Análisis de Salt and Sanctuary (PS4, PSVITA, PC, Switch, Xbox One)
Sabemos que las comparaciones siempre son odiosas, pero Salt and Sanctuary es un juego que nos va a obligar a hacer numerosas referencias a Dark Souls a lo largo del texto de su análisis, ya que no encontramos una mejor forma de hacer que entendáis con precisión cuál es su propuesta y qué es lo que ofrece. Si tuviéramos que resumirlo rápidamente y de forma superficial, os diríamos que estamos ante un clon de la saga Souls pero en 2D y, lo más importante, bien hecho y de calidad.
Por lo tanto, nos encontramos ante un juego de rol, plataformas y acción con un mapeado puramente Metroidvania, donde nos encontraremos multitud de caminos posibles, secretos a los que no podremos acceder en un principio, mucho backtracking, jefes finales de todo tipo y habilidades que irán aumentando las capacidades de movimiento de nuestro personaje para que podamos llegar a lugares que antes nos eran imposible, ya sea para alcanzar una nueva ruta o simplemente conseguir un tesoro.
Lo interesante llega cuando a ese desarrollo le sumamos todas las mecánicas habituales de la saga Souls de From Software, de tal forma que por momentos incluso se nos vendrá la palabra "plagio" a la cabeza, aunque todo está realizado y ejecutado con mucho acierto, dando como resultado un conjunto en el que todo funciona a la perfección.
De este modo, tendremos que crearnos un personaje al que iremos mejorando y desarrollando.
Hay varias clases entre las que escoger, aunque esto solo determinará nuestros inicios, ya que más adelante podremos personalizarlo y evolucionarlo como queramos, por lo que es perfectamente posible que empecéis como magos y acabéis como guerreros de armadura pesada.
El sistema de combate se basa principalmente en la gestión de una barra de energía que limitará nuestros movimientos, ya sea para atacar, defender con el escudo, esquivar y hasta saltar, por lo que tendremos que procurar que esta no se agote y saber medir bien nuestros golpes. Evidentemente, también hay magias y hechizos en el caso de que optemos por estas vías. Como veis, todo es muy Souls e incluso la interfaz y la forma de utilizar objetos está prácticamente calcada.
Continuando con las referencias a la serie de From Software, existen unos santuarios que nos servirán de "puntos de control", cuya utilidad es muy parecida a la de las hogueras de Dark Souls. Si morimos, iremos a parar al último santuario que hayamos visitado, y en ellos podremos subir de nivel y acceder a otros servicios según las ofrendas que hagamos, pudiendo disfrutar de cosas como viaje rápido, un herrero para mejorar el equipo o incluso un personaje que habilite la opción de jugar en cooperativo local. Tal y como era de esperar, cuando descanséis en un santuario reaparecerán todos los enemigos con los que hayáis acabado (menos jefes y otros monstruos especiales) y vuestras pociones se rellenarán.
Para subir de nivel tendremos que usar sal (el equivalente a las almas), aunque si caemos en combate esta la perderemos y tendremos que volver al mismo punto para recuperarla, ya sea acabando con nuestro asesino o matando al monstruo que se genera si la muerte ha sido por culpa del entorno (por ejemplo, una gran caída).
Sin embargo, el proceso de desarrollo de personaje es ligeramente distinto, ya que aquí primero tendremos que invertir la sal en subir de nivel, lo que nos recompensará con un punto de habilidad que podremos utilizar en un gigantesco árbol de talentos donde tendremos que avanzar por unas casillas para desbloquear mejoras de nuestros atributos, aunque también hay cosas tan interesantes como el incremento de nuestro número máximo de pociones o poder equiparnos con mejores armaduras y armas. Esto nos da una gran libertad para evolucionar a nuestro héroe y nos animará a planificar cómo queremos ir avanzando por el tablero para llegar antes o después a ciertas habilidades.
