Análisis Pentiment para Switch: El fantástico misterio de Obsidian llega a cientos de millones de jugadores más (Switch, PS5, PS4)
Pentiment es un videojuego sin igual. Una aventura que por formato jugable puede recordar a Night in the Woods u Oxenfree, con algunos toques de rol para personalizar levemente la experiencia de cada jugador, y con decisiones que afectan el devenir de los acontecimientos hasta los hitos narrativos clave compartidos por todos los que disfruten de la obra.
La originalidad, la valentía y la artesanía de la obra de Obsidian está en su premisa y en el desarrollo de la misma: es un misterio de asesinato histórico ambientado en la Baviera del Siglo XVI, un escenario idóneo para hablar sobre la importancia de la historia, para reflexionar sobre quiénes la escriben, y para pensar sobre un montón de temas: la cultura y el acceso a la misma, las disputas de clase, el machismo estructural y la religión como fe y poder.
Cuando se publicó a mediados de noviembre de 2022 para PC y consolas Xbox no se llevó el reconocimiento merecido: es una mala fecha para entrar en las nominaciones de algunas de las galas de entregas de premios más importantes por su alcance mediático, como The Game Awards. Aunque los 13 desarrolladores del estudio de The Outer Worlds y el venidero Avowed consiguieron hacerse con la estatuilla a Mejor narrativa en los GDC Awards 2023. Quizá sepa a poco para un juego que no es para todo el mundo, pero que sorprende narrativa, temática y artísticamente a todos los que lo juegan.
Una obra imperdible que llega a nuevos públicos
Es también un título imposible. Antes de su lanzamiento, el director creativo Josh Sawyer, quien además de veterano desarrollador es historiador, habló de cómo Pentiment jamás se habría materializado sin Game Pass. El director de Fallout New Vegas y Pillars of Eternity dibujaba un futuro halagüeño del servicio de suscripción: para mantener un ritmo constante de lanzamientos que consigan que la gente continúe suscrita, Xbox dejaría a sus equipos a hacer proyectos más pequeños y experimentales entre las producciones grandes y medianas. Ha habido otros ejemplos, como el excelente Hi-Fi Rush, pero no muchos.
Las suscripciones a Game Pass se han atascado. Después de que en enero de 2022 se anunciaran los 25 millones de clientes de pago, no hubo una actualización de la cifra hasta este mes, más de dos años después. Hay 34 millones de suscriptores, pero el número tiene trampa: ahí están sumados los antiguos usuarios de Xbox Live Gold, un servicio que cambió de nombre a Xbox Game Pass Core. Si el servicio no puede llegar a mucho más público, que al menos lo hagan los juegos por separado, logrando nuevos ingresos en otras plataformas, ha pensado Microsoft.
Así, esta maravilla imposible que es Pentiment está disponible desde el pasado 22 de febrero para cientos de millones de potenciales nuevos jugadores, entre los más de 170 millones de usuarios de PS5 y PS4, y los casi 140 millones de compradores de Switch; no es el único título hasta ahora exclusivo que llega a estas plataformas: a él se suman la genial supervivencia de Grounded (también de Obsidian, por cierto), y solo en las máquinas de Sony, Sea of Thieves y el anteriormente mencionado Hi-Fi Rush (este solo para PS5). Todos ellos títulos que proponen algo diferente y que puede gustar a un público bastante más amplio al que estaban limitados hasta ahora.
En Vandal hemos tenido la oportunidad de probar de primera mano una de esas versiones, la de Nintendo Switch. Si queréis un análisis más pormenorizado de Pentiment, del título como tal, os emplazamos a la crítica original, que sigue tan vigente como entonces porque el juego que llega a la consola híbrida no ha cambiado un ápice y porque los mismos motivos que hacían del juego una obra destacable de 2022 lo son también en 2024 ante la falta de otras aventuras narrativas que se atrevan a hacer algo ni siquiera parecido.
Una historia sobre la importancia de la misma
Aun así, tampoco está de más ofrecer un poquito de contexto. Nos ponemos en la piel de Andreas Maler, un artista que trabaja temporalmente en el scriptorium de la Abadía de Kiersau, ubicada en la pequeña aldea de Tassing, sita en el sureste alemán del siglo XVI. Sin embargo, un noble que acude al lugar es asesinado, y el acusado no es otro que un monje anciano con el que Andreas tiene una sincera amistad. Así comienza un misterio en el que hay varios posibles culpables, una investigación, con sus charlas y sus puzles, que se desarrolla a lo largo de 25 años.
