Análisis The DioField Chronicle, una buena sorpresa para fans de la estrategia (Switch, PS5, PS4, Xbox One, Xbox Series X/S, PC)

Square Enix está apostando por el rol estratégico –y por el rol en general, solo hay que dar un vistazo a su calendario para otoño e invierno-, y eso solo puede significar que sus datos corroboran que existe un mercado interesado en el género. Ya sea con novedades como Triangle Strategy, la remasterización Tactics Ogre: Reborn o el hipotético Final Fantasy Tactics Remaster –su nombre apareció en la célebre lista de Nvidia- los fans se han encontrado con varias sorpresas agradables en un plazo de escasos meses. Y aún quedaba otro proyecto por lanzar: The DioField Chronicle, que superará las expectativas de muchos jugadores.

Lo cierto es que podíamos tener algunas dudas por escaso prestigio de la desarrolladora, Lancarse, creadora de Lost Dimension, Monark, Zanki Zero: Last Beginning y varias colaboraciones con Atlus. Pero no es bueno juzgar a un estudio por proyectos de presupuesto limitado, y en este sentido The DioField Chronicle es un juego más cuidado; sin hacer nada especialmente nuevo, aprovecha mejor sus fortalezas de lo que hizo Lost Dimension, con el que tiene algunos puntos en común.

Un territorio clave para la victoria en una guerra

La ambientación de este RPG táctico se enmarca en una fantasía medieval clásica de guerra y tramas políticas que encaja muy bien con la temática. Básicamente, dos poderosas facciones están en guerra y la isla -próxima al conflicto- que se había mantenido al margen de esta batalla cobra protagonismo por sus recursos, en concreto uno que es útil para la "magia moderna". Esa isla es DioField, una pieza clave que podría dar la victoria al bando que logre controlar estas tierras, en un argumento similar al punto de partida de Valkyria Chronicles.

Controlaremos a un reducido grupo de amigos convertidos en mercenarios dispuestos a participar en misiones especiales y encubiertas que requieren a personas especializadas en diversas áreas. Y eso es exactamente lo que tenemos: ellos, y los personajes que se irán uniendo a lo largo del drama según ganan reputación, pertenecen a las clases –guerrero, arquero, mago, pícaro- con los que resolver estas escaramuzas. No es la historia política más compleja o trabajada del género y muchos de estos personajes pecan de unidimensionales, pero los fans de novelas o series como Juego de Tronos y La Casa del Dragón sabrán disfrutar de las traiciones, la fragilidad de las alianzas, y este "realismo" bélico… Incluso si de vez en cuando pueden invocar a Bahamut.

Al igual que Lost Dimension, no hablamos de un tablero con cuadrícula tipo Tactics Ogre, sino un mapa más libre y con los obstáculos decorativos o del terreno; es un diorama virtual. Son combates en tiempo real que pueden recordar a XCOM o un MOBA, donde desplazamos a las unidades –o a todo el grupo- para encarar a los enemigos o mejor aún, buscar el flanco por el cual hacen más daño. Las unidades actúan automáticamente si el oponente está en su rango de acción, que dependerá del tipo de arma o estrategia; no conviene exponer mucho a un arquero, que es el tipo de personaje pensado para debilitar a las fuerzas enemigas desde la distancia.

No obstante, más que buscar posiciones concretas para rodear al oponente, que es propio de un Disgaea y juegos similares, la clave está en hacer uso de las invocaciones –si bien no son tan demoledoras como acostumbran a ser en Final Fantasy- y habilidades especiales, técnicas que pueden estar asociadas a efectos beneficiosos o perjudiciales, por ejemplo para dejar incapacitado, aturdido o ralentizado a un enemigo poderoso durante unos segundos. Eso, y saber adaptarse al diseño de cada terreno, aprovechar el entorno, las trampas o reconocer prioridades según la condición de victoria de cada misión: derrotar a todos los rivales, escoltar a un personaje, capturar puntos del mapa… O enfrentarse a los jefes, que siempre esconden algún as bajo la manga que los diferencia de las tropas corrientes. Quizás se eche en falta un poco más de variedad en las misiones, que casi siempre derivan en aplastar al bando oponente, pero la duración principal nos ha parecido justa para este tipo de historias, rondando las 30 horas.

El control con pad no es malo, aunque podría ser un poco más intuitivo con las órdenes rápidas de una unidad, especialmente cuando el combate se concentra en un mismo punto y aparece una auténtica melee. Pero incluso con estos pequeños flecos, The DioField Chronicle es divertido y no necesita demasiada microgestión salvo en las batallas más ajustadas, supone un buen cambio de aires si otras propuestas de SRPG por turnos no terminan de convencerte.

Entre misiones, de historia u opcionales, exploramos la base donde se desarrolla la historia, mejoramos a las unidades o su equipamiento; la parte de personalización rolera, en definitiva, donde tenemos los sistemas para subir de nivel, el árbol de habilidades y la posibilidad de reiniciar los puntos si un personaje no termina de convencernos. Es suficientemente flexible como para que dentro de una clase se introduzcan matices según nuestro estilo de juego, y así por ejemplo un soldado puede derivar en el tanque del equipo, orientarse al daño y los estados alterados o ganar agilidad.

Pese a que este cuartel general es una zona 3D para explorar, no aporta mucho más de lo que haría una interfaz 2D y la ausencia de un sistema social que aporte una más enjundia –al estilo Fire Emblem o como parece que hará Marvel's Midnight Suns- hace estas pausas un mero trámite para prepararnos al siguiente combate. Otra crítica es la curva de dificultad, no porque no nos gusten los desafíos, sino porque hay situaciones en las que se fuerza el grindeo para igualar el nivel de los enemigos y por tanto tener algunas posibilidades de victoria.

El diorama virtual

En juegos indie o de presupuesto medio, como es este caso, una buena dirección de arte es muy importante porque suple las carencias técnicas. Detrás del proyecto se encuentran algunos veteranos de Square Enix que explican que el juego no haga aguas en el apartado audiovisual, desde los diseños de personajes de Taiki (Lord of Vermillion) y de Isamu Kamikokuryo (Final Fantasy XII y XIII) a la banda sonora de Ramin Djawadi y Brandon Campell (Juego de Tronos). Dispone de voces en inglés y japonés, y lamentablemente los textos no están traducidos; para quien suponga un inconveniente, se perderá todo el contexto de los enfrentamientos.

The DioField Chronicle no es el primer título que inspira su aspecto visual –durante las batallas- en los dioramas, algo que consigue jugando con la perspectiva isométrica, las proporciones y los desenfoques de campo, de hecho Fantasian de Mistwalker creó sus escenarios con maquetas reales, pero es una base sólida para que esta aventura tenga un aspecto con personalidad que no encontramos en Lost Dimension. Por si hiciese falta alguna pista más del tono que se busca, puede que la idea venga precisamente de la inolvidable secuencia de introducción de Juego de Tronos.

Conclusiones

De todos los lanzamientos que prepara Square Enix en la recta final del año este lo podríamos considerar el más nicho. Orientado a un público no demasiado grande, una licencia completamente nueva, sin valores de superproducción que entren por los ojos… De ahí que The DioField Chronicle sea una sorpresa positiva. No rompe moldes, falta un horneado para convertirse en clásico y lamentablemente será olvidado en cuanto aparezca un lanzamiento más mediático, pero eso no está reñido con su calidad y una dosis justa de ambición dentro de sus posibilidades. Más AA de este tipo, por favor.

Hemos realizado este análisis en su versión de Nintendo Switch con un código que nos ha proporcionado Plaion.