Análisis Potion Permit, el original simulador de vida que nos pone en la piel de un alquimista (Switch, PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series X/S, PC)

Los simuladores de vida, también conocidos por algunos como juegos de granjas, están experimentando en estos últimos años un crecimiento exponencial en lo que se refiere a popularidad. Las millones de ventas cosechadas por títulos como Animal Crossing: New Horizons, Stardew Valley o el reciente Disney Dreamlight Valley demuestran que los jugadores, lejos de estar cansados de este género centrado en establecer relaciones con los habitantes de un pequeño pueblo mientras les ayudamos realizando actividades muy diversas, quieren seguir disfrutando de estas experiencias ideales para relajarse y desconectar la cabeza de su rutina diaria.

Gracias a este auge están surgiendo propuestas como Harvestella que tratan de desmarcarse del resto combinando los elementos típicos de los simuladores con los de otros géneros como, por ejemplo, los Action-RPG. En este sentido, Potion Permit, el videojuego que hoy nos ocupa, cuenta de base con todos los ingredientes que podríamos esperar de un título independiente de esta categoría, destacando sobre todo su preciosa estética pixel art en 2D que acompaña a tantas obras similares. No obstante, a pesar de que en un principio podría parecer que no ofrece nada nuevo, este tiene un pequeño giro de tuerca que marca la diferencia y ayuda a que no pase desapercibido por ser un "más de lo mismo".

Ayuda al pueblo de Moonbury pese a su reticencia

Acompañados por nuestro fiel canino, el juego nos mete en la piel de un alquimista enviado por la Asociación Médica a Moonbury, un pequeño pueblo costero alejado de la capital del reino, con el propósito de buscar una cura para la hija del alcalde, quien padece una enfermedad que ha intentado ser tratada sin éxito por el curandero del lugar. Sin embargo, nuestro recibimiento en Moonbury no es el esperado puesto que sus habitantes son escépticos con cualquier extraño que provenga de la capital.

Su desconfianza y sus prejuicios con nuestros métodos se deben a que, en el pasado, un alquimista causó un daño irreparable al extinguir por su ineptitud varias plantas autóctonas, así que no nos quedará otra que esforzarnos para ganarnos su confianza haciendo uso de nuestros dotes especiales con las pociones y nuestro don de gentes.

Los residentes de Moonbury nos miran con cierto recelo y son muy escuetos en sus charlas con nosotros, llegando a ser incluso groseros, desagradables y hasta reacios a entablar una conversación casual. Los primeros compases del juego son algo desalentadores ya que parece que, por mucho que nos esforcemos en demostrar que nuestros métodos mágicos pueden ser más eficaces en varios tratamientos que los medios naturales, no llegamos a conectar del todo con los personajes. A pesar de ello, si nos armamos de paciencia, cumplimos recados y curamos a enfermos, pronto se nos presenta la oportunidad de establecer vínculos con ellos y, por ende, de conocer en profundidad sus aficiones y rutinas.

Directamente relacionado con esto último, la Confianza es el sistema que nos indica el grado de afinidad que tenemos con un personaje. Esta se refleja mediante un icono de una cara sonriente junto a una barra de puntos de confianza que puede aumentar con charlas diarias, haciendo favores u ofreciendo regalos. Aumentar el nivel de amistado con los residentes nos beneficia puesto que para poder realizar algunas misiones será imprescindible alcanzar un rango de confianza alto. Debemos ser cuidadosos en los tratamientos de enfermedades ya que si nuestra labor fracasa se nos penaliza con la pérdida de puntos.

Esta dinámica tan típica de los simuladores de vida es una de las mayores bazas de Potion Permit porque nos invita a interactuar con cerca de una treintena de personajes de lo más variopintos, carismáticos y con peculiaridades únicas. Cada habitante de Moonbury tiene un diseño único y desempeña una función específica en beneficio de la comunidad, lo cual ayuda en gran medida a que la pequeña aldea se sienta viva porque sus habitantes están constantemente en movimiento de un lado para otro.

El diagnóstico de enfermedades y la recolección de ingredientes

La elaboración de pociones es, sin lugar a dudas, el mayor elemento diferenciador de Potion Permit si lo ponemos frente a sus inspiraciones. Naturalmente, el título cuenta con un marcador de tiempo y la aventura no prescinde de las misiones de recadero en las que se nos propondrán las clásicas tareas de recolectar una serie de materiales a cambio de dinero que podemos invertir en mejoras para el pueblo y nuestro equipamiento. Tampoco faltan elementos como los minijuegos de pesca en los que podemos participar en puntos de pesca, la posibilidad de personalizar nuestro hogar con nuevos muebles, o comerciar en los diferentes establecimientos del pueblo, los cuales se rigen por horarios concretos, aunque insistimos en que todo lo relacionado con la alquimia es el plato fuerte.