Estamos ante una historia ficticia que se utiliza para tratar los problemas de un contexto que sí es real. Se habla de cristianismo y paganismo, del arte, de la imprenta y la revolución tecnológica y cultural que supuso, de las vidas de los de abajo y cómo están afectadas por su relación con los de arriba, de una incipiente burocracia kafkiana, de la importancia de conocer la historia en su totalidad y no solo la que algunos interesados quieren que conozcamos. Es una trama de injusticias, en definitiva, de desigualdades de distinto tipo.
Su estructura es tan genial como sus temas y su guion. A lo largo de la investigación conocemos al puñado de campesinos, artesanos y eclesiásticos que habitan en Tassing, pero como decíamos, la historia se desarrolla, con varias elipsis temporales, durante 25 años. Así, vemos a los niños crecer, a los jóvenes casarse, y a los ancianos morir. Asistimos a los cambios en el pueblo, tanto los visibles como los que se llevan por dentro. Y reparamos en cómo nuestras decisiones afectan a esa comunidad.
No hablamos solo de elegir una u otra respuesta de diálogo, influidas por el trasfondo que hayamos elegido para Andreas, sino sobre todo del tiempo, otro de los pilares narrativos de la experiencia: en el curso de la historia es imposible que de tiempo a cumplir a todas las misiones, a profundizar todo lo que quisiéramos en la investigación, por lo que al final señalamos culpables en base a hipótesis que no siempre tendrán una base sólida. Esto es trascendente porque esos personajes con los que charlamos nos despiertan emociones gracias a que están bien construidos y a que a lo largo de distintos minijuegos que nunca se repiten nos involucramos en su (dura) vida diaria. No es fácil acusar a un vecino, y el juego te obliga a hacerlo.
La puntilla de genialidad de Pentiment está en lo artístico y la expresividad que otorga. No hablamos solo de los preciosos personajes, inspirados por los grabados de los volúmenes de la época representada, ni de los escenarios y los fondos, que parecen sacados de una acuarela con múltiples capas. Nos referimos sobre todo a la caligrafía: la fuente de letra, el trazo, las erratas, el color e incluso el ritmo al que aparecen las palabras en las cajas de texto sirven para representar el estatus social y cultural del hablante, y también sus emociones.
Un port para Switch (casi) intachable
Por supuesto, como ocurría en la versión de Xbox y PC, esto es algo que se puede cambiar en las opciones de accesibilidad, pues hay quien puede tener dificultades para leer esas letras. Hay más opciones, como activar el alto contraste, el texto a voz, y la posibilidad de aumentar el tamaño de la letra, algo que se agradece sobre todo en la versión para Switch al jugar en modo portátil. Pentiment no es un título exigente en lo técnico, así que el resultado es el previsible: la imagen es limpia y fluida tanto al jugar en el televisor como directamente en la pantalla de la consola. No apreciamos ninguna falta visual ni sonora respecto a las versiones anteriores, a excepción del 4K.
Comparándolo con la edición de ordenador que jugamos hace más de dos años, sí hay algún momento en el que la transición entre las páginas del volumen que narra la historia, es decir, el paso de un escenario al siguiente, parece algo menos fluida; que los tiempos de carga, brevísimos de igual modo, son casi imperceptiblemente más largos que en un PC o en una consola de última generación. Por otro lado, nos hubiera gustado que estas nuevas versiones tuvieran conexión con la red de Xbox (como sí lo tendrán Grounded y Sea of Thieves) para poder continuar una partida ya empezada en otro sistema, y viceversa.
Conclusión
Por lo demás, Pentiment en su versión para Nintendo Switch es una adaptación genial que no hace ninguna concesión. La aventura de investigación de Obsidian es original, cautivadora, arriesgada e importante, y que pueda llegar a un público más amplio es una buena noticia, sobre todo cuando se trata de un título accesible para todos, ya sean jugadores veteranos o quienes nunca se hayan acercado a un título de este género. Esta edición es una manera genial para descubrirlo por primera vez, y también un motivo para rejugarlo en otro formato, pues dos años después de su estreno se agradece volver a Tassing para revivir su historia tomando otras decisiones.
Hemos realizado este análisis gracias a un código para Switch facilitado por Xbox España.