Análisis Super Monkey Ball Banana Rumble, los monos de Sega vuelven con fuerza (Switch)
Puede que Toshihiro Nagoshi ya no forme parte de Sega, pero su legado sigue muy vivo. Lo vemos con Like a Dragon, que baja el ritmo de lanzamientos, pero también con Super Monkey Ball. La saga de los monos correteando por laberintos en unas esferas tipo gachapon vivieron su era dorada en la primera década de los 2000, mientras que en los últimos años han tenido un ritmo más intermitente y basado en remasterizaciones o remakes: Super Monkey Ball: Banana Blitz HD (2019), Super Monkey Ball Banana Mania (2021). Ahora por fin es el turno de una entrega original, Super Monkey Ball Banana Rumble para Nintendo Switch.
No mucho ha cambiado desde el origen de la serie, que nació con un concepto extremadamente simple y fácil de entender como contraste a los cada vez más caros arcades japoneses de su época: dirigir unas esferas –habitadas por monos- por unos mapas flotantes cada vez más complejos hasta una meta, dentro de un tiempo límite y con coleccionables por el recorrido. No controlamos directamente a la bola sino la inclinación del mundo, lo que unido a las físicas, nos hace corregir la fuerza y dirección constantemente. Un gameplay divertido y adictivo, con opciones para jugar en solitario o en compañía.
¡A por el plátano legendario!
En Super Monkey Ball Banana Rumble, AiAi y sus compañeros viven tranquilamente hasta que oyen –vía Palette, una nueva amiga- la historia del Plátano Legendario, un tesoro que hace la boca agua a los queridos simios. Sin pensárselo mucho, los monos se embarcan en una nueva aventura –con opción de cooperativo para cuatro personas, aunque este modo está más pensado para un jugador- que les hará visitar diferentes mundos y superar dos centenares de tableros repletos de obstáculos, trampas y mucho vértigo. La verdad, tampoco necesita ninguna historia más profunda, pero al menos eso nos recompensa con pequeñas secuencias e interacciones entre los simios.
La base de Banana Rumble es la que hemos descrito: dirigir al personaje por el mapa hasta alcanzar una meta, a ser posible con el mayor número de bananas recogidas, con la banana dorada y el menor tiempo posible –obviamente no podrás hacer todo esto en una única partida-. Ryu Ga Gotoku Studio ha conseguido una buena curva de dificultad con estos niveles, de manera que los primeros laberintos se pasan casi de manera automática pero poco a poco empezarán a aparecer bloques móviles, interruptores, rampas, plataformas estrechas, y toda una serie de peligros que te harán cada vez más complicado obtener el 100 % de los coleccionables. Aunque la historia se puede superar en pocas horas, dominar el juego te llevará mucho tiempo.
Super Monkey Ball no da mucho margen a la evolución sin el peligro de añadir mecánicas que lo compliquen demasiado, y lo que funciona es mejor no tocarlo, pero eso no significa que no tengamos alguna novedad. En lugar de un salto, en Banana Rumble lo que tenemos es un acelerón giratorio, un impulso cargado similar al de la saga Sonic que podemos dirigir hacia pendientes o reducir tiempos en los trayectos más largos. Con un buen uso –hay una limitación por tiempo- esta herramienta ayuda a pulir récords y casi "romper" su recorrido. También se puede girar la cámara con la palanca derecha, que es útil en ciertos mapas que se salen un poco de la linealidad habitual. Pueden parecer innovaciones pequeñas pero se agradecen muchísimo.
Todas estas fases las puedes repetir para mejorar puntuaciones, cumplir misiones opcionales o en modo contrarreloj, así que no esperes abandonar el modo aventura al superar la aventura, todo lo contrario. Cada desafío puede superarse de manera creativa, incluso forzando las físicas para encontrar atajos casi imposibles, o en cambio apurar hasta el límite para ser un completista de coleccionables. Existen algunas opciones de accesibilidad, además del control con o sin sensor de movimiento e incluso un ajuste para compensar el posible drift del mando: un mono fantasmas, activación de puntos de control, rebobinado, indicaciones de ruta, entre otros trucos. Seguro que los más jóvenes agradecen la asistencia en los puzles más enrevesados.
La historia es sólo uno de los ingredientes en un Super Monkey Ball. Hay más de 300 objetos para personalizar a nuestro personaje –cada uno con ligeras diferencias en velocidad, freno, peso y giro- para destacar con un aspecto único en el multijugador local, online o con "comunicación local". El modo batalla incluye diversas modalidades: carrera –se describe por sí mismo, un poco tipo Mario Kart-, cazaplátanos –conseguir plátanos-, pláta-pum –pasar una bomba entre jugadores-, fiebre por la meta –atravesar metas para ganar puntos- y combate robótico –dañar a robots para ganar puntos-. Hay para todos los gustos.
En estas opciones podemos utilizar objetos para entorpecer a los rivales y añadir hasta 15 bots que puedes utilizar para practicar en solitario o para completar una partida con algunos compañeros. Con el máximo de jugadores a veces se hace un poco caótico, pero en parte ese es el espíritu festivo de la saga y lo hace perfecto para sesiones con amigos y reuniones familiares; por la sencillez de control, lo podrá jugar prácticamente cualquiera, independientemente de su experiencia con videojuegos. Aunque hay Super Monkey Ball con más minijuegos –Super Monkey Ball: Banana Blitz alcanzaba los 50- y algún veterano deseará más, en este caso Sega ha priorizado calidad a cantidad.
Cumple en gráficos, sin grandes alardes
Como se puede ver, Banana Rumble es alegre, colorido, con varios mundos que aportan distintas temáticas y no hay dos mapas iguales. Se podría exigir un poco más de detalle aquí y allá, pero el estilo está muy marcado desde la primera entrega. La música también acompaña, con algunas revisiones a temas clásicos de la saga.
Realmente sólo encontramos alguna pega en el multijugador, donde el rendimiento empieza a sufrir un poco con un número alto de rivales. No es que afecte demasiado en el gameplay, o no al menos hasta el punto de hacerlo injugable, pero la fluidez baja y no creemos que Nintendo Switch deba tener problemas con un juego de estas características.
Conclusiones
Aunque la saga tiene más de 20 años a sus espaldas, en Sega han pensado que Super Monkey Ball Banana Rumble puede ser la puerta de entrada para muchos novatos. Vale, no es perfecto, falta algún minijuego clásico muy querido, un apartado gráfico un poco más cuidado y hay invitados de Sega vía contenido descargable, pero es la divertida fórmula de toda la vida, con cambios más drásticos de lo que parece a simple vista –seguro que han llegado para quedarse- y un buen puñado de asistencias opcionales para reducir cualquier posible frustración: gustará a veteranos y cualquiera que pruebe por primera vez Super Monkey Ball.
Hemos realizado este análisis gracias a un código proporcionado por Cosmocover.