Lo primero que debemos hacer antes de dirigirnos a las afueras de Moonbury en busca de ingredientes para nuestras pociones curativas es realizar un completo diagnóstico tomando como punto de partida los síntomas que padecen los pacientes que son trasladados a la clínica. Para llevar a cabo con éxito los diagnósticos de cada caso individual, el juego nos propondrá una serie de pequeños retos a modo de minijuegos que van desde un juego de ritmo que nos desafiará a pulsar las flechas del mando en el momento adecuado, hasta otro que va de memorizar una sucesión de botones que debemos pulsar posteriormente en el orden correcto. Ninguno de los minijuegos es particularmente difícil y estos no se complican a medida que avanzamos, pero aportan algo de variedad a la propuesta.

Una vez que tenemos el diagnóstico completo nos adentramos en las tres grandes áreas -un bosque, una montaña nevada y un desierto- con la meta de conseguir los materiales necesarios para la elaboración de nuestros brebajes. Al principio solo podremos acceder a la zona boscosa, aunque a medida que nuestra reputación aumenta el alcalde nos otorga una insignia de aprobación que nos permite movernos a lugares más inhóspitos para explorar los rincones más escondidos de la isla, enfrentarnos a nuevos peligros y conseguir recursos más raros y escasos. Estas localizaciones no son, por regla general, demasiado extensas o laberínticas, aunque sí son lo suficientemente grandes como para que no nos vengan mal las señalizaciones del minimapa ubicado en la esquina de la pantalla, ni tampoco las banderas de teletransporte repartidas por todo el mapa.

El proceso de recolección que debemos realizar cada vez que deseamos obtener el acceso a nuevos territorios nos ha parecido un poco tedioso por la gran cantidad de recursos que se nos piden, algo que acaba derivando en un farmeo algo excesivo y repetitivo. No ayuda tampoco el hecho de que nuestro progreso pueda verse interrumpido en repetidas ocasiones por eventos aleatorios que no podemos evitar y que, en ocasiones, aparecen en el momento menos indicado. Es justo decir que la variedad de actividades que se nos proponen para obtener recursos, incluyendo la posibilidad de echar una mano en la comisaría, la oficina de correos o la iglesia para conseguir dinero, ayudan a mitigar levemente este proceso, aunque insistimos en que los requisitos son algo elevados.

La recolección de ingredientes y el sistema de combate

Cada vez que usamos las herramientas -una hoz, un martillo y un hacha- para realizar acciones tan simples como picar una roca, talar un árbol o cortar una planta, nuestro medidor de resistencia se reduce, por lo que debemos estar constantemente al loro debido a que si lo consumimos por completo no podemos usar ninguna de las herramientas y se limitan algunos movimientos. La única manera de restaurar la resistencia es consumiendo alimentos, regresando a nuestra casa para descansar o tomándonos un baño en el balneario del pueblo. Es recomendable ir bien provistos de víveres antes de ir de expedición.

Como podéis imaginar, cada herramienta es útil para recolectar un recurso en específico, así que nos vemos obligados a alternar constantemente entre ellas. Además, estos utensilios pueden ser mejorados para agilizar el proceso de recolección y conseguir algunos materiales que sin las mejoras serían imposibles de conseguir. Por si fuera poco, también podemos usar estos instrumentos de metal para defendernos de la fauna salvaje que campa a sus anchas en los terrenos que se extienden más allá de las murallas de Moonbury, aunque os adelantamos que el combate es discreto.

Las pequeñas dosis de acción y lucha en Potion Permit no brillan al mismo nivel que los otros componentes de la obra por diversos motivos. El primero de ellos es que, salvo en contadas excepciones, será indiferente con qué arma ataquemos a los enemigos para derrotarlos ya que el manejo de estas es prácticamente idéntico. El segundo punto que hace que el combate sea poco interesante tiene que ver con el comportamiento de los enemigos y sus patrones de ataque. Algunos monstruos son demasiado inofensivos, no reaccionan a nuestros ataques y parecen no percatarse de nuestra presencia, mientras que es muy fácil aprender sus movimientos ya que en su mayoría cuentan con uno solo. Todo esto acaba derivando en que, a menudo, acabar con las criaturas sea poco estimulante.