El "homenaje" no estaría completo si no tuviera una dificultad a la altura y en este sentido Salt and Sanctuary tampoco decepciona, ofreciéndonos un reto complejo y que nos exigirá paciencia y darlo todo por nuestra parte para poder avanzar, ya que hay trampas muy bien ocultas por todas partes, los enemigos son duros, dañinos y resistentes, y los jefes finales son todo un reto, con ataques dificilísimos de bloquear y esquivar, y unos patrones que van evolucionando a medida que se van quedando sin vida, llegando a un punto en el que son brutalmente letales cuando están a punto de morir (casi todas nuestras muertes contra ellos han sido cuando les quedaba menos de un cuarto de salud).
Pero probablemente lo que más nos ha gustado de esta aventura no haya sido lo bien que funciona su propuesta, sino lo genialmente diseñado que está su mapeado. El mundo del juego es enorme, está repleto de localizaciones únicas y todas ellas tienen multitud de secretos y rutas distintas que hacen que la exploración sea un auténtico vicio, llegando en algunos momentos incluso a "agobiarnos" ante la cantidad de caminos posibles que tendremos abiertos de forma simultánea pidiéndonos que los exploremos. Además, cuentan con sus propios tipos de enemigos, trampas y características que nos obligarán a adaptarnos constantemente a los peligros que nos irán acechando.
Obviamente, hay muchísimos atajos que podremos desbloquear (y que no están nada mal escondidos) y que nos harán descubrir lo bien conectado que está todo, facilitándonos considerablemente la tarea de movernos por el mapa. Sin embargo, también es cierto que el título tiene algunas zonas que pueden llegar a resultar un tanto tediosas y que el plataformeo, sin ser malo, no es especialmente brillante, y cuenta con varios errores de diseño básico como el no darnos pistas de lo que hay debajo nuestra en muchas ocasiones, obligándonos a dar saltos de fe para descubrir si el camino es por ahí o la caída es tan grande que solo nos llevará a una muerte segura. Esto no pasa siempre, y más o menos tirando de intuición podremos predecir lo que hay al otro lado del abismo, pero cuando ocurre puede llegar a resultar muy frustrante.
Otro punto a destacar es su duración, ya que completar la aventura con todos sus jefes y zonas opcionales incluidas nos llevará más de 15 horas, cifra que podemos aumentar más todavía si nos atrevemos con su imprescindible "New Game+" cuando lleguemos al final, por lo que tenemos juego para rato.
A nivel visual se trata de un juego muy bien resuelto y que hace gala de un buen diseño de enemigos y escenarios (los personajes humanos no nos gustan tanto), a la vez que mantiene en todo momento una paleta de colores apagada y grisácea que le da un aire tétrico y melancólico que le sienta de maravilla. Además, hace un buen uso de la iluminación para ocultar peligros y obligarnos a utilizar antorchas para explorar los lugares más oscuros.
El sonido nos ha parecido de lo más flojo de todo el conjunto, con una banda sonora escasa y poco variada, unos efectos que se limitan a cumplir y un doblaje inexistente. Por cierto, los textos se encuentran únicamente en inglés, aunque han prometido que más adelante mediante una actualización llegará la traducción en español.
Conclusiones
Salt and Sanctuary no esconde en ningún momento su fuente de inspiración, más bien al contrario: se siente orgulloso de ello. Se nota que sus dos desarrolladores son grandes fans de la obra de From Software y entienden perfectamente qué es lo que gusta tanto de ella, lo que les ha permitido trasladar todo ese buen hacer a un plano bidimensional de la mejor forma posible. Como consecuencia tenemos un juego que no es especialmente original, pero sí muy divertido, largo y desafiante. A poco que os gusten los Metroidvania o la saga Souls, aquí encontraréis una aventura con la que acertaréis seguro y que os mantendrá atrapados desde el principio hasta el final. Sin duda, una de las grandes sorpresas indies del año.
Hemos analizado este juego gracias a un código de descarga que nos ha proporcionado Ska Studios.