugar otra vez a exactamente lo mismo, es enorme, y porque en pleno 2015 el mercado de los juegos de puzles, en parte por culpa de los teléfonos móviles, está repleto de propuestas mucho más ingeniosas, originales o atrevidas.
El objetivo en Mario vs. Donkey Kong: Tipping Stars es guiar a los muñecos de cuerda a través de los niveles hasta alcanzar las puertas de salid. Nosotros no los controlamos directamente, ni siquiera les damos órdenes, y una vez que los tocamos y comienzan a andar solo podemos facilitarles el camino modificando el escenario a través de la pantalla táctil. Colocando o retirando elementos como tuberías, vigas o cintas transportadoras tenemos que tener cuidado de que los Minimario no toquen alguna de las trampas como los clásicos pinchos, y es importante que lleguen casi a la vez a la salida, ya que una vez un personaje ha cruzado la puerta, solo tenemos seis segundos para que pase el siguiente.
La cosa empieza de manera muy sencillita, con dos Minimario, una sola puerta de salida y unas vigas que podemos retirar o construir, teniendo que fijarnos en el número de elementos disponibles para poder colocarlos. Pero pronto las fases se complican, con enemigos, múltiples puertas, cada una para un tipo de personaje (Minimario, Minipeach, Miniluigi, etcétera), puertas con candado, que solo puede abrir el Minimario que porta una llave, y la aparición de Mario oscuro en la última fase de cada mundo, un Minimario poseído por una fuerza maligna al que tenemos que golpear para que vuelva a ser el de siempre y así poder llevarlo a la meta.
Cada uno de los seis mundos principales está compuesto de ocho fases, y además de una nueva ambientación, en cada mundo aparecen mecánicas nuevas, que van complicando la jugabilidad. Muelles que elevan a los personajes, interruptores que activan o desactivan bloques, cañones, cintas transportadoras que nos permiten cambiar la dirección hacia la que se mueven, plantas pirañas que lanzan bolas de fuego, tuberías, etcétera, y todo esto en escenarios cada vez más grandes.
Desde el principio acabar las fases llevando a los personajes a la meta es bastante sencillo, y lo complicado es hacerlo con una buena puntuación. Podemos obtener un trofeo de bronce, plata u oro dependiendo del tiempo que hayamos tardado y las monedas que hayamos recogido por el camino, siendo realmente complicado pasarse todas las pantallas con el trofeo de oro, que te obligan a hacer un recorrido perfecto. Con estos trofeos dorados además desbloqueamos las 24 fases de bonus, sin duda las más difíciles y complejas, y con cada nuevo trofeo obtenemos una estrella, que sirven para desbloquear elementos en el editor de niveles, tanto jugables como estéticos.
Al igual que en Mario vs. Donkey Kong: Mini-Land Mayhem, esta nueva entrega cuenta con un taller donde podemos construir nuestras propias fases y compartirlas con la comunidad a través de internet o vía StreetPass. Y si no os gusta eso de construir pues podéis descargar los niveles que otros han creado e incluso recompensarles por su trabajo regalándoles una estrella. Esto hace que el juego sea casi infinito, y más si tenemos en cuenta que la propia Nintendo ha prometido que pondrá para descargar dos niveles extra a la semana durante un año.
Un detalle que seguro os resulta muy interesante es que estamos ante uno de los primeros juegos con compra cruzada entre Wii U y Nintendo 3DS, lo que quiere decir que comprando una de las versiones del juego te regalan la otra. Esto está muy bien y es algo que venimos pidiendo a Nintendo desde hace tiempo, por lo que esperamos que se vuelva una costumbre, aunque hay que admitir que no es un juego que explote precisamente el potencial de Wii U. Entre jugarlo en la pantalla del GamePad y en una 3DS no hay apenas diferencia, así que si tienes las dos consolas probablemente acabarás jugando mucho más a la versión de 3DS. El progreso de la partida de ambas versiones no se comparte, y algunos niveles creados por la comunidad, que no todos, no son compatibles con los dos juegos.
Sobre los gráficos no hay mucho que decir, agradables y funcionales, sin grandes alardes ni experimentos, apostando por los sprites de toda la vida. Y la banda sonora aprovecha las clásicas y simpáticas melodías de los juegos de Mario y Donkey Kong e incluso atreverse a mezclarlas con relativo acierto en alguna ocasión. Un apartado audiovisual correcto, acorde con un producto que arriesga lo mínimo.
Otro juego más de puzles, sin nada nuevo o brillante que ofrecer
Nintendo DS y su interfaz táctil popularizaron como nunca los juegos de puzles, y los nuevos teléfonos móviles o smartphone recogieron el testigo con cientos de propuestas, unas cuantas de mucha calidad y a un precio muy económico. En pleno 2015 pagar 20 euros por un juego al que no le vemos grandes diferencias con uno de móviles que cuesta 89 céntimos se nos hace un poco raro, pero ese no es su mayor problema.
Lo peor de todo es que no innova en absolutamente nada respecto a Mario vs. Donkey Kong: Mini-Land Mayhem, que se lanzó hace cuatro años, y si ya jugaste alguna de las entregas de Nintendo DS, la sensación es de estar nuevamente ante más de lo mismo. Si te gustó entonces y quieras más fases, puede ser una buena opción, y si nunca has jugado un Mario vs. Donkey Kong y te gustan los juegos de puzles accesibles pero que a su vez pueden llegar a ofrecer fases realmente complejas y desafiantes, es muy posible que te guste. Sin ser un mal juego le faltan alma y ganas, dejando la sensación de estar ante un producto sin más intención que la de rellenar catálogo.