Así podemos fabricar pociones con el caldero

El caldero de nuestro hogar es la herramienta a la que recurriremos para cocinar las pociones una vez que hayamos acabado con el diagnóstico y la recolección de recursos. A diferencia de otros títulos similares, en Potion Permit las pociones no se cocinan automáticamente, sino que tendremos que resolver un pequeño puzle que varía en función de la receta que queremos elaborar. De esta manera, cada receta tiene su propia forma y nuestra misión no será otra que la de rellenar los huecos con los ingredientes, que pueden pertenecer a cuatro elementos -agua, tierra, fuego y viento- y son representados como piezas de Tetris. Esta tarea no es tan fácil como puede parecer sobre el papel ya que las piezas no se pueden superponer y solo podemos poner un número limitado.

El aspecto que más nos ha gustado de la resolución de estos rompecabezas es que, a diferencia de los minijuegos para determinar el diagnóstico de los pacientes, estos se vuelven más complejos y requieren que investiguemos nuevas zonas para encontrar materiales que nos permitan rellenar más huecos con el menor número de piezas posible. Hay muchas combinaciones posibles para resolver un mismo puzle, por lo que estos no tienen una resolución única.

En resumidas cuentas, el bucle que jugable que consiste en examinar a los pacientes, realizar un diagnóstico, buscar los ingredientes y elaborar las pociones es muy satisfactorio, aunque por desgracia nos ha dado la sensación de que, a medida que avanzamos, se hace repetitivo y hasta pasa a un segundo plano para convertirse en una actividad más entre otras tantas. Las misiones relacionadas con las pociones van más allá de curar a residentes enfermos, sí, y como ejemplo podemos encontrar algún encargo que nos obliga a investigar nuevas recetas para crear un elixir destinado a arreglar un desastre natural, aunque al final del día acabaremos preocupándonos más por otros quehaceres.

Un caramelo visual que cuenta con una dirección de sonido y una banda sonora exquisita

El estilo pixel art de Potion Permit no sorprende a día de hoy tras el lanzamiento de tantos videojuegos con la misma dirección artística, aunque es innegable el gran trabajo que ha realizado el equipo de MassHive Media a la hora de dotar a las calles de Moonbury y a los interiores de sus edificios de un nivel de detalle para quitarse el sombrero. La interacción con el entorno es algo limitada, aunque insistimos en que todos los escenarios gozan de una gran belleza. Las animaciones, por su parte, están trabajadas y son muy agradables a la vista.

Respecto al apartado sonoro, cabe destacar que sus responsables han optado por una música ambiental relajante que le queda como anillo al dedo a la mayoría de escenarios, aunque no deberíais esperar un tema memorable que se quede grabado en vuestra retino. En los ambientes exteriores, la música se mezcla con el sonido de los animales salvajes y la naturaleza para ofrecernos un mayor grado de inmersión. Lo único malo que podemos comentar en este apartado es que el repertorio de melodías es algo escaso, por lo que algunos temas se repiten en exceso y podemos llegar a aborrecerlos un poco a pesar de que, como os hemos comentado, el juego cumple sobradamente en este apartado.

El título tiene un rendimiento muy estable durante la mayor parte del tiempo, aunque en la versión de Nintendo Switch hemos detectado algunos pequeños tirones e incluso parones de algunos segundos en la imagen. Suelen aparecer sobre todo en los cambios entre grandes zonas, aunque por suerte son muy frecuentes y no empañan demasiado la experiencia.

Conclusiones

Potion Permit es una agradable sorpresa para los amantes de los simuladores de vida que también disfrutan de darle al coco de vez en cuando para resolver pequeños puzles. Estamos ante un título muy bonito, que sabe sacar partido de un estilo artístico tan manido como el pixel art y que nos invita a conocer a los carismáticos habitantes del pueblo de Moonbury. El bucle jugable que rodea a la elaboración de pociones es muy original y hace que el juego se desmarque entre la multitud de obras de su mismo género, aunque a medida que avanzamos la sorpresa se desvanece y pasa a un plano algo más secundario. Aún con sus pequeños defectos, es un videojuego al que haríais bien en echarle un ojo a poco que os gusten los títulos de este mismo género.

Hemos realizado este análisis en su versión de Switch con un código proporcionado por Best Vision PR.