Análisis de Operation Abyss: New Tokyo Legacy (PSVITA, PC)
Cualquier jugador de Demon Gaze conoce de antemano lo que ofrece Experience Inc. en Operation Abyss: New Tokyo Legacy, el último título en llegar de la desarrolladora. Sí, lo sabemos, más de un usuario de PS Vita está pensando que justo lo que menos necesitaba la portátil es otro juego de rol japonés de presupuesto modesto, con textos en inglés y personajes de diseño anime. La verdad es que la escasez de lanzamientos está en otros géneros, eso no se puede negar, pero a estas alturas de la película es más que obvio que el principal apoyo de las portátiles, y casi único, proviene de Japón, con todo lo que ello implica. Y todavía hay que dar gracias, porque ese mercado hace tiempo que ha fijado su rumbo a otras plataformas de bolsillo y no dedicadas en exclusiva al juego precisamente.
Operation Abyss sigue la mecánica de otros muchos dungeon crawler en primera persona, y el más evidente es el citado Demon Gaze, la serie Etrian Oddyseey o Soul Hackers. Estos juegos se caracterizan por explorar mapas laberínticos en vista subjetiva, zonas con trampas, lugares secretos –que ciertos miembros del equipo pueden detectar- y por supuesto combates por turnos.
A diferencia de otros lanzamientos de fantasía medieval, Operation Abyss se inclina por la ciencia ficción en localizaciones urbanas –como rascacielos- en un futuro cercano, y cambia conceptos de magia por unos más tecnológicos.
Nuestro personaje se despierta en medio de lo que parece una matanza que parece tener relación con una serie de misteriosos secuestros y asesinatos que están sufriendo en Tokio. Tranquilo, serás rescatado por un grupo que investiga este fenómeno conocido como Abyss y entrarás a formar parte de una asociación dedicada a eliminar a los Variants, criaturas genéticamente mejoradas. No es un argumento excesivamente original y recuerda a multitud de otros juegos, pero hay suficientes misterios que desentrañar y personajes que conocer para animar al jugador a continuar avanzando, más allá de la propia jugabilidad, naturalmente.
Nuestra primera decisión será elegir un modo básico o clásico. La dificultad es la misma, la diferencia se encuentra en la manera de configurar a nuestro protagonista –clásico es más flexible y no es el recomendado para novatos-. Una vez entramos en materia se explican las dos fases del juego: la gestión del equipo en el cuartel general mediante menús y la exploración en laberintos.
La navegación por las mazmorras es sin grandes sorpresas muy similar a Demon Gaze. Caminamos por pasillos o áreas cerradas en primera persona mediante el uso de la palanca izquierda o incluso la cruceta de direcciones. No es un movimiento completamente libre al estilo Doom, sino que el suelo está dividido en lo que podríamos decir casillas y el movimiento corresponde a una distancia determinada. Esto a veces da algún problema en el control, sobre todo si estás acostumbrado a los shooter, porque no es una respuesta rápida y directa, pero es en definitiva el sistema habitual de este género.
Es fácil perderse en las mazmorras, aunque existe un minimapa que muestra las áreas conocidas por las que pasamos que ayuda bastante a no dar vueltas en círculos. Eso no impedirá caer –sobre todo al principio- en los engaños de estos lugares, incluyendo zonas oscuras, de desorientación y puertas bloqueadas.
La elección de un equipo equilibrado es muy importante, y no sólo por la diferencia que supone en la exploración –aquellos que detectan pasadizos ocultos a la vista-. Para el combate cada uno tiene sus ventajas, y también podemos configurar nuestra formación, con una primera línea de tres personajes más ofensivos y en la retaguarda, por ejemplo, aquellos destinados al apoyo o la defensa. Al principio cuando estamos limitados en ataques a distancia el segundo plano apenas juega un papel, pero eso cambia más adelante. La personalización de los miembros que nos acompaña es muy profunda –aspecto, personalidad, clase…-, y ahí entra el Blood Code, que es la manera de activar habilidades especiales, magias elementales o de cura que sólo estos personajes tienen.
El sistema de combate por turnos en sí es bastante sencillo y clásico, así que cualquier aficionado al rol japonés se adaptará fácil. Que sea la típica selección de comandos no significa que sean combates aburridos o con falta de estrategia, pues cada criatura pertenece a un tipo y afinidad que podremos explotar en nuestro beneficio. Sin embargo también hay que dejar claro que no tiene una mecánica perfecta, y que ese apego por las convenciones de estos juegos mazmorreros provoca que la pantalla te informe mediante texto de cada movimiento amigo o enemigo, algo que hace más farragosa esta fase. Y otra cuestión que será polémica: seleccionamos los ataques a un grupo de enemigos para que el juego selecciona cuál de ellos lo recibe –en general, tus compañeros reparten el daño-.
Experience Inc. ha utilizado un curioso planteamiento para hacer que los combates sean siempre un reto: a más enfrentamientos en una mazmorra, más dificultad, experiencia y objetos. Varias batallas consecutivas disparan estos valores más de lo normal a cambio, claro, de poner en peligro la salud de tus personajes. Ten en cuenta que Operation Abyss no utiliza puntos de magia, sino que estas técnicas tienen una cantidad de usos limitados y no se pueden derrochar alegremente. Se logra así equilibrar riesgo y recompensa.
Una diferencia gráfica respecto a Demon Gaze es que las batallas transcurren sobre el escenario del laberinto –poligonal- con las ilustraciones 2D de los enemigos. Tiene inconvenientes, como que se pierden los preciosos fondos del anterior juego, y también aspectos positivos: ahora el estilo es más coherente y se refleja que las criaturas saltan a nosotros, no hay pantalla de carga, lo cual da un mejor ritmo a la partida y en aquellos escenarios con animación –que son casos contados- la pantalla está más viva.
Operation Abyss: New Tokyo Legacy no ofrece nada especialmente novedoso al género, ni su calidad lo aleja mucho de la competencia, sin embargo gustará fácilmente a quienes disfruten de estos juegos. Ayuda que las misiones sean variadas, con objetivos claros: obtener un objeto, vencer a un Variant concreto y demás, que dan un mejor sentido a investigar unos laberintos que por otro lado son un poco genéricos en lo visual. No, no esperábamos ningún proyecto exprimiendo la potencia de la máquina en plan Killzone Mercenary, pero tampoco hay mejora visible respecto a Demon Gaze, y de hecho los entornos más corrientes –edificios abandonados- tienen menos encanto que los bosques y aldeas de aquel juego.
El diseño anime de los personajes es bueno dentro de ese estilo, más colorido y alegre que la historia que cuenta. La música acompaña bien, sin tener ningún tema memorable.
Conclusiones
Operation Abyss: New Tokyo Legacy es demasiado conservador con la fórmula del RPG de mazmorras. Ni malo ni sorprendentemente bueno, y en algunos aspectos menos original que Demon Gaze, lo que más nos extraña es que Experience Inc. se limite a tirar del esquema del género sin revisar lo mucho mejorable de estos juegos con la tecnología actual. A veces da la sensación de que el tiempo se ha detenido, y no nos referimos a los gráficos, que también, sino a su jugabilidad.
Difícil de recomendar para el público más generalista, pero los incondicionales al rol podrán sacar decenas de horas de aventura, porque aún con sus pegas, es un juego que no hace nada terriblemente mal.